Carlos Irusta 9y

El gran desafío de Valcárcel

LAS VEGAS -- El Caesars Palace, cargado de lujo de estuco y de gran historia boxística, ya quedo atrás. "El hogar de los campeones", como fue reconocido por muchos años, fue también testigo del ocaso triste de uno de los justamente, grandes campeones del boxeo, como Joe Louis, quien terminó sus días como un empleado de lujo del hotel-casino. Y en su estadio abierto, que ya no está, Muhammad Alí vivió su última noche grande cuando perdió frente a Larry Holmes, en una pelea que Don King, había bautizado, paradojalmente, "El último hurra".

Hoy es hoy y los tiempos han cambiado. El presidente de la Organización Mundial de Boxeo, Francisco "Paco" Valcárcel lo sabe, y muy bien. Aunque lleva veinte años en la presidencia -algo que pareciera normal en estos organismos, teniendo en cuenta por ejemplo, que José Sulaimán encabezó el Consejo durante más de treinta años-, piensa retirarse a tiempo. "No me gustaría que alguna vez alguien me diga o me aconseje que ya es momento del retiro -afirma Valcárcel- ni tampoco quiero ser recordado por haberme hecho eterno en el poder, prefiero que me recuerden por buena persona y por dirigente honesto".

La WBO se ha separado varios pasos de los otros organismos. No es una manera de decir. Baste mirar que, en las reuniones tripartitas convocadas por el Consejo Mundial de Boxeo (WBC), integrando a la Asociación Mundial (WBA) y a la Federación Internacional (IBF), Valcárcel no asistió. Y no solamente eso, sino que demás afirmó que son reuniones "que terminan siendo una pérdida de tiempo y que no cambian nada, por eso preferimos seguir nuestro camino".

Asistieron más de cuatrocientas personas de todo el mundo, lo cual significa crecimiento. De hecho se esperaban trescientos asistentes. El mercado chino ya ha sido incorporado desde hace varios años -todo un logro de Valcárcel-, y el propio Japón, que durante años no reconoció a la WBO, también ya forma parte del grupo. La Organización tiene mojones muy fuertes en Europa, especialmente en Inglaterra y Alemania. Y, por supuesto, el mercado norteamericano y latino.

Esto no quiere decir que la WBO sea una organización perfecta, ni mucho menos, pero si apunta a dos hechos que fueron el hilo conductor de esta semana de Convención en el Caesars Palace. Uno, fue sin dudas, el análisis de la ley Muhammad Alí. El otro, la transparencia de la entidad y de sus oficiales de ring.

De esta manera, el secretario general de la OMB José R. Izquierdo, efectuó una presentación ante el Comité Ejecutivo y asistentes en generales, sobre la Ley de Reforma de Boxeo Muhammad Ali y sus consecuencias en los otros organismos que sancionan al boxeo.

Izquierdo hizo hincapié en que la WBO "quiere dejar rotundamente en claro que nuestra posición es trabajar conjuntamente con la Asociación de Comisiones de Boxeo (ABC)". La idea es que las organizaciones deben evitar el aislamiento que crean las limitaciones de jurisdicción. Y, entre otros temas, Izquierdo pidió que se busque la forma de aclarar la denominación de "asesor" en el boxeo, y "que se defina su naturaleza y alcance". De hecho se formó un comité OMB para que presente un informe con sus conclusiones a los legisladores de los Estados Unidos, con el objeto de que se mejore la Ley de Reforma de Boxeo Ali, para tornarla más eficaz. "Es bueno tener en cuenta, y hablo como abogado también -dijo Valcárcel- que esta actividad, el boxeo, es muy compleja, más de lo que parece. Y no siempre la letra fría es aplicable. Creo que es importante que quienes se encargan de la ley Alí cuenten en su equipo con veteranos del boxeo, para escuchar sus opiniones".

Una visión tal vez más simplista de esta convención, o con menos profundidad de análisis, no puede dejar de mencionar que fueron agasajados especialmente dos ya ingresados al Hall de la Fama: Oscar De La Hoya y Joe Calzaghe, por sus grandes carreras profesionales. De la misma manera que, entre tantos invitados importantes, estuvo Marco Antonio Barrera. Y que asistieron dos campeonas mundiales japonesas, Nao Ikeyama, monarca de la OMB en el peso átomo (102 libras) y la campeona junior mosca (108 libras) Kimiko Seser Ikehara. También estuvieron presentes el dos veces campeón mundial de la WBO, Orlando Salido, otro ex campeón mundial en diferentes categorías como James Toney, la ex campeona Hanna Gabriels y la actual campeona mundial Carolina Duer. Marco Huck –campeón crucero- fue distinguido por su trayectoria.

