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Aclaraciones indescifrables

BUENOS AIRES -- Luego de una campaña que, además de consagrar a Federico Mancuello como la máxima revelación, dejó al equipo en un muy decoroso cuarto puesto, las cosas se complicaron inesperadamente para Independiente. No por los resultados, sino por tensiones internas que terminaron en la salida de un par de nombres con historia en el club de Avellaneda: Federico Insúa y Gabriel Milito. Este último, que se ocupaba de coordinar las divisiones juveniles, es uno de los últimos ídolos de Independiente.

En una seguidilla que torna difícil pensar en casualidades, luego rodó la cabeza del Rolfi Montenegro, otro futbolista con arraigo en la institución. Gran artífice del arduo derrotero que culminó felizmente con el regreso a Primera.

Y, bastante más atrás en el tiempo, figura de aquel lujoso equipo campeón que dirigía el Tolo Gallego y que también integraron Insúa y Gabriel Milito.

Raro porque Montenegro fue titular en el cuadro de Jorge Almirón durante el último certamen. Pero el propio Almirón decidió que ya no está en sus planes y lo marginó de un plumazo.

Para no embrollar la pretemporada, el DT guardó silencio sobre sus razones para borrar al diez (por lo tanto se convirtieron en misteriosas razones). Pero finalmente abrió la boca y sólo tuvo elogios para Montenegro. Que no hizo nada mal, que cuando estuvo en la cancha resultó importante, sobre todo en la segunda parte del torneo. Y que no tiene ningún recelo con él. ¿Entonces? El entrenador adujo que piensa cambiar de "estilo" y de "esquema". Y además, durante el verano prevé foguear a los juveniles, por eso el Rolfi no tuvo lugar en el micro a Mar del Plata ni siquiera como cebador de mate.

Nunca está mal cambiar. Y el técnico, autoridad soberana del plantel, tiene la potestad de decir cuándo. Pero es difícil de imaginar un "estilo" o un "esquema" en el que un jugador del talento de Montenegro no tenga voz ni voto. ¿Es un estilo que rehúye de la habilidad, la pegada exacta y el pensamiento estratégico? ¿No hay un lugarcito aunque sea entre los suplentes para el Rolfi, quien, según el propio técnico, viene de hacer un campeonato más que aceptable?

Por otra parte, si le interesa curtir a los jóvenes (un ejemplo a imitar), ¿no sería de gran ayuda para los noveles deportistas una compañía experimentada, por lo menos en temas y situaciones ligadas al fútbol?

El probable que varios de esos chicos lo tengan por ídolo. Su mera presencia (bajo el sol marplatense o en las rutinas de Villa Domínico), ¿no sería una referencia estimulante? Las razones estrictamente deportivas que alega Almirón se vuelven excusas diplomáticas. A menos que argumente más extensamente y ofrezca precisiones. O que agregue algún que otro componente político, quizá derivado del peso simbólico de Montenegro, como motivo de su exclusión. Eso sonaría más verosímil.