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Hecho para los altos

Para tener jugadores del calibre y la talla de Luis Scola, hay que formarlos en la Liga Nacional EFE

BUENOS AIRES -- Argentina no es un país habitado por una raza en la que abunden los hombres altos, lo que es una complicación para el básquetbol. Siempre se soñó con tener un par de pivotes que superaran los 2,10 metros y que fueran determinantes como para escalar en el contexto mundial. Por eso es una verdadera rareza que su selección nacional se haya mantenido en la élite internacional durante casi 15 años sin un jugador con esa particularidad.

¿Cómo lo hizo? Con centros no tan altos, aunque muy buenos técnicamente, y con varios jugadores que sí tenían, además de calidad, buena altura y fortaleza física para otras posiciones. Con eso Argentina equiparó su desventaja eterna en centímetros.

El paso del tiempo está obligando al básquetbol argentino a un lógico y natural recambio de nombres en su selección y es en las posiciones de los hombres más altos donde la búsqueda se hace indispensable.

La Liga Nacional es el lugar de donde se espera surjan esos nuevos valores. Sin embargo, en esta competencia no abundan los jugadores de buena talla. Es más, como pocas veces antes el torneo ofrece la inmensa mayoría de los planteles sin alturas elevadas. Esto está generando que en la LNB se juegue mucho más en el piso de lo aconsejable y mucho menos en el aire de lo conveniente.

Si tomamos como referencia más frecuente que en el básquetbol se empieza a hablar de un "hombre alto" cuando este supera los dos metros, en los planteles de la Liga Nacional hay, de las 216 plazas reglamentarias, 54 jugadores argentinos, el 25% del total, que alcanzan o pasan esa medida (algunos de los cuales llegan a esa marca arañándola y con mucho esfuerzo y buena voluntad de nuestra parte...).

De esos 54 jugadores criollos hay 20 que tienen más de 30 años, de los cuales 9 son mayores de 34, por lo que están en el tramo final de su carrera, 17 tienen entre 24 y 29 años y solo 17 son menores de 23. Apenas intervienen 6 juveniles, que no ocupan plaza de jugador mayor, por lo que tienen menos de 19 años. De los 54 jugadores hay 10 que debutaron o posiblemente lo harán en esta temporada.

De los 54 jugadores argentinos hay 15 que solo llegan a los 2 metros de altura y yendo a cuestiones más puntuales, 48 juegan en posiciones interiores y apenas 6 lo hacen de aleros.

¿Qué causas llevan a esta realidad? Seguramente habrá muchas, algunas naturales y otras inherentes a nuestro básquetbol.

Entre las primeras, reitero, esta tierra no ha dado genéticamente habitantes muy altos. El biotipo, generado por las razas autóctonas y los principales inmigrantes, españoles e italianos, no ofrece gente de alturas muy elevadas.

Ahora sí el básquetbol deberá hacerse cargo de lo que le toca de cerca. Podemos bucear en temas básicos: ¿Se buscan jugadores altos? ¿Cómo se los forma? O podemos enfocar cuestiones más intrincadas: ¿Todos los entrenadores entienden la importancia de utilizar jugadores altos? ¿Ellos o los dirigentes tienen paciencia para esperar su evolución? ¿Hay proyectos que favorezcan su desarrollo?

El camino hacia el alto rendimiento en el básquetbol para un hombre con muchos centímetros de altura puede parecer más complicado. Un petiso que más o menos la pique bien, que sea rápido, pícaro y decidido es factible que encuentre oportunidades más fácilmente. Además, si llega a mezclarse con profesionales le tocará enfrentarse a otros similares a él, argentinos como él.

Si ese jugador sin gran estatura tiene como virtud que es un buen tirador, sucede algo similar. Lo ponen para tirar de lejos y ya está. Cuidado acá, porque contra lo que sucedió históricamente, la falta de buenos tiradores jóvenes en Argentina viene siendo preocupante.

Pero lo que nos importa acá son los altos, esos que con frecuencia juegan de pivotes o cerca del cesto. Esos tardan algo más en madurar, demoran más tiempo en aprender a manejar su físico y lo más habitual es que si llegan a la Liga, los manden a fajarse con un extranjero. Esto hasta puede complicarse si ese alto juega de alero, por la incomodidad que significa con un físico largo desplazarse en espacios amplios.

Si bien esta no es una regla exacta y, por suerte, sobran ejemplos en contrario, en el desarrollo de un jugador alto cobra un protagonismo especial la parte psicológica. En un porcentaje mayoritario los chicos con una altura bastante superior a la media suelen ser retraídos, callados, poco expresivos, tímidos y hasta solitarios, características en las que incide pesadamente su conformación física.

Es precisamente el deporte, sobre todo el básquetbol, el vóleibol o el rugby, el ámbito en el cual muchas personas con físicos grandes encontraron un lugar donde liberarse, expresarse, donde conocieron a otros iguales, donde se relacionaron, se sintieron útiles, queridos, valorados, admirados, donde muchos forjaron su medio de vida y hasta lograron triunfar y hacerse populares.

El básquetbol está inevitablemente emparentado con los hombres altos, pero en la Liga Nacional estos no abundan. Hay una tendencia marcada y nociva en muchos entrenadores a "achicarse" cuando los partidos se les complican. Sacan a los altos, achican el equipo en cancha. En el intento por hacer, supuestamente, un equipo dinámico y agresivo, lo que logran es hacerlo más liviano, bajando los centímetros y los kilos.

Siento que no son pocos los entrenadores argentinos, de cualquier categoría o competencia, a los que les resulta incómodo jugar con hombres altos y por lo tanto, reúsan de hacerlo. No estoy seguro del por qué, aunque sospecho que a algunos los obliga a un mayor trabajo técnico y táctico y tal vez, no todos quieran/puedan hacerlo.

En defensa de los entrenadores también hay que aceptar que puede influir la falta de costumbre o el propio desconocimiento del manejo de jugadores con alturas elevadas, por ser algo que no se repite (¿se lo busca?) con frecuencia.

Lo cierto es que en el básquetbol actual los físicos, la unión de centímetros y kilos, se adueñaron de un papel preponderante. El reciente Mundial lo expuso por milésima vez. La Liga Nacional, sus equipos, necesitan sumar jugadores altos y fuertes para que el producto de su competencia sea de mejor calidad, deportiva y visual. Y la selección nacional se lo reclama para la etapa post generación dorada.

Al básquetbol argentino elegir otro camino que no sea ese, lo hará retroceder todo lo avanzado en los últimos años.