<
>

Los problemas del Manchester United son un deja vu para Di María

BUENOS AIRES -- Este último par de meses difíciles para Ángel Di María alcanzaron una especie de cenit el fin de semana. Los comentarios de Charly Rexach, exentrenador del Barcelona y miembro recién nombrado del nuevo comité técnico del club, de que el centrocampista argentino había sido "demasiado feo" para el Real Madrid, se sumaron a otra actuación chata para su nuevo club de Manchester ante el Sunderland. La humilde tarde de sábado de Di María le vio salir por Adnan Januzaj en el entretiempo, lo que le dio más tiempo para inquietarse por sus dificultades actuales.

De hecho, más allá de los titulares baratos, Rexach probablemente haya dado justo en el clavo. El veterano ha negado haberle dado una entrevista al medio que lo citó, Regio 7, y explicó que sus comentarios fueron hechos durante una cena privada en septiembre. De cualquier manera, en realidad no se trata tanto de la apreciación del contorno de la mandíbula de Di María como de su valor comercial. "[Florentino] Pérez vende una marca internacional", fue otra cita suya.

Siempre pareció que allí estuvo el génesis de su salida del Bernabéu. Los beneficios deportivos de conservar a Di María en la capital española eran abrumadores. Los números lo decían claramente, empezando por sus 17 asistencias en La Liga la temporada pasada. La actuación que lo convirtió en la figura de la final de la Champions League, para ayudar al Real a abrumar al Atlético y alcanzar La Décima, es otro ejemplo. Sin embargo, la renuencia de Carlo Ancelotti a dejarlo ir lo manifestó con más elocuencia que cualquier numerito o exhibición individual. No obstante, su camiseta no estaba entre las más vendidas, y por lo tanto nunca sería remunerado como tal.

Si bien Di María siempre ha tenido una elegancia especial con la pelota, haciendo slalom entre defensores o recogiendo un pase desde una posición estática, no se conduce como una estrella. Él siempre ha estado dispuesto a hacer un trabajo para el equipo; lo que le jugó a favor la temporada pasada, cuando su reinvención en una posición más profunda como parte de un mediocampo de tres fue un gran éxito y demostró que podía coexistir con Gareth Bale, el jugador que muchos imaginaban lo dejaría fuera del club. En otras ocasiones, como en la final de la Copa del Rey, jugó abierto en un 4-4-2, un reajuste para compensar la ausencia del lesionado Cristiano Ronaldo.

Una interpretación es que Di María estaba haciendo todo lo posible para hacerse indispensable en un club que estaba desesperado por no dejar. La otra es que fue genuinamente altruista. El altruismo es una cualidad que rara vez recibe su justa recompensa en el fútbol. Desde que llegó a Old Trafford, Di María ya ha ocupado una serie de posiciones en el mediocampo y en la ofensiva de la alineación en construcción de Louis van Gaal, y esto le ha perjudicado.

Los comentarios de apoyo de Wayne Rooney después del partido del sábado, de que cree que su compañero "le encontrará la vuelta" fueron justos, y sin duda bien intencionados. Uno se pregunta, sin embargo, si la responsabilidad de encontrar la solución no debería recaer tanto en Di María como en su DT. No es irrealista o irrazonable esperar que un equipo --sobre todo uno armado prácticamente desde cero-- sea construido en torno a un fichaje de 59,7 millones de libras, en lugar de utilizar a este jugador para cubrir los huecos que haya que cubrir en una determinada semana.

Los 45 minutos de miseria de Di María, merodeando sin rumbo por la derecha contra Sunderland, recordaron a su primera temporada de altibajos en Europa con el Benfica. Fue colocado prácticamente en el mismo lugar por José Antonio Camacho tras el verano de 2007, y lució como lo que era: un talento con el que el rudo entrenador español no sabía qué hacer. No fue hasta la designación de Jorge Jesús que Di María realmente se encendió en Lisboa, pasando a la izquierda en una escuadra muy ofensiva que estiraba al límite a los equipos contrarios, y que anotó 124 veces para barrer a sus adversarios locales y llegar a los cuartos de final de la Europa League.

Habla muy bien de Di María que después de su lucrativo pase al Madrid en 2010 haya prosperado luego de ser colocado nuevamente en la derecha, aunque en un frente de tres en lugar del 4-4-2 que solía usar el Benfica. Pero en el contexto de su carrera, poco después de su cumpleaños número 27, éste parece ser un patrón repetitivo. Jugar, jugar con éxito, ser transferido.

Esta secuencia no debería continuar en el United, y no sólo por lo que costó Di María. Nunca ha sido tan eficaz en toda su carrera como lo fue en el rol de mediocampista que ocupó la temporada pasada y aquí es exactamente donde lo necesita el United; desde donde puede ver el partido frente a él, desde donde puede dirigir las operaciones y desde donde tiene el espacio necesario para estallar en uno de esos irresistibles regates por el medio de la cancha.

Todo esto no quiere decir que Di María no tenga parte de responsabilidad por su situación actual. A menudo se lo ve triste y desanimado. El entrenador internacional de Di María, Tata Martino, hizo una evaluación discreta y justa de su jugador antes del amistoso con Portugal en noviembre, y dijo que sus condiciones "posiblemente eran más típicas de un jugador en un club nuevo que los primeros partidos en los que irrumpió en la escena con grandes actuaciones".

Martino también afirmó en la misma rueda de prensa que Di María podría jugar en una serie de funciones diferentes para el equipo "con maestría", lo que tal vez excuse el uso que Van Gaal le ha dado. La sospecha, sin embargo, es que Di María necesita un lugar y una posición que pueda sentir suya para convertirse la figura influyente que puede ser, y que el United espera que sea. Por el momento, podemos perdonarlo por tener una sensación de déjà vu.