Martín Bater 9y

Unidos ante la adversidad en Miami

MIAMI -- A veces el destino es cruel y te juega una mala pasada. En el caso de Chris Bosh, un día estás jugando en el Juego de las Estrellas bajo las luces de Nueva York, optimista sobre las posibilidades de tu equipo de llegar a los playoffs, y 96 horas después te ves postrado en una cama del hospital con coágulos de sangre en tus pulmones y tu temporada oficialmente acabada.

A veces cosas malas y desafortunadas le suceden a buenas personas, y Bosh definitivamente es uno de los bonachones de la NBA. Es por eso que, sin que nadie tenga que sugerirlo, tanto sus compañeros como ex compañeros, el cuerpo técnico y el dueño del Miami Heat y diversos miembros de la liga le demostraron su apoyo incondicional.

Ya sea visitándolo en el hospital como Dwyane Wade, mandándole un tuit de aliento como LeBron James o enviándole una simple dedicatoria como Joakim Noah después del partido de los Chicago Bulls, el afecto para el ala pivot del Heat era tan inmenso como indiscutible, un abrazo simbólico de costa a costa.

Eso se debe a que Bosh se ganó cada centavo de su contrato por cuatro temporadas y 118 millones de dólares tras la ida de LeBron. Él sacrificó a su ego y sus estadísticas para salir campeón de la NBA dos veces en el 2012 y 2013 y luego fue recompensado como referente de dicho campeón.

Thank you for all the messages, love, and support. It has truly lifted my spirits through this tough process. #Heatnation #Iwillbebacksoon #Boshfamily

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Bosh se sentía rejuvenecido en Miami recibiendo el reconocimiento de la gente y liderando al Heat en minutos por partido (35,4) y en triples (63).

Encontrar a un gigante de más de dos metros de altura que sepa lanzar triples como un francotirador letal y que esté dispuesto a batallar contra otros grandotes en la zona pintada bajando siete rebotes por encuentro y promediando 21,1 puntos no es cosa de todos los días.

Además, Bosh finalmente había encontrado a un aliado perfecto en Hassan Whiteside, un pivot joven que nació para hacer el trabajo sucio y que él se luzca, que se sentaba al lado suyo en el vestuario y lo escuchaba como mentor.

Obviamente la mala suerte del Heat no se puede comparar a la de Bosh. El básquetbol después de todo es un juego, la salud no lo es. Sin embargo, los dirigidos por Erik Spoelstra también se ven cruelmente afectado por esto como equipo, y una vez más el timing fue su peor enemigo en vez de su aliado.

Uno no puede deducir lo que hubiese sucedido si el anuncio de que Bosh no jugaría más esta temporada hubiese sido el martes en vez del sábado, tal y como terminó sucediendo, pero si ese hubiese sido el caso lo más probable es que Pat Riley no hubiese entregado dos selecciones de la primera ronda del Draft y a una colección de jugadores bajo contrato a cambio de Goran Dragic, un base talentoso que será agente libre sin restricciones este año.

Eso es apenas una continuación de una pesadilla que comenzó en julio, cuando LeBron James se fue de Miami a Cleveland pero Riley se negó a bajar los brazos y contaba con Josh McRoberts como incorporación por cuatro años y 22 millones de dólares.

McRoberts iba a complementar a Bosh como parte del quinteto titular antes de que el mundo conozca a Whiteside, pero el veterano de 27 años jugó solo 17 partidos, apenas cuatro de ellos desde el arranque y no pisa la cancha desde el 9 de diciembre, víctima de una lesión en la rodilla que lo dejó afuera por el resto de la campaña.

Luego hace apenas unos días, justo cuando Wade y Whiteside habían regresado de sus respectivas lesiones, cuando Dragic llegaba para reforzar al plantel y darle un salto de calidad, Bosh quedó marginado. Esa es la historia de la temporada para un equipo que jamás pudo estar verdaderamente entero y llegar a su verdadero potencial.

Sin embargo, ya es demasiado para retirar las fichas, la apuesta ya está hecha.

La apuesta de Riley se basaba en la presencia de Bosh como pilar de un equipo que hubiese complicado a cualquiera en la postemporada. Ahora el Heat afronta un futuro incierto con una marca perdedora y se aferra al séptimo lugar del Este más por inercia que por mérito propio.

El Heat no puede darse el lujo de lamentarse, ya que lo hecho está hecho y no hay reloj que de vuelta hacia atrás. Lo único que le queda es mirar hacia delante y dar pelea con el núcleo de jugadores que tiene. Jugar por Bosh, más que sin él.

Después de todo, su compañero está fuera de peligro y dando pelea por su salud fuera de la cancha, eso es lo verdaderamente importante. La mejor manera de compensar por su ausencia será enorgullecerlo sobreponiéndose a la adversidad dentro de ella.

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