Alejandro Caravario 9y

Los efectos del Superclásico

BUENOS AIRES -- El éxito en el Superclásico, celebrado como un campeonato, abre la posibilidad de que River recupere la memoria (además de la tonicidad muscular, amenazada por el trajín del semestre) y así el juego con el que deslumbró en el comienzo de la gestión de Marcelo Gallardo como entrenador.

Ahora que se extinguieron los fuegos de artificio, cabe esperar que la eliminación de Boca obre como estímulo suficiente para que River vuelva a desarrollar sus mejores argumentos. Y enarbole nuevamente las banderas que arrió incluso en las semifinales de la Copa Sudamericana frente a su histórico rival.

El triunfo ante Banfield, que todavía lo mantiene en carrera en el torneo doméstico, también debería reforzar su autoestima y permitirle ofrecer un fútbol más generoso y desinhibido.

En el primer partido final ante Atlético Nacional de Medellín, Gallardo sólo lamentará una baja, la de Gabriel Mercado -en el sector derecho de la línea de cuatro-, excluido por acumulación de tarjetas amarillas.

Pero en su lugar podrá contar con el recuperado Jonatan Maidana, no tan dispuesto a la excursión de ataque, pero muy sólido para defender y titular indiscutido hasta su lesión.

Precisamente, una de las diferencias de este River con la versión original es que retiene más a sus marcadores de punta, permanente factor de sorpresa en los no tan viejos buenos tiempos. Vangioni, por la izquierda, conserva parte de su apetito. Veremos qué ocurre lejos del Monumental.

Si se ha producido el restablecimiento físico que el entrenador persigue con su sistema de alternancias, River tendría que volver a la fórmula de presión constante en campo enemigo. Esa conducta, sumada a la precisa y veloz circulación, lo había convertido en un equipo incómodo, asfixiante, que hegemonizaba la pelota y reducía a sus adversarios al rol de partenaires.

Pero no sólo se trata de oxígeno para el despliegue coordinado cuando se tiene la pelota. Certero y de variado repertorio en los albores de este ciclo, River fue cayendo lentamente en la salida a los pelotazos, en especial desde los pies de Funes Mori y de Barovero.

El arquero encarna una de las paradojas de River: se lo busca a menudo como apoyo, pero pocas veces resuelve con un pase nítido, que contribuya a iniciar una acción organizada.

Ariel Rojas, flojo frente a Boca, y Pisculichi, notoriamente cansado a esta altura de la temporada, deben hacerse visibles como referencia de toque y armado. Como base de operaciones. Y a Ponzio habría que convencerlo de que renuncie al pase kilométrico y pretencioso.

Carlos Sánchez es el más regular del mediocampo. Profundo por la banda derecha, mantiene la dinámica y el buen pie (y sus dotes actorales para inventar o exagerar infracciones). Frente a Banfield fue determinante.

De que esta estructura se afirme en sus convicciones y sus mejores prácticas depende la sobrevida de dos delanteros de lujo como Mora y Teo Gutiérrez. Pueden desaparecer en una lucha desigual o ensamblarse a un equipo que, cuando juega en bloque, con un libreto compartido, es ciertamente temible.

¿Cuál modelo de River saldrá a jugar ante los colombianos? Su memoria emotiva y su regreso a las fuentes serán cruciales para sostener las chances en estas finales.

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