Fabio Dana 9y

Tienen mucho para perder

BUENOS AIRES --
Se viene la segunda semifinal entre Boca y River por la Copa Sudamericana. Y algo está claro: los dos tienen mucho para perder.

River llega sin dudas en su peor momento desde la asunción de Marcelo Gallardo. Contra Estudiantes y en el Monumental perdió el largo invicto de 31 partidos. Y luego, no pudo volver a sumar de a tres. Pero lo más preocupante, sin dudas, es que perdió la identidad. Esa que había logrado de la mano del Muñeco y que lo llevó a ser el equipo sensación del país. Está a años luz de ese equipo sólido, que salía a atacar en todos lados, que jugaba bien a la pelota y que no desaprovechaba ninguna chance frente al arco rival.

Es como si la llegada de Boca le hubiera complicado el panorama a los Millonarios. Enfrentando a Cerro Porteño, la obligación sería otra. Pero es Boca, el máximo rival, el que siempre lo dejó afuera en enfrentamientos directos por competencias internacionales. Entonces, no hay margen para el error.

Por eso Gallardo tomó la decisión de poner a suplentes ante Racing, en lo que era la final anticipada del campeonato. Ni siquiera se animó a arriesgar con algunos titulares (aunque sea unos pocos minutos) que podrían haber ayudado a torcer el rumbo del partido, como Pisculichi, Rojas, Mercado, Vangioni...

No puede entenderse de otra manera: derrotar a Boca es lo único que vale a esta altura. Se podrá estar de acuerdo o no con esta afirmación, pero es la realidad. Perder esta serie tirará por la borda todo lo bueno que hicieron los de Núñez en el semestre. No importará que River luego se consagre campeón del torneo doméstico. Para la parcialidad, los jugadores y la dirigencia millonaria sólo vale eliminar a Boca.

Por el lado de los Xeneizes la sensación es la misma: hay que pasar a River. En este caso, no hay otras opciones: la competencia local no lo tiene como protagonista. Después se podrá pensar en ganar la Sudamericana. Pero si no se gana el festejo igual estará asegurado. Ya lo saben los hinchas: la experiencia de 2004, cuando Boca eliminó a River de la Copa Libertadores y luego cayó en la final ante Once Caldas, confirma que vencer al archirrival ya es un trofeo en sí mismo.

A diferencia de River, Boca llega más entonado. Es cierto, no pudo sacar diferencias de local, pero el empate 0-0 no parece tan malo teniendo en cuenta el gol de visitante. Además, la presión de jugar en casa muchas veces genera más temores, sobre todo porque está presente la amenaza del gol en contra cada vez que la pelota pasar cerca del área.

Boca estaba resignado a cerrar otro año para el olvido. Había quedado lejos en el torneo local. Y con muchas dudas en la Copa, donde estuvo a un paso de quedar eliminado por el débil Capiatá. Sin embargo, pudo encaminarse. Mejoró ante Cerro Porteño. Y en el camino apareció River, nada menos. El máximo rival, ahora, le da la chance de redimirse ante su gente. De "salvar el año". Y de terminar con una enorme sonrisa una temporada en donde no tuvo mucho para celebrar.

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