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La determinación de Mourinho y el Chelsea marcaron la diferencia

LONDRES -- Fue una noche casi imposible de predecir, y que a menudo amenazó con desbordarse por completo, sólo para terminar con un frustrante elemento de familiaridad. Y no nos referimos a la nueva diatriba calculada de José Mourinho para desviar la atención de los visibles puntos negativos de aquello que por lo demás fue otra noche positiva para el Chelsea esta temporada.

Nos referimos a que alcanzaron la 12ª final en la carrera del DT gracias a otro gran gol de Branislav Ivanovic, que le dio al equipo de Londres un triunfo global por 2-1 sobre el Liverpool en el alargue.

La victoria del martes por la noche también produjo muchos otros tropos clásicos de Mourinho, desde un esfuerzo impresionante hasta una ejecución menos impresionante cortesía de tanta controversia. No debemos olvidar que su último conjunto de Chelsea consiguió una gran victoria en lo que ya era una semana importante, sobre todo después de la sorpresiva derrota ante Bradford City en la FA Cup y con el duelo por el título contra el Manchester City este fin de semana.

Todo culminó en el gran tema de conversación: Diego Costa.

Sin embargo, a pesar de todas las idas y vueltas sobre la actuación del español, desde los regaños de Mourinho a Brendan Rodgers y a Jamie Redknapp (experto de Sky Sports) por sus críticas, hasta los comentarios externos sobre tantos incidentes cuestionables, hay una realidad innegable: Costa refleja a la perfección el pragmatismo maquiavélico de su DT, posiblemente más que cualquier otro jugador, incluso Pepe en el Real Madrid.

Como en tantos equipos de Mourinho, el delantero intenta salirse con la suya tanto como puede, pero por más desagradable que pueda resultar para muchos, esto juega un factor en el sentido de que estos equipos a menudo van más allá de lo que parece posible.

Es un enfoque aún más relevante con el partido de vuelta de semifinales del martes dado el patrón distintivo del juego. Incluso Mourinho reconoció que Chelsea fue un tanto afortunado de haber permanecido igualado después de la forma en que el Liverpool había dominado el primer tiempo.

Naturalmente, Rodgers fue aún más lejos, sobre todo después de las grandes atajadas de Thibaut Courtois uno contra uno ante Alberto Moreno y luego Philippe Coutinho antes del entretiempo.

Si el Liverpool hubiera tenido un delantero como Costa en su equipo, bien podría haber quedado fuera de la vista. Al igual que sus delanteros, Rodgers no pudo ver más allá de Courtois.

"Creo que el portero les dio el empate", insistió el entrenador del Liverpool. "En términos de rendimiento, fuimos excepcionales. Una vez más esta noche, parte de nuestro juego fue muy bueno, creamos ocasiones, sobre todo en el primer tiempo creamos lo suficiente como para marcar un par de goles, pero el portero hizo algunas atajadas muy buenas y, en última instancia, les ganó el empate".

Mourinho no fue tan lejos y más tarde se mostró ofendido por el hecho de que Rodgers había mencionado a un solo portero, dado que Simon Mignolet atajó un gran remate de Costa. Sin embargo, sí reconoció que su equipo tuvo que agachar la cabeza y aguantar al Liverpool porque hasta ese momento, el Chelsea se había visto fácilmente superado.

La línea anormalmente alta de los Blues se vio regularmente explotada por el ritmo del Liverpool, y parecía que Mourinho había empleado la táctica equivocada, sobre todo con el posicionamiento errado de Cesc Fábregas en el mediocampo. Antes de su sustitución en el segundo tiempo, el español ofreció lo que podría describirse como su peor desempeño con la camiseta del Chelsea.

"Yo siempre les digo a los jugadores que durante un partido suele haber un momento difícil, y ese momento llegó en el primer tiempo", dijo Mourinho. "Lidiamos con ese momento difícil. El Liverpool fue bueno, mejor que nosotros, creo. Tenemos que ser humildes e inteligentes para lidiar con el momento difícil del partido, y esperar el momento de tomar el control.

