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Historias mínimas

Como es habitual, en ESPNtenis.com repasamos las historias paralelas de la semana tenística. Detalles, curiosidades, frases destacadas y todo el color del circuito.

Una cita con la historia
Los anuncios de renovación en el Abierto de Australia juntaron en Melbourne Park a la legendaria Margaret Court -ganadora de 24 títulos de Grand Slam- con el nuevo chico maravilla: Nick Kyrgios, presentado en sociedad tras el batacazo ante Rafael Nadal en Wimbledon. Lo cierto es que, al margen de aquel cimbronazo, y por muchos pergaminos que haya mostrado en potencial, el ex N°1 Jr. todavía transita un período de adaptación en el circuito. Pero su compañera de ocasión, palabra privilegiada en el asunto, piensa en grande...

"Yo sé lo que es ganarle a quien está N°1 del mundo y de pronto convertirte en un ícono nacional. Por eso cuando vi que Nick llegó a Wimbledon sin ser sembrado y venció a Nadal yo pensé: 'Bueno, si puedes con el N°1 entonces puedes con todos'. Esa siempre fue mi manera de ver las cosas", reveló la histórica campeona australiana, también ligada con el crecimiento de otro joven local.

Como parte de la promoción del evento, Court y Kyrgios compartieron un rato en cancha, intercambiaron algunos golpes y posaron con el trofeo para los campeones del Abierto. ¿Podrá repetirse esa foto, de manera formal, en un tiempo no tan distante?

Court sabe de proyecciones: "Después de perder en [el debut de] Wimbledon '62, el día de las finales vi a la campeona con la copa y me dije a mí misma: 'Esa voy a ser yo el año que viene'. Me imaginé ganando antes de efectivamente hacerlo. Por eso aquí se lo repetí a Nick: 'Mejor que te veas ganando uno de estos Majors, hazte la imagen...'".

Deporte de alto riesgo
Efusivos y en gran masa. Así se mueven los fanáticos del tenis por China, un país que cada vez suma más semanas en el calendario, tanto de ATP como de WTA. Hacen grandes recibimientos en los aeropuertos, revientan las localidades de los grandes partidos y asisten en números enormes a las prácticas. Y ahí, problemas.

"Fui golpeado al salir del court", alertó Grigor Dimitrov desde su cuenta de twitter en Shanghai. Pero la continuidad de sus palabras le dieron un claro carácter jocoso a sus líneas. "Amo a mis fanáticos, pero por favor no me lastimen la próxima vez", agregó, con un hashtag con la leyenda #tennisisacontactsports (tenis es un deporte de contacto) y una foto aplicándose hielo debajo del ojo.

La próxima vez, seguramente, tomará mayores recaudos.

Enemigo público
Hacía tiempo que no se lo veía en ese rol. Santiago Giraldo había logrado controlar sus emociones dentro de la cancha y sus actos espontáneos, de los cuales alguna vez se mostró arrepentido, parecían cosas del pasado. Bueno, en Shanghai, volvieron. Y el foco de estallido fue el juez Fergus Murphy durante el partido de segunda ronda ante Vasek Pospisil.

Cuadro de situación. Set iguales, luego de una gran reacción suya en el tiebreak, y 30-40 con su saque en el primer game del parcial decisivo. Derecha ganadora, Pospisil apenas la toca. ¿Deuce? No, freno de mano. El juez de línea cantó mala. El colombiano, entonces, solicitó el ojo de halcón. La tecnología determinó que fue buena. ¿Deuce? No, Murphy fijó que se repitiera el punto. Y arrancó la polémica, con un efusivo Giraldo. La decisión no se movió y, para peor, perdió la bola y el game. En el cambio de lado continuó con su reclamo, pidió el arribo del supervisor del torneo y se fue de eje.

