<
>

El rey de Copas acudea su cita

BARCELONA -- "Me da igual dónde se juegue la final y quién sea el rival. Lo importante es que estaremos ahí", cortó Luis Enrique cuando se le preguntó por la posibilidad de jugar la final de la Copa del Rey en el Santiago Bernabéu, que de acuerdo a círculos próximos a la directiva azulgrana es el escenario deseado por el Barça. El Barcelona, nuevamente acostumbrado a cerrar el torneo.

Ganó dos finales (2009 y 2012) al Athletic de Bilbao y perdió otras dos (2011 y 2014) con el Real Madrid, pero siempre estuvo ahí. Volverá en 2015, repitiendo por primera vez desde 1983 y 1984, cuando ganó primero al Real Madrid (2-1) y perdió después ante el Athletic (1-0), en tiempos ya remotos que tenían en este título a una suerte de éxito con el que ocultar que no se ganaban Ligas y que en los últimos años se han acercado al Camp Nou mucho más habitualmente.

El Barça del presente, que no tiene nada que ver con el de aquel pasado, es un equipo empujado por su grandeza y dirigido por la varita mágica de Leo Messi. Porque a quien dijera que el argentino completó un partido oscuro en Villarreal se le podría responder que fue él, Messi, quien lo decidió antes de que el Submarino Amarillo pudiera plantearse la remontada.

Leo apareció antes de llegarse al segundo minuto para robar un balón en defensa. Y reapareció en el tercero para inventarse una asistencia excepcional que Neymar convirtió en gol. No hacía falta mucho más. A partir de ahí la figura del '10' se diluyó en el espectáculo plano que ofreció el Barça durante la primera mitad, en la que volvió a hacerse notar en cuentagotas. Muy poco. Lo mínimo. Pero... ¿se necesitaba más?

"Creo que no ha habido en toda la temporada un equipo que le haya rematado más veces al Barcelona que el Villarreal", proclamó Marcelino, orgulloso de los suyos y que admitió que la diferencia entre los dos equipos es simple: "El Barça necesita muy poco para marcar un gol". Sin reconocerlo abiertamente en todo su discurso, no pudo por menos que dar a entender que la misión era poco menos que imposible.

El Barça, dolorido por la lesión de Busquets cuyo alcance se conocerá mañana, cumplió el primer objetivo del curso. Se le llamó en años muy pasados 'equipo de copas' y ahora, que tiene los grandes títulos en la mente vuelve a girar sus ojos hacia ese título del que es el rey. Lo ganó 26 veces, más que nadie, y en este 2015 buscará un nuevo trofeo.