"Ese momento llegó en el segundo tiempo".

Ciertamente hubo un cambio táctico, aunque llegó por casualidad. Fábregas se lesionó en un choque con su propio capitán, John Terry, y tuvo que ser reemplazado por Ramires.

A partir de entonces, el Chelsea inmediatamente recuperó el control del mediocampo, pero eso no fue todo. A esta altura, Costa ya había pisoteado a Emre Can y había tenido varios roces con Martin Skrtel, desde un incidente de penal en el primer tiempo (Skrtel pareció hacerlo tropezar en el área) hasta una confrontación directa.

Así que no fue sólo que el Chelsea sobrevivió al Liverpool. Costa también creó una pequeña tormenta, una tormenta que desvió al Liverpool.

El equipo de Rodgers perdió el ritmo que había tenido y el Chelsea definitivamente estaba mejor preparado para una trifulca. Este es el objetivo de tanta astucia, tanta agresividad y tanta aspereza. Un equipo con un enfoque mental de hierro fundido puede hacer que otros pierdan valor. El Chelsea también comenzó a jugar mucho más, con contraataques más cortantes.

"En el segundo tiempo dominamos, teníamos que anotar, Mignolet estuvo increíble", dijo Mourinho, entusiasmado. "Cuando marcamos el gol en el alargue, después de eso el equipo me mostró madurez, control. Gran partido, gran experiencia: para mejorar es bueno jugar contra un muy buen equipo".

El incidente mediante el cual el Chelsea anotó también dijo mucho sobre el empate y los dos equipos. Un conjunto impresionantemente fluido como el Liverpool otra vez pareció dedicar demasiado tiempo a las cosas complicadas en lugar de los fundamentos; su sistema de marcación zonal colapsó y permitieron que Ivanovic convirtiera de cabeza un tiro libre de Willian. El orden de Mourinho una vez más triunfó sobre el caos inspirado de Rodgers.

Para aquel entonces, el caos en el campo de juego se había extendido a los bancos; se intercambiaron muchas palabras acaloradas y hasta algún que otro empujón. Rodgers le restó importancia.

"No hay problema. Es un juego competitivo, un gran partido entre dos grandes equipos. El chimpancé se escapa de vez en cuando".

Ese comentario fue acompañado por una sonrisa: Rodgers hacía referencia al libro "La paradoja del chimpancé" del Dr. Steve Peters, después de toda la atención generada por el trabajo del psicólogo con el Liverpool la temporada pasada.

Al final, el Liverpool perdió la compostura y el control que había mantenido en el primer tiempo. Mientras tanto, una de las cualidades de los equipos de Mourinho ha sido que no pierden la cabeza en este tipo de situaciones, lo cual es aún más notable después de la desagradable sorpresa que se llevaron en la Copa de Inglaterra y de toda la polémica que envolvió este encuentro. El técnico portugués volvió a jugar su parte para avivarla, aunque intentando alejarla de Costa al criticar él mismo a los expertos que reprocharon a su delantero.

Las fuentes dicen que Mourinho vio algunas opiniones de los expertos de televisión antes de ir a la conferencia de prensa y estaba especialmente irritado por los comentarios de Redknapp -- aunque no lo nombró directamente.

"No sé su nombre porque cuando lo veo, apago el televisor".

Cuando le volvieron a preguntar a Mourinho de quién estaba hablando, volvió a esquivar la pregunta.

"Olvídalo... vamos a Wembley".

Esa frase tiene aún más significado del que el portugués podría haber previsto. Su equipo generalmente es capaz de hacer a un lado el rencor de los partidos para mantener el rumbo de una manera que otros no pueden. Casi se deleitan en ello.

Ahora, también pueden deleitarse de haber llegado a otra final.