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Cuerpo y mente

BUENOS AIRES -- Todos esperábamos con ansias el regreso de Tiger Woods. Alejado de las canchas desde el mes de agosto tras su fugaz vuelta luego de su operación, Woods se tomó cuatro meses de descanso para recuperarse de forma total.

Su retorno se produjo en diciembre pasado cuando jugo el Hero Challenge, su torneo, finalizando en el último lugar entre los 18 participantes. En el medio había finalizado su relación con Sean Foley y tenía ahora como "consultor" al poco conocido Chris Cuomo, un especialista en biomecánica aplicada al swing de golf, cosa que parecía tener sentido para un jugador que necesitaba un swing que no le volviera a causar problemas físicos. Su swing se vio bien, de hecho varios especialistas coincidieron en esto, pero su juego corto fue desastroso. Pensé que había sido algo propio de la falta de actividad, del nuevo swing o de los muy "finitos" líes de Isleworth. Me equivoqué.

Su regreso a la competencia oficial se dio en Phoenix y allí pego muy mal desde el tee, pero la peor parte fue su juego corto. Mostro todo el repertorio de lo que no se debe hacer, tanto que empezó a jugar golpes por abajo cosa que jamás había hecho en su carrera. La falta de confianza era tal con su sand wedge que prefirió no usarlo y no enfrentar los golpes que durante toda su carrera hacia con total naturalidad. La palabra "yips" empezó a ser escuchada por todos lados y les puedo asegurar por experiencia propia, que la falta de confianza con el sand wedge es algo desesperante. Se puede ganar de muchas maneras en este juego y Tiger lo demostró ganando su último major en una pierna, pero con los yips alrededor del green les aseguro que no hay forma de hacerlo. Las preguntas son muchas: podrá volver a ser un factor en el tour, podrá volver a ganar torneos, majors, o si definitivamente el golf lo abandono. Cada uno de nosotros tiene su propia respuesta. Acá les dejo mi impresión.

Los jugadores del tour son la elite del golf mundial y muchas semanas nos sorprendemos con ganadores que poco conocíamos. Esto nos dice que son muchos los que se paran en el tee del 1 el día jueves pensando que pueden ganar. Todos ellos tienen en común algo: la semana que ganan tienen su mente y su cuerpo funcionando al 100%. A algunos les pasa solo una vez en su carrera, pero si buscamos a un jugador que ha ganado muchas veces (Furyk, Couples, O'Meara), tenemos que pensar que la mente de estos tipos funciona por encima de lo normal, digamos al 200%. Si ahora vamos a una súper estrella como puede ser Phil Mickelson que ha ganado 42 veces en el tour con 5 majors, coincidirán conmigo que la mente del zurdo es superior y podríamos decir que funciona al 400%. Siguiendo con este razonamiento podemos inferir que la mente de Tiger funcionaba al 800% y que su físico estaba en perfectas condiciones en su mejor momento. En lo que acaban de leer pueden tener la respuesta a todas las preguntas.

Coincidirán conmigo en que el físico de Tiger está lejos de ese 100% que necesita cualquier deportista, pero su mente esta todavía más lejos en proporción. Esto empezó en 2009 y no cuando su ex mujer le partió el vidrio trasero de su auto con un hierro cuando se destapo el escandalo familiar. Fue un par de meses antes cuando en Hazeltine nos preparábamos para llevarles por ESPN el major nº15 de Woods. Entrando a la ronda final del PGA Championship llevaba dos de ventaja y Tiger jamás había perdido un major saliendo puntero al día final. Ese domingo se enteró por primera vez que era posible erra putts. No solo no emboco una, sino que se encontró con un poco conocido Y.E. Yang que hizo todo lo que él les había hecho a sus rivales por años. Por primera vez esa tarde tomo conciencia que se podía perder. El virus estaba dentro de su mente y curiosamente nunca más en los majors volvió a ser el jugador dominante, de hecho no ha vuelto a ganar uno de los cuatro grandes.

El abandono de esta última semana en Torrey Pines pone de manifiesto una vez más lo que decíamos de su cuerpo, pero me da la impresión que es el aspecto mental el que más le juega en contra. Es lógico pensar que los nervios no son los mismos a los 39 que a los 25 y es todavía más entendible que sus prioridades en la vida tampoco sean las mismas. A todo esto hay que sumarle un grupo de jóvenes encabezados por Rory McIlroy que crecieron viendo a Woods por televisión y que hoy son el futuro del golf mundial. Nombres como Day, Koepka, English, Fowler, Watson, Reed, Spieth, Matsuyama y toda la invasión asiática que llegara pronto tienen el físico intacto y las mismas ganas que tenía Tiger hace 15 años. Entiéndase que no estoy comparando a todos estos jugadores con Tiger, solo Rory me parece que tiene el potencial para hacer algo parecido a lo que hizo Tiger en su carrera. La pelea no será pareja, de la misma forma que no lo era cuando Tiger Woods con su físico a pleno y su mente trabajando como solo la suya podía hacerlo destrozaba a sus rivales.

Nada me gustaría más que verlo repuesto y peleando con la nueva generación porque creo que sería un espectáculo fabuloso. Nada me gustaría menos que el golf lo abandone como lo hizo con Seve Ballesteros un día. Esta historia continuará.