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La voz de la experiencia

Getty Images

BUENOS AIRES -- Boca se apresta a jugar una revancha ardua. Su destino, malogrado en el campeonato local, depende ahora de una competencia internacional, la Copa Sudamericana, en la que tendrá que dejar en el camino a Cerro Porteño, al que enfrenta este jueves.

A pesar de sus vacilaciones, de su tenue convicción para atacar con insistencia, el equipo de Arruabarrena obtuvo una victoria, la semana pasada, mediante un gol azaroso de Gigliotti. En apariencia, los dioses estuvieron del lado de Boca.

Sin embargo, a juzgar por lo que dispuso el DT en los entrenamientos, la fe no abunda. Por lo menos, la fe suficiente para eludir apuestas conservadoras, esas garantías ficticias de seguridad que algunos entrenadores, sin embargo, toman como verdades reveladas.

Lo decimos porque Arruabarrena ha probado en la práctica una sola modificación con respecto a la formación que ganó en Buenos Aires. En el desquite de Asunción, regresaría Cristian Erbes en lugar de Adrián Cubas.

La elección suena por lo menos inoportuna. Cubas es toda una revelación. Un chico arrojado al corazón del equipo, el centro exacto del campo, que lejos de acusar el peso de la responsabilidad, se ha manejado con el aplomo de un futbolista avezado. Por no hablar del temperamento y la entrega, atributos de altísima valoración en una tribuna que subordina el orgullo al sacrificio.

Erbes, cuyo legajo también resuma garra boquense, es parte inestimable del actual acervo del club. Pero vuelve de un desgarro, su sensibilidad con la pelota no es la misma que antes de la lesión y es probable que retomar el ritmo le lleve un tiempo más. Nada anormal.

A simple vista, no se trata de una decisión virtuosa. Pero habida cuenta de la necesidad de Boca y de que la escala en Paraguay requiere del temple necesario para mantener la calma en un clima hostil, Arruabarrena sacrifica el gran momento de Cubas en nombre de la experiencia indudablemente mayor de Erbes.

La opción nos remite a otros tiempos de las competencias sudamericanas, donde la maña y la ilegalidad definían los duelos. En ese caso, la "experiencia", que sería más apropiado llamarla malicia, valía más que una delantera imparable.

Los tiempos han cambiado. Por más que la personalidad de los futbolistas incida en el argumento de los partidos, existe un marco confiable como para que la división entre vencedores y vencidos obedezca a los méritos deportivos y no a la astucia y las trampas.

La experiencia es útil, claro. Pero más lo es la voluntad de rebelarse asociada a las conductas juveniles. Acaso Cubas no resulte un crack en el futuro, pero atraviesa un momento de gran rendimiento, que quizá se interrumpa en virtud de un prejuicio.

Sus escasos 18 años no le han impedido hasta ahora superar a adversarios de gran rodaje. Por qué suponer que en la revancha con Cerro Porteño podría flaquear.

Quizás Erbes, por lo hecho hasta aquí y por su capacidad, merezca la titularidad. Pero reconocérsela en este trance suena forzado y a destiempo.