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Atlético Madrid probó su medicina

BUENOS AIRES -- Para Barcelona no hubo dos sin tres: en menos de dos semanas, se anotó su tercera victoria al hilo frente al Atlético Madrid y así se metió en semifinales de la Copa del Rey.

Como venimos diciendo estas semanas, en realidad más allá del resultado o de que el equipo de Luis Enrique se mantenga en carrera en los tres frentes, lo más importante es que la seguidilla de triunfos está sustentada en una notoria mejoría en el juego. Subieron su nivel varios jugadores clave, empezando por Messi, con lo cual también se elevó el rendimiento colectivo.

No es casualidad entonces que Barcelona haya conseguido vencer por triplicado a su adversario más difícil, el que lo dejó afuera de la Champions y le quitó también la Liga la temporada pasada. Un equipo que, por su manera de jugar, conseguía frustrarlo una y otra vez, quitándole los espacios, cortándole la circulación y aprovechando para lastimarlo de contra.

Pero esta vez, lo que sucedió fue exactamente lo contrario: el que tuvo que asumir el rol de protagonista fue el Atlético, mientras que el Barcelona, con la ventaja de haber ganado 1-0 la ida, pudo esperar y sacarle provecho al campo que le dejó su rival.

De cualquier manera, fue un partidazo a partir de un primer tiempo con todos los contrastes y emociones posibles. Arrancando con el gol de Fernando Torres, quien curiosamente anotó otra vez antes del minuto, pero siguiendo con todo lo que se movió el marcador y cómo eso influía en la actitud que cada uno debía adoptar. Desgraciadamente para el Atleti, la ventaja le duró muy poco, ya que antes de los 10 minutos el Barcelona había igualado, con lo cual obligaba a su rival a marcar dos goles más.

Ese gol fue la primera dosis de la propia medicina que tomó el Atlético, ya que el tridente del Barcelona manejó la réplica a la perfección. Messi controló la pelota contra la línea e hizo pasar de largo a Mario Suárez, para meter un pase que Luis Suárez controló de manera extraordinaria en una posición difícil. El uruguayo a continuación metió un pase a profundidad quirúrgico para que Neymar primero se encuentre con la pelota a la carrera y luego defina con un cachetazo cambiando de palo.

Aun así, el Atlético siguió en partido y hasta quizás jugando mejor. Volvió a pasar al frente con un penal doblemente dudoso, con lo cual estaba a un gol de cumplir su objetivo y con mucho tiempo por delante. Pero Barcelona volvió a encontrar el arco, primero con el gol en contra de Miranda, y después con otro contragolpe furibundo, en el que Atlético se quedó pidiendo una mano de Jordi Alba para terminar viendo como en el otro arco Neymar, nuevamente, liquidaba el pleito.

Si quedó liquidado fue porque además, en el túnel, Gabi vio la tarjeta roja, con lo cual la recuperación se hacía demasiado cuesta arriba. Los 45 minutos de la segunda parte estuvieron de más. Porque así como Barcelona lo venció con sus propias armas, el Atlético desnudó también las limitaciones que tiene a la hora de verse obligado a salir a buscar. Y con un hombre menos, nunca encontró los caminos para dar vuelta el resultado.

Por una vez, el Atlético fue el cazador cazado, y más allá de que hizo méritos para merecer más, terminó sufriendo lo que suele hacerle a sus rivales: tuvo enfrente a un equipo que fue implacable de contra, jugando con precisión absoluta a máxima velocidad. No le quedaba otra al Atlético Madrid que salir a buscar, pero no es sencillo cambiar el estilo y tener éxito de manera inmediata. Por eso, los 180 minutos consagraron a un justo ganador.

Del lado del Barcelona, los últimos resultados hicieron que quedara bien olvidado el discurso de los medios sobre la crisis y las supuestas peleas entre Luis Enrique y Messi. Como dijimos en su momento, se habla demasiado sin fundamento y se crean mundos donde no los hay.

Está clarísimo que en cualquier grupo humano hay opiniones distintas y que, tarde o temprano, habrá confrontación. Eso sucede en el trabajo, en la familia y en un grupo de amigos de manera indistinta, aunque claro, en el fútbol los egos le agregan una cuota más al tema. Pero de ahí a hablar de crisis cada vez que se produce un disenso hay un largo camino. ¿O acaso alguien cree que Messi y Guardiola jamás tuvieron distintas opiniones?

Lo que importa no es el conflicto en sí, sino su resolución. En general, las diferencias se resuelven de manera pacífica, cada uno (entrenador y jugadores) se enfocan en aportar lo mejor desde sus lugares y los grupos siguen funcionando como tales, consensuando tanto los objetivos como la manera de lograrlos.

Esa es la clave y es bastante más sencilla de lo que se suele creer. Director técnico y dirigidos se necesitan mutuamente para llegar a una meta. Si todos son inteligentes y respetuosos, terminan entendiendo que el todo es, siempre, mucho más que la suma de las partes.

Y en ese todo con tantas virtudes futbolísticas como es Barcelona, la mejoría de algunas piezas redunda en la producción del conjunto. Messi, como venimos diciendo, está otra vez en un gran nivel. Piqué le está dando cohesión a la defensa, Rakitic encontró su lugar en el mediocampo y Neymar para haber finalizado su proceso de adaptación, jugando para un equipo al que nadie le da los espacios que tanto supo aprovechar en Santos.

Luis Enrique todavía tiene dos puntos en los que hay mucho que mejorar. Uno de ellos tiene que ver con lo que pueda aportar Luis Suárez, quien tal como Neymar, está sufriendo por la falta de lugar para moverse como a él más le gusta.

El otro es el bajo rendimiento de Iniesta, quien si bien ha mejorado, sigue lejos del nivel que mostrara en los años dorados del Barcelona de Guardiola. Me da la impresión de que sufre por la ausencia de quien fuera su gran socio, Xavi, quien hoy ya no es titular. Sin Xavi y con un esquema de 4-3-3, el Barcelona no pasa tan corto como antes y a veces hasta se excede en el pelotazo, algo que no ayuda al juego de Iniesta, que así se muestra mucho más intermitente de lo que uno quisiera.

En definitiva, Suárez e Iniesta son dos grandes jugadores que hoy no le dan todo lo que podrían al equipo. Pero si eso cambia en el corto plazo, cuidado con un Barcelona que está en pleno crecimiento.

Felicidades.