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Gran show, ¿gran pelea?

No es agradable ser Abogado del Diablo. Sobre todo cuando hay tantas expectativas puestas en lo que será –sin dudas- uno de los espectáculos más vistos y productivos de la historia del deporte. Tras años de espera, los aficionados, por fin, podrán ver, frente a frente, a Floyd Mayweather y Manny Pacquiao. Dos estilos. Dos personalidades. Dos actitudes. Y, como suele decirse, con un lugar en el pináculo. Sí, habrá lugar para uno solo...

Se habla de una cantidad record millones (unos trecientos como mínimo básico) a repartir, con ventajas para Floyd (60%) sobre Manny (40%). Y, por supuesto, se piensa batir el récord de pay per view (que posee la pelea Mayweather-De La Hoya en el 97, con 2 millones 400 mil espectadores) sin contar recaudación por venta de boletos, más merchandising, más el aporte de los sponsors, más...

Eso garantiza un show que promete ser inolvidable, pero, ¿Asegura una gran pelea?

Desde el optimismo, aun teniendo en cuenta que ninguno de los dos está ya en el nivel óptimo de su carrera, se puede pensar que sí. Después de todo, el choque entre el boxeador de estilo y el peleador sanguíneo es una de las fórmulas más exitosas del boxeo. Lo cual no significa que nunca falle.

De los últimos rivales que tuvo Floyd, sin dudas Miguel Cotto y Marcos Maidana fueron los que más presión le pusieron a Money. Y, perdiendo, hicieron grandes peleas (cuando mencionamos a Maidana nos referimos, se entiende, a la primera versión, que de alguna manera hasta produjo una revancha). Sin embargo, más allá del esfuerzo puesto por sus contendientes, Floyd se impuso por puntos sin grandes sustos.

La derrota por nocaut frente a Juan Manuel Márquez fue un resultado bisagra en la carrera del filipino. Tanto que sus tres presentaciones posteriores no fueron de alto riesgo. Brandon Ríos, Tim Bradley –ganador en la primera en fallo injusto para nosotros- o Chris Algieri, no pusieron en gran peligro al hombre de Bob Arum.
Hay un hecho indiscutible. Hace unos años, la fiereza y la presión de Manny le hubieran traído problemas a Floyd, pero éste, también hace unos años, estaba más veloz y vivo de reflejos.

Hoy es hoy. Floyd, a los 37, está cerca de un retiro que él mismo ha prácticamente implantado, con el objetivo de llegar invicto a las 49 peleas, de las cuales ahora suma 47 –todas ganadas-, con 26 nocaut. Si algo sabe hacer es enfriar el combate, alejarse de la trampa de la corta distancia y la fricción (salvo que la produzca él) y descolocar al adversario. No se puede dudar mucho en que será esa su táctica, utilizando la gran velocidad de brazos para trabajar en las réplicas.

Manny, a los 36, tiene grandes y muy duras batallas en su carrera, en la que se anotan 57 victorias (38 antes del límite), 5 derrotas y 2 empates. Es cierto, en sus últimas peleas parece haber ganado en velocidad, pero sería engañoso comparar en ese rubro a Brandon Ríos o a Chris Algieri con Floyd.

El Pacman deberá provocar el choque y achicar espacios. Para el primer rubro, será fundamental que no caiga en el error de perseguir a Floyd en línea recta, cosa que seguramente no hará, buscando cortarle el ring a Floyd, y lanzando golpes con ambas manos, especialmente a los flancos.

Nos da la sensación de que, a la hora de estudiar adversarios, Floyd es un especialista mayúsculo y que Manny deberá trabajar muchísimo para sorprenderlo. Si no lo logra, no sería de extrañar que Floyd comience a sumar puntos en base a una pelea segura, sin fricciones ni actitudes heroicas.

Como ocurrió cuando venció al Canelo Álvarez o a Maidana en la revancha, Floyd tal vez adopte una actitud conservadora que, muchas veces, le ha hecho ganar abucheos.

Un colega nuestro de hace muchos años, Nigel Collins, escribió en ESPN que "El toreo y el boxeo se pueden comparar en muchas cosas, pero en el toreo no hay fallo de los jurados". Coincidimos plenamente. Los grandes campeones son aquellos que, en todo momento, buscan asestar la estocada final, el remate que termine su faena en forma terminante y sin dudas.

Floyd, allá por el 2007, noqueó sin atenuantes a Ricky Hatton: fue su última gran definición antes del límite. Es cierto: también noqueó a Víctor Ortiz en 2011, pero teniendo en cuenta la situación, puede afirmarse que fue una definición atípica...

En el resto de los casos –Guerrero, Mosley, Cotto, el Canelo Alvárez Juan Manuel Márquez y las dos con Maidana-, ganó por puntos. Incluso salió a bailar de lejos en los últimos dos o tres asaltos ante Maidana (en la revancha) sin correr ningún riesgo ni importarle tampoco la opinión del aficionado. Está en su derecho, claro, pero como actitud nos pareció mezquina para quien está considerado el mejor boxeador de los últimos años.

No sería justo pedirle que se sacrifique o reciba golpes de más por dar espectáculo, pero también hasta el arte de "no dejarse pegar" también posee sus códigos. Escapar como lo hizo ante Maidana en los últimos asaltos de la segunda pelea, fue, para Floyd, lo más normal del mundo.

Le tocará a Pacquiao, desde el primer momento, tratar de imponer sus condiciones y su mayor fortaleza. Si no lo logra, es muy posible que tengamos una pelea millonaria en dólares, pero de muy escasa emoción.
Ojalá que nos equivoquemos, porque si algo está necesitando el boxeo de hoy es, justamente, la emoción y el drama que son la esencia misma de la actividad.