Sebastián Martínez Christensen, Escritor ESPN Digital 9y

Aaron Rodgers volvió a hacer de las suyas y Packers vencieron a Miami

MIAMI -- Nunca hubo ninguna duda.

Quedaban poco más de dos minutos por jugar y Green Bay estaba en su propia yarda 40. Los Packers necesitan un touchdown para ganar, y el desenlace en ese momento una visión lejana, parecía ya escrito.

Porque los Dolphins ya han visto esta película antes, y porque los Packers también.

Aaron Rodgers es un mariscal de élite y Miami es un equipo que hace una década está intentando aprender a ganar.

Rodgers hasta sacó una página del libro de Dan Marino en esa última serie con un fake spike antes de conectarse con Andrew Quarless para guiar a los Packers a un importante triunfo en condición de visitante.

Green Bay había iniciado con todo, tras que Rodgers completara sus primeros cinco pases para 69 yardas; el último un touchdown a Jordy Nelson.
Pero luego cayó en un bache, la defensiva de Miami empezó a desestabilizar al mariscal de los Packers, que a la vez perdieron a sus dos esquineros titulares por lesión en la segunda mitad.

El envión anímico cambió de lado y fueron los Dolphins los que tomaron el control del partido, o al menos eso pensaban.

Sobre todo luego de que Ryan Tannehill recuperara la memoria tras una primera mitad para el olvido.

En las redes sociales, casi todos pedían su cabeza después de los primeros dos cuartos.

La realidad es que no deben sacarse conclusiones absolutas antes de la finalización de un juego. Cuando eso sucede, generalmente se está usando más la pasión que la razón.
Por ese motivo, tras la derrota, la crítica fácil es "el entrenador no sirve" o "hay que cambiar el mariscal".

Repasemos las decisiones cuestionables del entrenador de Miami, Joe Philbin:

-En el inicio del partido, decidió arriesgarse en un cuarto intento y gol desde la yarda dos, y los Dolphins terminaron yéndose sin puntos.Personalmente, aunque en retrospectiva hubiesen servido esos tres puntos, en ese entonces no tuve problemas con esa decisión, aunque sí me hubiese gustado otra llamada.

-Luego sobre el final, Miami tuvo dos posibilidades de liquidar el partido. Una con la ofensiva y otra con la defensiva, pero los dos fallaron.
Con la ofensiva, el sentido común pedía a gritos que corran el ovoide tres veces ante la peor defensiva de la liga estadísticamente hablando antes de esta jornada, para consumir la mayor cantidad de reloj posible.

Ryan Tannehill pasó en segundo intento, y su envío fue incompleto. El reloj se paró, esencialmente regalándole otro tiempo muerto a los Packers.

Aunque estando Rodgers del otro lado, yo soy pro ir por la yugular para no darle ni siquiera posibilidades a uno de los mejores, sino el mejor mariscal de la NFL.

La ejecución falló, y las críticas llovieron en masa.

Más aún luego de que en un cuarto intento y nueve yardas por recorrer, Philbin pidió un tiempo muerto.

"Quería asegurarme que nuestros 11 jugadores defensivos supieran qué hacer", explicó tras el partido Philbin.

Una vez más, yo no tuve problemas con el tiempo muerto porque Rodgers estaba en control a pesar del reloj y más importante es tener a los tuyos claros con sus funciones.
Lo que sí podría criticar es por qué Philbin fue un paquete dime, es decir con siete miembros de la secundaria, considerando que la presión te había servido toda la tarde, y que con tiempo Rodgers es el equivalente a un asesino con el ovoide.

La polémica no terminó allí, porque en la última jugada, uno de los propios Dolphins se fue en contra de Philbin.

El apoyador Philip Wheeler, quien fue superado por Quarless en el touchdown ganador, no se quedó callado.

"Fue 50 por ciento mi culpa, y 50 por ciento mala llamada", sentenció Wheeler en una declaración que probablemente dará más tela por cortar en la semana.

La realidad es que venían de su último tiempo muerto, y no tiene sentido tener a uno de tus peores apoyadores en cobertura cumpliendo esa función en la jugada decisiva.
Momento de frustración, momento de calentura del apoyador, que seguramente se retractará en los próximos días.

Pero la realidad es ineludible, los Dolphins no saben ganar.

No se trata de apuntar dedos ni echar culpas.

Los buenos equipos ejecutan cuando más importa, y eso fue exactamente lo que hizo Green Bay, que se llevó un muy buen triunfo de visitante.

Y con Rodgers en los controles, fue una conclusión emotiva, pero a la vez predecible.

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