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Así llega River al Torneo 2015

Getty Images

BUENOS AIRES -- Cuando parecía que tocaba fondo (goleada ante Boca), River resurgió con renovado impulso y, al cabo de dos partidos en los que mostró una ostensible superioridad sobre San Lorenzo, se quedó con la Recopa Sudamericana, séptimo título internacional de la institución.

De cara a un año movido, en el que el equipo de Gallardo apostará casi todo su capital a la Libertadores, es un comienzo inmejorable. No sólo por el trofeo, sino por la recuperación de algunos de sus resortes futbolísticos fundamentales.

Teo Gutiérrez, sobre todo en el partido de ida, volvió a ser un delantero comprometido, de toque sutil e inteligencia estratégica. A veces se ceba con algún lujo innecesario, pero se trata de un vicio menor.

Sánchez y Rojas aportan otra vez las alternativas creativas por lo laterales, allí donde River solía horadar las defensas con paredes veloces. Son buenos administradores de la pelota y tiene proyección ofensiva. En el Nuevo Gasómetro, Rojas fue decisivo. Mora, inquieto, participativo y escurridizo, es un factor esencial de sorpresa. Y Vangioni, aunque se mostró contenido en sus clásicos despegues a campo traviesa, fue muy eficaz en la marca. Ante San Lorenzo se midió con un velocista como Villalba y se impuso en el duelo.

Esta foto de River parece enviarnos a la primera versión del equipo de Gallardo. Aquella de circulación precisa, presión constante y capacidad de gol. Pero aun después de afianzarse en la Recopa, el cuadro de situación no es idéntico al de los orígenes. Al vértigo característico de River le falta pausa, un segundo de meditación para reencauzar jugadas. El equipo se torna muy vertical y así, con pases muchas veces exigidos, apurados, es difícil mantener la seguridad de la entrega.

Este bache se debe a que Pisculichi ha dejado de incidir como antes. En los últimos meses, se recostó en la función de lanzador de pelotas quietas y resignó, quizá aquejado por alguna merma física, su rol clave de articulador del ritmo y eje de la circulación.

La incorporación de Pity Martínez al plantel (la transferencia más importante del mercado de verano, por mucho ruido que haya hecho la llegada de Daniel Osvaldo a Boca) quizá proyecte una sombra sobre la continuidad de Pisculichi. Son jugadores diferentes, de acuerdo. Pero es casi un despilfarro dejar en el banco a Martínez, con su enorme potencial para desequilibrar. Y, normalmente, el candidato a ser relevado es quien atraviesa un momento improductivo.

Rojas también estaba en una peligrosa meseta, y se dijo desde este espacio que era número puesto a dejar al menos provisoriamente el equipo titular. Pero el mediocampista nacido en Garín, como ya señalamos, renovó sus votos.

Otro frente de preocupaciones es la posible necesidad de recambio. Se sabe que Gallardo prefiere alternar jugadores una vez que establece prioridades entre las competencias. Probablemente le alcance para mover piezas sin costo en la gestión defensiva. Tiene en el depósito a jugadores de la talla y la experiencia de Ponzio, Álvarez Balanta y Pezzella. En ataque, la cosa es diferente. Tanto Martínez como Mayada hasta aquí respondieron. Pero la segunda línea la integran juveniles a quienes, aun curtidos por el título sudamericano reciente, todavía les falta un golpe de horno.