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Recuperar la grandeza

ESPN.com

BUENOS AIRES -- Si algo caracteriza a los campeones de 2014 (River, Racing, San Lorenzo y Huracán) es que se trata de equipos de gran convocatoria y sobrado prestigio que necesitaban, cada uno a su manera, revalidar esas credenciales.

San Lorenzo fue el que lo hizo de modo más categórico porque por fin consiguió la Copa Libertadores. Era el único grande que no la tenía en su vitrina. El título obtenido en agosto le abrió las puertas de otra situación inédita: el Mundial de Clubes, donde se dio el lujo de jugar la final con el Real Madrid.

Claro que entre una Copa y otra, el equipo de Edgardo Bauza, lejos de crecer a expensas del bautismo de fuego a nivel internacional, se fue debilitando, perdiendo jugadores y juego (básicamente Piatti) y llegó a su duelo con los madrileños con nulas reservas. Su actitud, lejana a la de un campeón continental, tampoco lo ayudó a salir bien parado.

River es quizá el campeón de los campeones. Luego de dar la vuelta en el primer semestre y de la despedida de Ramón Díaz, refrendó su liderazgo en la competencia doméstica con un estirón futbolístico del que todavía se sigue hablando.

El equipo de Gallardo, sin grandes refuerzos y con la pérdida de su joya, Manuel Lanzini, desplegó un fútbol ofensivo y de gran ritmo que lo llevó hasta los umbrales de la consagración.

La superposición de fechas movió al DT a optar por la Sudamericana y le entregó a Racing el campeonato argentino. Pero en la Copa no perdonó. Llegó al desenlace cansado y sin el brillo de los comienzos, pero al cabo de una campaña arrolladora le ganó a Nacional de Medellín con absoluta autoridad de campeón.

Los laureles internacionales luego de 17 años de sequía confirmaron el regreso al más alto nivel de un club que había sufrido el golpe del descenso.

Otro tanto le cabe a Racing. Luego de aquel título de 2001, bajo la conducción de Mostaza Merlo, el hombre que pasó al bronce, había alternado campañas regulares con las crisis que lo aquejan periódicamente.

El 2014 había empezado francamente mal para el club. Inestabilidad política y un rumbo errático en lo deportivo. La llegada de Cocca abrigó la esperanza de un proyecto deportivo coherente, no sólo por la juventud y antecedentes del técnico. La inversión en refuerzos (totalizaron 14) hizo pensar que la cosa iba en serio.

Sin embargo, la eliminación de la Copa Argentina reinstaló la zozobra en una institución muy permeable a los escándalos. Los hinchas resistían a Cocca y Cocca resistía a algunos jugadores. El presidente Víctor Blanco, de primorosas hijas, sostuvo al DT y no se equivocó.

Si bien el fútbol de Racing cambió la vocación ofensiva de los orígenes por un pragmatismo bastante más deslucido, el gran sprint final (sumo seis victorias al hilo con el arco invicto) lo colocó con justicia en la cima del fútbol.

Todavía más notable fue la recuperación del Huracán, otro de los grandes que andaba a los tumbos.

Se fue Frank Kudelka cuando la posibilidad del ascenso se hizo remota. Y Néstor Apuzzo, el coordinador de inferiores, en el tiempo récord de dos meses, rescató al equipo, que estaba en el fondo de la tabla en la zona B y a siete puntos de la última plaza para ascender, y lo condujo a Primera.

Por el mismo precio, se quedó con la Copa Argentina. Luego de nada menos que 41 años, Huracán volvió a salir campeón.