Washington Cucurto 9y

Román, un crack

BUENOS AIRES- Soportando el calor, a duras penas, en la ciudad incendiada, con 38 grados de sensación térmica, con el asfalto que me quema la suela de mis zapatillas nuevas.

Excitadísimo, a su vez, con las mujeres semidesnudas, que circulan por Lavalle, por Corrientes, por Pueyrredón, por cada rincón de la ciudad por el que paso. ¿Y qué me dicen de las turistas brasileñas que vienen en busca de porteñidad y tango? ¿Quién iba a decir que los turistas podrían ser de Brasil, el país mas lindo del mundo? Y de pronto veo en distintos televisores de distintos lugares de refugios, sean bares, negocios de ropa, hamburgueserías, que Juan Roman Riquelme está a punto de dejar el fútbol. Me angustio profundamente. Entro a un bar y pido una latita de cerveza.

En una de las mesas, veo a un grupo de hinchas llorando, en el piso hay un gran charco de cerveza, vino y lágrimas. Imaginense, no pude resistirme y me senté con ellos.

- Muchachos, ustedes están tristes por el retiro de Román... - Sí Cucu, es el día mas triste de nuestras vidas... Que se retire Román sin usar la camiseta de Boca Juniors es un garrón. - ¡No puede ser, muchachos! ¡Hagamos algo! - Estamos fundidos, Cucu, no tenemos fuerza para nada, la tristeza nos supera... - ¡Pero dejensé de joder, muchachos, que tristeza ni ocho cuartos, peleemos por el crack!

Dije con toda la energía posible, super efusivo, tratando de contagiar al rebaño que estaba abatido moralmente...

- Muchachos, desde este bar tiene que nacer una movida para que Roman se retire en Boca. Armemos un facebook que levante la siguiente consigna: "Riquelme se va con la camiseta de Boca Juniors, sí o sí".

Entonces sí, reaccionaron y fuimos directo a un locutorio. ¿Vos como te llamás? José, ¿y vos? Antonio, mucho gusto, el gusto es mío. ¿Y vos? Yo soy Cucu, trabajo en espndeportes... Conversábamos mientras íbamos al locutorio a pedir una máquina para navegar en intenet.

El hincha que ama a Riquelme, tiene que luchar para que el máximo ídolo se vaya con la camiseta puesta, lleno de amor y reconocimiento, por todo lo que dio. Y seguí revolucionado de ideas. "Organicemos ya una marcha, salgamos de la mano, gritando rumbo a Plaza de Mayo". ¿Y qué vamos a gritar? ¡Román no se va!

Y bajo el calor, como si fuéramos cuatro locos, pero éramos hinchas jugados, dispuestos a todo con tal de que Román Riquelme termine su carrera luciendo la azul y amarilla, salimos en manifestación hacia la Plaza.

Lo increíble es que mucha gente se nos fue plegando y a las pocas cuadras ya éramos un montón y toda la gente, nos miraba y nos aplaudían. Bueno, muy bien, sumemos a más gente y entre todos comenzamos a gritar para la gente se sume y a los pocos minutos ya éramos muchísimos hinchas que llenábamos la plaza al instante.

Todos hablábamos y aprovechábamos para conocernos. Yo trabajo en una fábrica. Yo de data entry, yo soy cadete en Coto. Yo soy gerente en Carrefour. Pero a todos nos unía el amor por Juan Román Riquelme. Al final me tuve que ir, descrubrí que Riquelme era importante, pero no más que una morocha que conocí en la marcha y a la que lleve a tomar una cerveza al Bar El Cazador.

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