Gustavo Goitía 9y

Federer, el líder positivo

BUENOS AIRES -- Fuente de inspiración y de energía positiva. Roger Federer, el histórico récordman del tenis, se propuso un gran objetivo en 2014 y lo logró. Fue recuperando su gran versión, siendo más ofensivo en el circuito, acumulando victorias y títulos, para volcarlo a su vez en el máximo torneo por equipos. Haber ganado la Copa Davis, la primera para Suiza, lo tuvo como ese líder positivo que siempre suma, dentro y fuera de la cancha. Ganó casi todos sus puntos, aportó experiencia y tranquilidad a sus aliados, supo limar diferencias con Stan Wawrinka en la previa a la final en Francia y terminó con un gesto propio de un grande en todo sentido, al donarles a sus compañeros el premio que les dio la Federación Suiza.

No cualquiera tiene ese tipo de acciones. Es que, precisamente, no se trata de un jugador más. Considerado por la mayoría como el mejor tenista de todos los tiempos, Federer dejó en claro que lo suyo es ir por la gloria, a cada paso. Dueño de muchísimos récords, en especial los de 17 títulos de Grand Slam y 302 semanas como Nº1 del mundo, tuvo el deseo de cederles a sus compañeros sus 3.000.000 de dólares recibidos de la dirigencia por la conquista de la mítica Copa Davis y eso tiene un valor inmenso. Se trata de un ejemplo propio de alguien que, aun siendo tan grande, no piensa en egoísmos, disputas ni codicias.

"Gané tanto en mi carrera que esto es más para mis compañeros. No siento que necesitara tachar ese casillero vacío", dijo el actual Nº2 del ranking tras el título conseguido en la arcilla de Lille. Así y todo, se sabe que la centenaria ensaladera de plata era una meta especial para él. "Esto es increíble para el deporte en un país pequeño como Suiza; espero que inspire a otros deportes, sería genial", agregó. A su vez, pese a ser el que aportó el punto decisivo del 3-1 y tras una actuación llena de lujos, Federer volvió a mostrar su humildad y no se puso en primer plano, fiel a su estilo. "Quiero agradecerle a Stan por el esfuerzo que hizo este fin de semana, él fue el mejor", afirmó.

Eso grafica lo que es y lo que transmite. Hay que tener en cuenta que ambos habían tenido, una semana atrás, una fuerte discusión en Londres, tras el emotivo duelo que Federer le ganó luego de levantar cuatro puntos de partido en la segunda semifinal de las Finales ATP, tras las interrupciones de Mirka Vavrinec, la esposa de Roger, ante algunos saques de Stan. Acto seguido, Federer no pudo presentarse al choque decisivo por una lesión en la espalda, lo que activó las alarmas en toda Suiza. Con dolor, practicó poco, sufrió una durísima derrota en la primera jornada y fue entrando en ritmo, hasta mostrar una sintonía bárbara con su amigo en el dobles clave.

"Fue un año extraordinario, soñé mucho con ganar la Davis y di todo para lograrla. Esto no se compara con un Grand Slam, porque es en equipo", dijo el papá de dos parejas de mellizos. El mismo Federer que no se detuvo en aquella noche que pudo marcar un antes y un después, si es que él y Wawrinka hubiesen puesto sus egos por encima del bien común y apenas se hubieran dirigido la palabra en Francia. El resultado, seguramente, habría sido otro. Sin dudas, ellos son grandes y muy profesionales y saben de qué se trata la Davis, en un deporte tan individualista y egoísta como el tenis, con hombres que se la pasan jugando casi todo el año y durante sus vidas por y para ellos mismos. Por eso, hay que aprovechar las oportunidades que se presentan, porque quizás no se vuelvan a repetir.

Esto ahora puede sonar a frase hecha, ya con el triunfo consumado, pero hay diversos casos que marcaron a fuego la historia de la Copa Davis, con países de diferentes latitudes que padecieron grandes polémicas internas, ya sea entre sus estrellas o no tanto, de jugadores con el capitán, de un protagonista con colegas y/o directivos por sede y superficie elegidas, del pedido de los mejores de llevarse el premio mayor a la hora del reparto, de entrenadores que rompen el clima y buscan priorizar sus indicaciones por encima del conductor del grupo. En fin, opciones hubo y seguirá habiendo, y se conoce a naciones que jugaron una final con sus dos figuras sin hablarse, pese a compartir cancha en la prueba de dobles. Por eso, la intención de pensar primero en el conjunto fue la clave de esta Suiza campeona.

Federer, es sabido, priorizó su carrera individual en el circuito ATP en sus años más dorados y, de hecho, entre 2005 y 2009 sólo decidió participar en los repechajes para tratar de evitar el descenso de la elite de los 16 mejores del planeta. Eso lo hizo recibir algunas críticas y hasta el propio Wawrinka salió a decir que lo necesitaba a su lado. Y, si bien no tenía pensado sumarse esta temporada, decidió hacerlo sobre la hora para el debut en Serbia y allí empezó a edificarse este título suizo. Se decidió justo cuando Stan dio su mayor golpe al obtener el Abierto de Australia y sin dudas que fue su mejor aliado, siendo hoy 4º del mundo. Es que el cuarteto campeón depende pura y exclusivamente de ellos dos y eso, más que nadie, lo supieron entender los dueños de esta película, acompañados por Marco Chiudinelli (214º) y Michael Lammer (534º).

Desde que debutó en la Davis en 1999, Federer sólo faltó en dos temporadas y comprendió que esta oportunidad, por el nivel propio y el de su amigo, por el cuadro que se les presentó y por algunas ausencias notorias, era la indicada. Por eso, en 2014 y con 33 años, a la par de su propuesta más agresiva y acortando los puntos, tomó un compromiso mucho mayor con la Copa Davis y le añadió una gran cuenta pendiente a su brillante carrera. Es cierto que muchos señalan que le falta el oro olímpico en singles, pero lo consiguió en dobles con Wawrinka y además ya obtuvo la plata individual. Por eso, poder levantar la ensaladera estaba entre sus prioridades. Y, como frutilla del postre, se convirtió, en la final, en el suizo con más triunfos en total (50) y en singles (38) en esta competencia.

Seguramente, Federer habría cambiado más de uno de sus 82 títulos por tener este trofeo en sus vitrinas. Y él es consciente que, además del aporte que hizo para Suiza por juego, camaradería y peso histórico, regalarles su premio significaba mucho para sus amigos. El hombre récord también en este rubro, con 88 millones de dólares sólo en lo conseguido en los torneos, comprende que, más allá de Wawrinka, era vital para Chiudinelli y Lammer, ya que entre ambos apenas ganaron 2.100.000. Por eso, hay actitudes que valen más que mil palabras y esto marca su grandeza, como el recorrido que hizo abrazado con Stan, de la cancha hasta el vestuario, tras ganar el dobles en Lille. Por eso mismo, la grandeza de una persona se mide por sus gestos. Y vaya si esta fue una muestra cabal.

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