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La llave de Nacional

BUENOS AIRES -- La gran fortaleza de Atlético Nacional es el juego colectivo. Apoyado en el buen rendimiento grupal logró ganar tres Ligas colombianas consecutivas y alcanzó la final de esta Copa Suramericana. Construyó la mayoría de sus triunfos desde la posesión del balón y la inteligencia para manejar el trámite de los partidos. Sin embargo, todo indica que para conquistar el título más importante de todos va a necesitar, antes de que nada, del aporte de un sólo jugador: Edwin Cardona.

Está claro que para un equipo es mucho más valioso tener una idea colectiva afianzada que varias voluntades individuales en buen nivel. Por aquello de que el todo es más que la suma de sus partes. Sin embargo, en determinadas situaciones, es necesario que aparezcan los cracks en todo su esplendor. Esta final frente a River Plate es uno de esos casos. Porque Nacional tiene fútbol como para ganar en el Monumental, pero si Cardona mantiene su nivel las posibilidades crecerán.

En la final de ida disputada en el Atanasio Girardot, el Verde hizo un excelente primer tiempo y después perdió el control del juego en la segunda parte. Mucho tuvo que ver en eso el bajón de Cardona. Como todo Nacional, el Diez salió al campo de juego decidido a buscar el triunfo. A los dos minutos habilitó por primera vez a Orlando Berrío y luego manejó con criterio cada avance del local. Se movió a las espaldas de Leonardo Ponzio y desde allí se hizo eje del ataque.

El mediocampista central de River debía retroceder demasiado para marcarlo o los defensores debían adelantarse. Rojas y Sánchez no ayudaban lo suficiente a Ponzio y por eso Cardona jugaba con libertad. Además, se lo notó motivado, algo que siempre es muy importante para un jugador de sus características. Se movió por todo el frente de ataque y no sólo jugó como asistidor, si no que muchas veces llegó con peligro, como cuando estrelló una pelota en el palo. Es cierto que no llegó tanto como está acostumbrado a posición de gol y remató podo desde larga distancia, pero fue clave en el armado.

Le dio la asistencia del gol a Berrio y también habilitó varias veces a Jonathan Copete, que no jugó un buen encuentro. Lo mejor de Nacional se vio cuando Cardona se tiraba un poco a la derecha y lograba filtrar pelotas para la subida de Orlando, quien la ganó las espaldas en varias ocasiones a Leonel Vangioni. El hecho de jugar con tres delanteros le otorgó mayores opciones de pase y eso también ayudó a su juego, aunque la lesión de Álex Bernal sin dudas lo perjudicó.

Fue la mayor preocupación de Marcelo Gallardo en el primer tiempo y el responsable del cambio de actitud de River en el complemento. Porque el equipo argentino entendió que debía mejorar y mucho su nivel para neutralizar el fútbol de Edwin. Y el conjunto rojiblanco lo logró. Tuvo mucha más presencia en el mediocampo e hizo lo que más le molesta al cuadro local: le quitó la pelota. Sin ella, Nacional se convierte en en equipo más y Cardona deja de ser un hombre muy peligroso para convertirse en un futbolista que suma más frustraciones que alegrías.

La final fue un verdadero partidazo y en eso tuvo mucho que ver el juego del Diez. Le dio brillo a Nacional e incluso en la segunda etapa siempre se mostró como un peligro para Barovero. Los dos finalistas demostaron que este tipo de partidos también se pueden jugar de esta manera: buscando el arco rival y sin resignar protagonismo. Es una muestra más de que la frase "hay que jugar como una final" no tiene que ver con cuidarse y tener miedo, sino con no traicionar las ideas.

Cuando tiene ganas de jugar, Cardona es un futbolista sin techo. Eso se vio en la primera etapa y eso es lo que necesita el equipo de Juan Carlos Osorio en Buenos Aires. Además, Edwin debe entender que cuando su equipo no logra tomar contacto con el balón es él quien debe ir a buscarla. Porque su talento es el plus que necesita todo campeón. Si él está bien, el Verde puede dar vuelta esta historia.