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La fiesta ajena

Los pilotos hacen un momento de silencio en memoria del accidente de Jules Bianchi. Getty Images

BUENOS AIRES -- Que un ingeniero, de los tantos que pueblan equipos con centenares de empleados en Fórmula Uno, pruebe que el estado anímico de los pilotos tiene incidencia directa en el espectáculo. Y así el primer Gran Premio de Rusia en la historia del Campeonato Mundial tendrá un buen justificativo para que no sea recordado como la carrera más aburrida de la temporada 2014 y una de las más pobres de todos los tiempos en el reparto de emociones.

No son buenos días los que atraviesa la categoría: mientras el francés Jules Bianchi lucha por su vida en un hospital japonés luego de haber chocado contra una grúa bajo un aguacero y con poca luz en Suzuka, el Mundial aterrizó en Sochi, salón de fiestas del gobierno ruso encabezado por Vladimir Putin, a quien se vio en televisión casi tanto como al ganador Lewis Hamilton. Corrida del protocolo, la Fórmula Uno aportó al patetismo de quienes pretendían protagonismo en la foto al permitir en el podio la estadía permanente de la plana mayor del poder ruso con custodia incluida.

Sochi, a orillas del Mar Negro, recibió este año a los Juegos Olímpicos de Invierno. El plan de inserción mundial incluía a la Fórmula Uno, siempre ávida de sumar mercados y países cuyos gobiernos satisfagan las apetencias comerciales de los patrones de Bernie Ecclestone. El circuito construido como una suerte de callejero es otra obra con el sello del alemán Hermann Tilke: frenadas bruscas, muchas curvas intrascendentes y alrededores coloridos para las tomas aéreas de la televisión. Como el asfalto ni siquiera es demasiado exigente con los neumáticos, la 16ª fecha fue tan divertida como la gestualidad del presidente ruso.

La carrera, la lucha, el interés mayor, duró menos de 20 segundos, el tiempo transcurrido entre el apagón de los semáforos -la largada- y el tránsito hasta la primera curva. Hamilton y Nico Rosberg largaron parejos y el alemán jugó su carta en el viraje inicial. Una de las -pocas- particularidades de la pista rusa es el largo camino entre la salida y la curva 1. Eso vuelve aún más importante la lucha por una buena ubicación en la fila cuando el pelotón aún es compacto y los espacios, reducidos. Así lo había anticipado Fernando Alonso, habitual buen largador pero que pudo poco esta vez en el inicio.

Rosberg, segundo en la grilla, apostó a superar a su compañero Hamilton camino a la primera curva. Aunque había logrado colarse por el carril interno, frenó demasiado tarde: llegó en séptima marcha, a 310 km/h, y cuando intentó parar el Mercedes con los neumáticos todavía un poco fríos, las ruedas delanteras se bloquearon, embocó a duras penas la trompa en el comienzo de la curva pero tuvo que cortar por la banquina en medio del viraje. Volvió a pista adelante de Hamilton, pero tuvo que cederle la posición ganada con anomalía. Al cabo del primer giro, el alemán entró a boxes para cambiar los neumáticos maltrechos después de haberlos bloqueado y eso cambió su plan de carrera.

Con neumáticos medios, Rosberg se dispuso a completar la carrera, 300 kilómetros de recorrido, 52 de las 53 vueltas pautadas, apostando al ritmo del Mercedes combinado con el escaso desgaste de caucho para recuperar algunos puestos en pista y otros cuando los demás cumplieran con su detención. Si lo peor que podía ocurrirle al alemán si no tomaba riesgos en la partida era concluir segundo detrás de Hamilton, fue finalmente lo que le sucedió aún cuando pasó toda la competencia en plena remontada. Ni esa tarea de Rosberg sirvió para matizar una carrera chata, insulsa, edulcorada. Rosberg casi no tuvo que luchar: mantuvo el ritmo, pasó cuando hizo falta y esperó su oportunidad según paraban los demás.

Hamilton alcanzó a su compatriota Nigel Mansell en el historial de ganadores, ahora comparten el peldaño de los 31 triunfos, con una de sus victorias más fáciles. Sin Rosberg cerca, el finlandés Valtteri Bottas jamás representó amenaza y menos Jenson Button con el rejuvenecido McLaren. El inglés manejó el ritmo, aceleró cuando hizo falta, jugó con las vueltas rápidas gracias al rendimiento superior de su coche y esperó el final del recorrido. Su cuarta victoria en fila -Italia, Singapur, Japón y Rusia- y novena en 16 fechas le permitió ampliar la ventaja en el Mundial cuando faltan tres fechas para el cierre del año, pero con la salvedad de que la última entregará puntuación doble, otro engendro que pretende estirar artificialmente la definición de la corona.

Con el doblete, Mercedes se aseguró su primer título de Constructores. La marca alemana regresó al Mundial como fabricante integral en 2010. En sus buenos viejos tiempos, aquellos de las Flechas de Plata con Juan Manuel Fangio como gran campeón, el Mundial aún no tenía campeonato de marcas. El arrasador año de la casa de Stuttgart incluye 13 victorias en 16 competencias, nueve con Hamilton y cuatro con Rosberg. Mercedes sucede en el historial a Red Bull, que en Rusia cayó detrás de los McLaren y de Alonso.

Sin ínfulas para grandes celebraciones después de lo ocurrido una semana atrás en Suzuka, con el preocupante pronóstico sobre la salud de Bianchi en la mente de todos y abiertos los debates sobre seguridad, la Fórmula Uno pasó por Rusia como quien asiste sin ganas a un compromiso, a una fiesta ajena. Y se notó.