Martín Bater 9y

El peso de las expectativas en Miami

En el básquetbol hay pocas cosas a las que un jugador no puede sobreponerse, pero una de ellas es el inexorable paso del tiempo, invicto e invencible desde siempre y para siempre. Los años pasan y te quitan ciertas cosas, cosas que no puedes recuperar, y Dwyane Wade no es la excepción a la regla.

No es que Wade todavía no sea un gran jugador, él todavía promedia 20 puntos y cinco asistencias por partido esta temporada a los 33 años, pero sus flashes de genialidad son cada vez más eso, flashes que aparecen para iluminar al Miami Heat de vez en cuando pero ya no se ven con la constancia de hasta hace apenas un par de temporadas.

Las lesiones son un factor preponderante de ello, esos malditos muslos que le han costado perderse 17 de los 59 juegos de su equipo hasta ahora, un año después de que sus rodillas lo hayan marginado de 24 compromisos como parte de un plan sofisticado de descanso y recuperación elaborado por el cuerpo técnico.

Esto es algo predecible, no puede ser una sorpresa para absolutamente nadie considerando que él es el tipo de jugador que viste la camiseta número tres al igual que Allen Iverson, el jugador a quien solía ver jugar cuando iba a la Universidad de Marquette, y cuyo estilo solía ser idéntico al de Iverson.

¨Te caes siete veces, te levantas ocho¨, ese solía ser su lema. El problema es que en el 2006, cuando Wade fue campeón y MVP de las Finales de la NBA, él solía caerse y luego volcarte la pelota en la cara. En el 2015, él se cae y se levanta con la misma tenacidad, pero luego tarda un poco más en recuperarse.

Cuando tu cuerpo ya no te responde como solía hacerlo, entonces debes jugar con tu cerebro tanto como con tus piernas. Iverson y Kobe Bryant son dos ejemplos perfectos de ello.

Estilos Distintos

Iverson jamás pudo adaptarse a esa nueva realidad y dejó de jugar en la NBA a los 34 años en febrero del 2010. Wade tendrá 34 años en el 2016 y su contrato con el Heat expira tras la próxima temporada. Ese es un camino que él podría tomar, retirarse con sus anillos como parte del Monte Rushmore de la historia del deporte en Miami y nadie le reprocharía nada.

La otra opción sería seguir el ejemplo de Kobe, quien a pesar de verse plagado por lesiones graves últimamente es capaz de regresar a las canchas la temporada que viene y promediar 25 puntos por partido a los 37 años gracias a que su receta para el éxito se cocina en el perímetro con más frecuencia que en la zona pintada.

Tomemos como ejemplo al porcentaje de efectividad del 47,1 por ciento en tiros de campo de Wade durante la actual campaña, el cual es siete puntos más bajo que el año pasado y 0,5 puntos menor que su anterior peor marca del 47,6 por ciento durante la temporada 2009-10. Aquella fue su última temporada pre-LeBron James, esta es su primera post-LeBron.

El Wade de la temporada pasada estaba relativamente fresco físicamente hasta que se dio un porrazo contra una pared metafórica durante las Finales de la NBA contra los San Antonio Spurs. Ahora esa pared aparece con todavía más frecuencia durante la temporada regular.

Ese cansancio se refleja en cosas pequeñas como su tiro displicente en la chicharra contra los New Orleans Pelicans el viernes pasado, un triple desganado en la derrota por 104-102, o en aquel partido del 13 de enero contra los Lakers en el que jugó apenas 15 minutos, anotó cuatro míseros puntos ,intentó apenas cinco tiros de campo y no contó con un solo tiro libre en todo el partido a pesar de promediar ocho por encuentro esta temporada.

Sin plan de larga distancia

Quizás la razón primordial por la que Wade es más parecido a Iverson que a Kobe en su juego es que tirar triples simplemente nunca estuvo en su ADN.

El escolta del Heat no es un francotirador frustrado en ese rubro como Josh Smith, más que nada los intenta por necesidad ante la falta de opciones viables en ese aspecto. Sin embargo, su porcentaje de efectividad en ese aspecto no ha superado la barrera del 26,8 por ciento desde el 2011.

Sin embargo, también hay razones para ser optimistas sobre su futuro. Primero que nada, sus rodillas maltrechas no han sido la causa de sus problemas esta temporada.

Garantía de calidad

Además, Wade promedia 20,5 puntos por partido en la segunda noche de partidos consecutivos desde que regresó de su lesión más reciente el 20 de febrero tras perderse siete partidos durante tres semanas de inactividad.

El Heat depende de su caudillo, referente y figura para aferrarse a la esperanza de llegar a los playoffs, pero pase lo que pase en Miami la memoria tampoco se borra.

Su legado está asegurado, y quizás la respuesta a todas estas incógnitas no sea que Wade debe ser más como Kobe o Iverson, sino que él es un jugador único que forja su propio destino y tiene la suerte de que él todavía puede decidir cual será el desenlace de su historia.

^ Al Inicio ^