"Él destruyó mi partido. Ahora no puedo jugar", brotaba, Giraldo, en cancha ante los oídos del árbitro general en Shanghai, quien llegó ya con el marcador en 3-0. "Soy una persona nerviosa y no puedo jugar. Quiero retirarme, pero no puedo", agregó, desconsolado a modo de catarsis. Siguió en cancha, pero el encuentro ya había terminado hacía unos games. Más específicamente, en el 30-40 del primer game del tercer set. Perdió la concentración. Y el partido.

Kim Clijsters y un regreso en casa
Hace dos años, Kim Clijsters colgó la raqueta y anunciaba que era para siempre. Pero ahora la ex Nº1 del mundo, decidió volver al circuito WTA… aunque no para jugar. Con 31 años, dos menos que la actual líder, la estadounidense Serena Williams, la belga optó por regresar y lo hará en otra función muy diferente: Directora del torneo de Amberes, un certamen en cancha cubierta que retorna al calendario en febrero de 2015. Y, para esa función, ya se prepara.

"Después de siete años, la clase mundial del tenis vuelve a Amberes. El torneo será un evento de alto nivel", dijo la campeona de cuatro títulos de Grand Slam, que espera poder entregar la codiciada raqueta de diamantes que se le entrega a la jugadora que gane el torneo dos veces en el transcurso de tres años, que pesa 4,5 kilogramos de oro, tiene 2.008 diamantes y está valuada en 1,5 millones de dólares. La que recuerda con un cariño especial a ese campeonato es la francesa Amelie Mauresmo, quien se llevó dicho trofeo por haber conquistado Amberes en tres ediciones seguidas, entre 2005 y 2007.

"Creanme: esto hace que este torneo WTA sea especialmente atractivo para las jugadoras", afirmó la exlíder del ranking individual, quien obtuvo 41 títulos en su carrera. "Nuestro primer objetivo es hacer un certamen muy competitivo, incluyendo a algunas de las grandes estrellas y a varias integrantes del Top 20", agregó. Precisamente, la ahora mamá Clijsters jugó ese torneo en su país en siete oportunidades y en cuatro fue finalista, pero nunca pudo ganarlo. Las dos últimas finales las perdió justo contra Mauresmo. Por eso, ahora podrá tocar esa raqueta especial, pero no llevársela a casa.

El rebelde, el ejemplo
"¿Por qué no hay jugadores árabes en la elite?". Ese simple disparador trajo a escena en Dubai a Younes El Aynaoui, marroquí con pasado en el Top 15 de la ATP y una historia bien particular. "Es una gran pregunta, pero no es fácil conseguirlo", formuló en diálogo con el periódico The National. 20 años atrás, "cuando el tenis no era nada en la región", El Aynaoui se abrió su propio camino entre los mejores. Hoy solo el tunecino Malek Jaziri puebla el Top 100.

Su caso es muy especial. Criado en un país sin cultura tenística y con mínima infraestructura para el desarrollo competitivo, a los 18 años Younes armó el bolso y se mudó a Estados Unidos. El destino concreto: la academia de Nick Bollettieri, donde compartiría terreno con Andre Agassi, Jim Courier o Tommy Haas, entre otras -luego- figuras.

El viaje fue un desafío en más de un sentido: "Mi padre estaba horrorizado, quería que estudiara como mi hermano mayor". Pero El Aynaoui no torció su decisión. Debieron pasar varios meses para que ambos volvieran a cruzar palabra.

Para costear su estadía en la academia, el marroquí hacía de todo: limpiaba el gimnasio, encordaba raquetas, manejaba el micro, cuidaba de los más chicos... "Nadie allí creía que yo pudiera jugar. Solo yo. Pero igual para mí eso era el paraíso. ¡70 canchas de tenis! Siempre me iba a las más alejadas. Una parte del día trabajaba y otra me entrenaba", le contaba años atrás a ESPN.

De aquel sacrificio personal a la heterogénea realidad actual en los países árabes, con torneos en Catar, Emiratos Árabes Unidos y la propia Marruecos, pero sin referentes que le den impulso a la región. Una tierra a la espera de un nuevo rebelde...