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Pellegrini debe actuar rápido para evitar la regresión de Manchester City

LONDRES -- La famosa cita de Abraham Lincoln -- "No pienso mucho de un hombre que no es más sabio hoy que lo que era ayer" -- parece ser apropiada para el DT del Manchester City, Manuel Pellegrini, luego de que la victoria 2-1 del Liverpool sobre el City el domingo golpeara fuerte sus ambiciones de título.

Pellegrini, quien llevó un fútbol arrollador al Etihad la temporada pasada, parece haberse perdido en una estrecha racha de terquedad táctica. En el proceso, también podría estar perdiendo el respaldo fundamental de la comprometida afición del City.

La tabla de la Premier League nos dice que la brecha de cinco puntos entre los líderes del Chelsea y el Manchester City en el segundo puesto no se agrandó el fin de semana, pero ciertamente parece ser así ya que el Chelsea, ganador de la Capital One Cup, ahora tiene la oportunidad de ampliar su ventaja si gana su partido.

Tras una actuación mediocre ante el Liverpool en Anfield, justo después de la lección anual de fútbol del City en una derrota por 2-1 ante el Barcelona a mediados de semana, la campaña de Pellegrini se tambalea al borde del colapso. Las eliminaciones prematuras de dos copas nacionales, las actuaciones tibias en Europa, y la ausencia del fútbol goleador de la temporada pasada en la liga se han combinado para producir una campaña que está perdiendo aire por minuto.

Mucho se dirá de que el City no es un club que despide a sus técnicos tras una temporada sin trofeos. Para muchos de quienes se han sentado pacientemente durante más de 30 años de fútbol tibio, la idea de tal impaciencia debe parecer un anatema.

Sin embargo, esto se siente diferente. Desde que Roberto Mancini logró cortar la monumental sequía de trofeos del club en 2010-11 con el dramático y emocionante triunfo sobre Stoke en la FA Cup, el City ha logrado figurar en los diversos premios del deporte, acumulando anualmente un impresionante conjunto de platería: en 2011-12 fueron semifinalistas de la League Cup y ganadores de la Premier League; en 2012-13, fueron ganadores del Community Shield y subcampeones de la FA Cup; en 2013-14 ganaron la Premier League y la League Cup.

Incluyo las semifinales de la League Cup, aunque no sea símbolo de éxito, con el argumento de que el club no había llegado hasta esta instancia desde 1981. También confirma que muchos hinchas del City todavía no esperan desfiles interminables de trofeos, pero --con un plantel tan fuertemente dotado de talento-- simplemente "estar ahí" hacia el final de cada competencia podría no ser demasiado pedir.

Parece que la temporada 2014-15 no ofrecerá nada tan importante como quedar en las semifinales de la League Cup. A este ritmo, lo más destacado podría llegar a ser un triunfo en el clásico sobre un Manchester United muy disminuido y una estrecha victoria en Roma que aseguró la clasificación a los octavos de final de la Champions League.

Está claro que esto no les sentará bien a los dueños multimillonarios del club, quienes no han pagado muchos millones de libras para quedar fuera de la FA Cup ante Middlesbrough y de la League Cup ante un incoloro Newcastle United, o para caer ante el CSKA de Moscú en Europa.

Pellegrini, en su aparente incapacidad de ver lo que hace falta, está comenzando a adoptar la mirada de un hombre a la espera de ser destituido de su cargo. Después de haber iniciado su ejercicio con dos trofeos durante su primera temporada en el fútbol inglés, inmediatamente marcó un estándar que podría resultar difícil de seguir. Y ese ha sido el caso. Aunque todavía está en carrera por el objetivo de "cinco trofeos en cinco años" de sus jefes, el desenlace de esta temporada bien podría dar lugar a un cierre prematuro.

El partido ante el Liverpool, con un solo intento al arco en 90 minutos, no es más que otro ejemplo de lo que Pellegrini ha producido esta temporada. Con dos eliminaciones prematuras eminentemente evitables de las copas nacionales y una serie de actuaciones desaliñadas en la liga, ésta no sólo ha sido una campaña de estancamiento, sino también de regresión.

A eso súmale una campaña de Champions League que sobrevivió la inspección por un pelo, y las pruebas comienzan a apilarse en contra del lúgubre chileno. En un momento en el que tal vez una fuerte presencia en los medios y una sólida defensa de su posición podrían haber sido útiles, Pellegrini ha mantenido su estoico silencio de radio. Tristemente, aunque esto no le causaba problemas mientras tenía éxito, una postura reservada ahora le hace parecer tímido.

Ante los rumores sobre la capacidad del entrenador del Bayern, Pep Guardiola, de mantenerse despierto durante otra temporada de dominación total en la Bundesliga, Pellegrini debe demostrar su valía. Debe responder a sus críticos con un retorno del fútbol exuberante y temerario que el City produjo la temporada pasada para llevarse dos trofeos en un año por primera vez desde 1970.

Debe demostrarles a sus jugadores que cree en ellos, debe utilizar un sistema que muestre lo buenos que son, y debe introducir un poco de flexibilidad táctica antes de que sea demasiado tarde, si no lo es ya. De pronto, y enfáticamente, el City comenzará a mirar por encima del hombro al United, al Arsenal y --como vienen-- a un Liverpool rejuvenecido, en lugar de mirar adelante hacia el Chelsea.

La perspectiva de un conjunto desmotivado luchando por terminar en segundo lugar le dará noches sin dormir al técnico del City.

Los próximos partidos --Leicester, Burnley, Barcelona, West Brom, Palace, Manchester United, West Ham y Villa-- deben ganarse si se pretende rescatar algo significativo de esta temporada extrañamente insatisfactoria.

Una campaña que comenzó con un optimismo casi inigualable ahora parece depender del resultado del partido de vuelta contra el Barcelona en Camp Nou. Lo mismo podría decirse del futuro de Pellegrini.