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Por Florida y sin aviso

Teófilo Cubillas, de Perú, fue una de las figuras del Mundial 78 Getty Images

BUENOS AIRES -- Queridos lectores, el fútbol aparece en los momentos más impensados. La calle Florida, como todos sabemos, es un lugar de referencia de la ciudad.

Aquel que vive en Buenos Aires y no pasa, por lo menos, una vez por semana por Florida no se puede considerar un verdadero habitante de Buenos Aires.

Teniendo en cuenta esta consigna, yo ando por Florida casi todas las tardes. Los famosos "arbolitos", me conocen y me saludan. Sin embargo, ayer descubrí algo nuevo en lo más atractivo de Florida, es decir en esa franja arbórea y de cemento que va de Córdoba a Plaza San Martín.

Florida es la calle del éxito, de los turistas consumidores de camperas de cuero, de los buscas escondidos en simpáticos habitantes solidarios. En pocas palabras Florida tiene su propio mundo y lo mejor es incorporarse a él o morirse en los márgenes de su imperio.

Siempre es un baño para el alma, una proyección de fuerza vital para el futuro, observar como los grandes supervivientes luchan por obtener un lugar en esa jungla de cemento y falsas pacaterías. En ese momento, me choqué con un grupo de cumbia que sonaba a todo ritmo. Me sorprendió descubrir a un viejo conocido, Solitario de Los Andes.

La banda se llama El Poder Verde del Perú y sonaba como si estuvieran en el Gran Rex. Solitario era locutor de escenario de bailanta y ahora, todo indicaba, había armado su propia banda y salía a la calle con su música pegadiza, movediza, impertinente, si se quiere.

Solitario de Los Andes siempre fue un as del marketing popular. Todos los músicos de su estrafalaria banda tenían puesta la camiseta de la selección peruana de fútbol para que no queden dudas de su lejana procedencia.

Tocaban como los dioses y la banda juntaba gente a morir, más de uno movía la rodillita o la punta del pie. Pensé como el fútbol atraviesa todas las disciplinas, como casi sin quererlo, se instala en todos lados, hasta en el mundo de la cumbia.

De pronto, me encontré sin aviso escuchando la mejor cumbia andina y pensando en el glorioso equipo del Mundial 78. ¡Cómo jugaban los peruanos! De una forma peculiar, todo aquello era un revival de los años gloriosos del fútbol sudamericano.

El fútbol y la cumbia tienen mucho en común, quizás sea lo más original que tenemos, culturalmente hablando. Sin exagerar, en estas latitudes del mundo se juega al fútbol con gracia y con amor. Se baila con una pasión desmesurada y nadie puede negar que fútbol y cumbia, son los grandes sentimientos de nuestro pueblo.

Sin mentirles, les digo que me quedé media hora extasiado por la música de Solitario de Los Andes y su gran banda. Soñé con viejas épocas futboleras y recordé que una camiseta de fútbol tiene su propio peso, esté en el lugar que esté.