Pero los temas de fondo fueron otros, sin duda. "Queremos que nuestros campeones se distingan. Nuestros campeones tienen que tener, ante todo, prestigio", enfatizó Valcárcel. "El aficionado no entiende la gran proliferación de campeones interinos, alternativos, en receso... Confunden a la gente y sus propios portadores tienen apenas porciones, por eso los campeones WBO tienen que distinguirse".

Otro tema que no puede soslayarse es el crecimiento de la incursión de AIBA en el boxeo profesional, a través de certámenes por equipos (Argentina, México, Italia, entre otros tantos países, ya participan de estas competencias) en donde también pueden combatir boxeadores amateurs que, incluso, clasificarán para los Juegos Olímpicos.

"La AIBA no puede entrar en los Estados Unidos, porque en este país no se puede ser promotor y dirigente al mismo tiempo. La AIBA nos hizo un gran favor a nosotros, la WBO, porque de sus filas pudimos clasificar a Vasyl Lomachenko (campeón pluma) o a Zou Shiming –dijo Valcárcel-, pero convengamos en que es un boxeo de poco vuelo. Los boxeadores que se conformen con un sueldo, podrán competir en esos torneos, pero los que quieren ser un Oscar De La Hoya o un Carlos Monzón, o un Ray Leonard, los que quieran ser figuras de verdad, no pueden crecer en esos torneos".

La transparencia fue, sin dudas, otro de los temas. "No se puede ser dirigente y manager, los roles son diferentes y deben caer en diferentes personas. No se puede ser directivo y manager de boxeadores -expresó Valcárcel-. De la misma manera en que buscaremos la manera de que las actuaciones de los jurados sean mejores, para evitar malos fallos y lo que es todavía peor, la desconfianza de la gente".

El tema de los fallos controversiales forma parte del folclore del boxeo: no siempre todos vemos una pelea de la misma manera. Pero, cuando las diferencia de puntajes son tremendamente grandes, "estamos ante un problema y queremos solucionarlo. De hecho, estamos pensando poner fuertes penalidades a quien, de alguna manera, en su condición de oficial de ring, pueda tener una conducta errónea, y subiremos las multas de 50 mil dólares a 250 mil y de un año de suspensión también llegaremos a los cinco años...", expresó Valcárcel.

En la fiesta final estuvo presente Bob Arum (fue galardonado como el promotor del año) quien estuvo cerca de Oscar De La Hoya... pero en mesas separadas (podría ser también, el premio a "la foto que no fue", puesto que no hubo oportunidad de reunirlos...).

Terence Crawford y Yuriorkis Gamboa fue "La pelea del año" (ganó Crawford por KOT en 9) , Vasyl Lomachenko -campeón mundial pluma-, fue distinguido como el boxeador de mayor futuro (el ucraniano solamente tiene 3 peleas profesionales, pero se le dio autorización a pelear por el campeonato mundial por su gran campaña amateur), Carolina Duer recibió el anillo de diamantes por sus 10 defensas. Chris Algieri, quien está por combatir con Manny Pacquiao, hizo una presentación especial. También fue distinguido, lo mismo que las japonesas Nao Ikehara y Kimiko Seeser Ikeyama.

En una palabra: hubo premios para todos -una costumbre de Francisco Valcárcel- y no faltó la música salsa, aunque con el agregado del mariachi. Ni tampoco faltó la cordialidad y la amistad. Pero, mientras se hacen planes para la próxima convención en Orlando, Florida, quedan en pie varios compromisos.

Que las promesas de profundizar la Ley Ali, o el desafío de analizar a fondo los malos fallos, o la obligación de que no proliferen títulos que confundan al aficionado no sean solamente proyectos, sino realidades.

Un compromiso que el boxeo necesita y que WBO promete ir corrigiendo. Ojalá lo puedan ir logrando, para que Francisco Valcárcel y el organismo sean reconocidos, con el tiempo, por su trayectoria, pero también por sus objetivos cumplidos.
Ese es el gran desafío.

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