Rafael Zamorano 9y

Los protagonistas del juego han desafiado, sin miedo, a Roger Goodell

PHOENIX -- "Ellos cuentan con grandes jugadores. Nosotros contamos con grandes jugadores. Será un gran partido".

"Se trata de un gran reto. Vamos a enfrentar a un gran equipo. Por eso, ellos están en este encuentro, también". La primera cita fue de la autoría de Earl Thomas, charlando con reporteros durante la disponibilidad ante los medios del jueves por la mañana, última vez que la prensa tuvo acceso a los jugadores de los Seattle Seahawks antes del Super Bowl XLIX.

La segunda fue ofrecida un par de horas antes durante la disponibilidad ante medios de los New England Patriots, por Tom Brady.

Cualquiera de esos enunciados se pudo haber dicho por casi cualquier jugador en casi cualquier año. Un alto porcentaje de lo que sale de la boca de los jugadores en los días previos al Super Bowl --a cualquier Super Bowl-- va en el mismo sentido: se exhibe una cuota de respeto mutuo y se intenta no salir del reino de lo políticamente correcto. Por si fuera poco, siempre se intenta evitar pronunciar palabras que sirvan de motivación adicional al rival.

Este año, sin embargo, la actitud desafiante --tan alejada de la usual cordialidad-- de algunos de los protagonistas del Super Bowl XLIX es de llamar la atención.

Richard Sherman, por ejemplo, se desvió del guión de los Seahawks respecto a la controversia de la que llegaron rodeados los Patriots a Arizona por el caso de los balones anormales empleados durante el Juego por el Campeonato de la AFC, cuando declaró, "¿Pienso que [los Patriots] serán castigados? No lo creo. No mientras Robert Kraft y Roger Goodell se sigan fotografiando juntos en sus respectivas casas. [Goodell] estuvo apenas en la casa de Kraft la semana pasada previa al Juego de Campeonato de la AFC. Allí hay conflicto de intereses. Mientras eso suceda, no les afectará en lo mínimo".

Desde luego, los comentarios de Sherman no van dirigidos tanto a los Patriots o a su propietario, como sí a Goodell y a los que toman decisiones en la liga.

La respuesta llegó poco tiempo después, del propio Kraft, aunque tampoco dirigió su ira hacia el rival del domingo.

Un "decepcionado" Kraft señaló en dirección a la liga y a la prensa "por el modo en que todo el asunto ha sido manejado y reportado", al bajar del avión tras el arribo de los Patriots a Arizona. "Esperamos hechos concretos en lugar de evidencia circunstancial filtrada, respecto a la investigación", dijo Kraft, mientras anunció que espera "una disculpa por parte de la liga hacia todo el equipo", en el caso de no encontrarse evidencia en contra de su club.

Eso no suena muy amistoso entre Kraft y Goodell.

Otro caso notable ha sido el de Marshawn Lynch, quien claramente se ha esforzado por provocar a la liga con sus acciones ante los medios. El supuestamente introvertido corredor de Seattle ha realizado un esfuerzo significativo por desafiar a la liga, apareciendo únicamente en periodos de alrededor de cinco minutos ante los medios, levantándose de inmediato al sonar su alarma, para retirarse.

Pero lo de Lynch va más allá de simplemente no querer responder las preguntas de los reporteros. Es una declaración de guerra. Después del infame, "Estoy aquí para no ser multado" --una y otra vez-- del Día de Medios, Lynch ofreció un igualmente repetitivo, "Ustedes saben por qué estoy aquí", al día siguiente.

"Ustedes clavan las cámaras y micrófonos por mi garganta", dijo el jueves Lynch, en el último día en que debió enfrentar a los reporteros... hasta que lo tenga que volver a hacer al final del partido. "Pero ustedes están molestos conmigo. Y si están molestos conmigo, ¿entonces qué hacen aquí?".

El martes por la tarde, después del Día de Medios, empezaron a circular versiones de que la NFL estudiaría la posibilidad de multar a Lynch, no por una cuestión de negarse a quedar a disponibilidad de los medios --por más que su concepción sobre lo que implica esa disponibilidad sea tan diferente al de la mayoría--, sino por portar una gorra no sancionada por la liga, una de su propia línea de ropa.

Tanto miércoles como jueves volvió a portar gorras de su marca de ropa, e incluso el jueves, entre una de las pocas cosas que dijo Lynch ante los micrófonos fue la dirección de su tienda en línea. No es casualidad que una "pop up store", un punto de venta temporal para su tienda, en Scottsdale, un suburbio de Phoenix.

¿Cuánta publicidad ha recibido Lynch a costa de esos medios a quienes acusa de odiarlo? ¿Cuantas veces se ha multiplicado esa publicidad por las multas pasadas de la liga hacia Lynch, o las amenazas de esta semana? De acuerdo a la firma Front Row Analytics, la publicidad recibida por Lynch solamente en el Día de Medios para su marca gracias a la exposición de su gorra en las múltiples transmisiones vale cerca de 2.25 millones de dólares. El modelo de la gorra que portó Lynch en el Día de Medios, y que estaba anunciado en su sitio web por 33 dólares, se agotó para el miércoles en la mañana, de acuerdo a un reporte de ESPN.

Por supuesto, Sherman no podía dejar pasar el tema sin expresar su opinión: "No pienso que [los jugadores] deban ser obligados más de lo que es obligado el comisionado a hablar con los medios", dijo el esquinero respecto a Lynch y Goodell. "Creo que si los jugadores están obligados a hablar con los medios, entonces el personal de la NFL debe estar obligado a hablar con los medios semanalmente, y no es el caso".

El Super Bowl siempre supone un enorme reto para la NFL, desde diversos puntos de vista: deportivo, creativo, logístico, mediático, de seguridad, etc. Este año, sin embargo, la liga ha debido encarar un reto que si bien no es algo totalmente nuevo, nunca había escalado a esta magnitud: una postura tan abiertamente desafiante de sus protagonistas.

Hoy viernes, cuando Goodell celebre su informe anual sobre el estado de la liga, las condiciones podrían estar preparadas para que se multipliquen las voces retadoras hacia el comisionado. Escándalos recientes como violencia doméstica o la aplicación de las reglas de juego, volverán a la escena, sumándose a los balones sin presión y las multas para Lynch.

Este domingo, sobre el campo, estarán en juego varios legados. Tom Brady buscará convertirse en el tercer mariscal de campo que logre conquistar cuatro anillos de Super Bowl, mientras los Seahawks buscarán inscribir el nombre de la "Legion of Doom" junto al de otras unidades defensivas de leyenda. Sin embargo, fuera de lo deportivo, ningún legado pende más en el balance que el de Goodell, en el noveno año de su mandato al frente de la liga.

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