Alejandro Caravario 9y

El Boca que viene

BUENOS AIRES -- Luego de insistentes reclamos por parte del Vasco Arruabarrena, los dirigentes de Boca hicieron los deberes de cara al primer semestre de 2015 y consolidaron un plantel amplio y de infrecuente jerarquía.

El año electoral hizo que Daniel Angelici forzara tanto sus habilidades de negociador como la chequera para darle a Boca consistencia de campeón. Hasta aquí, diría Chilavert, el presidente no ha ganado nada (bueno, computémosle una Copa Argentina) y teme pagarlo en las urnas. Lo cierto es que Boca tiene dos o más jugadores por puesto. Como para afrontar el torneo local y la Copa Libertadores con idénticas ambiciones. 

La mayor riqueza se concentra desde el medio de la cancha hacia adelante. Allí, una incorporación resulta clave para el aumento del espesor futbolístico: Nicolás Lodeiro. El uruguayo, con antecedentes de primer nivel, aportó imaginación ofensiva y categoría. Desarticuló la rutina con búsquedas novedosas y una precisión de crack. Adaptado de inmediato, transformó el lenguaje e Boca. Sin el protagonismo excluyente que se le asignaba a Riquelme, pero con un prodigioso sentido de la ubicación y con un pensamiento estratégico (bien traducido por su pie sensible) que raramente se encuentra en el fútbol argentino. Socio ideal de Gago (un par y un desahogo), puede ser la base de un mediocampo de lujo.

Aguerrido y amigo de la pelota. Como complemento de los dos creativos, Arruabarrena puede elegir entre Meli, Pablo Pérez, Erbes, Cubas y siguen las firmas. Dispone de alternativas según el juego que desee proponer. Ninguno le huye a la marca, ninguno es un negado a la hora de tenerla. En el ataque, el surtido de variantes no le va en zaga. Y la llegada del ultrapromocionado Daniel Osvaldo enriqueció el panorama.

El ex-Inter es otro que se integró en el acto, además de dejar claro que lo suyo no es sólo marketing. Con él, Boca suma juego colectivo y poder de gol. Comparte función con Calleri -seguramente no jugarán juntos-, un atacante arrollador que, por edad, todavía tiene todo un repertorio en gestación. Con ellos colaboran -y compiten- el Burrito Martínez, Carrizo, el recuperado Palacios y Chávez.

Por ejemplo, ante Wanderers, Arruabarrena eligió una fórmula agresiva y alineó a Palacios, Osvaldo y Chávez, asistidos por el refinado Lodeiro. Frente a Rafaela, el menú fue un solo delantero neto, Calleri, flanqueado por un extremo con recorrido -bah, un volante con llegada- como Carrizo.

A pesar de que es la línea en que el DT reclamó refuerzos con mayor énfasis, la defensa no es todavía un derroche de recursos como los otros segmentos del equipo. Ha conseguido vocación de acompañamiento ofensivo por las bandas, en especial cuando juegan Fuenzalida y Colazo, pero le falta agilidad para el retroceso y, en líneas generales, seguridad.

Es cierto que, por el momento, Boca no ha exhibido más que flashes de su poderío. Flashes, no obstante, capaces de ganar partidos y que permiten mensurar las grandes posibilidades de los dirigidos por Arruabarrena. Habrá que ver si la abundancia (el recambio sistemático) no obstaculiza la consolidación de un equipo. Puede pasar. Pero eso sería quejarse de lleno. 

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