<
>

Diferencias imperceptibles

BUENOS AIRES -- El nuevo campeonato de 30 lleva apenas cuatro fechas y los equipos están acomodándose. Sobre todo aquellos que debutan en la categoría o acuden a una formación B por los compromisos internacionales.

Si bien la tabla es sólo un boceto de la que tomará forma avanzada la competencia (recordemos que se trata de un torneo anual, aunque de una sola rueda), cabe consignar que, entre los diez primeros puestos sólo hay un equipo de los diez recientemente ascendidos, Argentinos Juniors.

Las posiciones, de todos modos, son sólo un reflejo de lo que en la cancha se ve con mucha mayor nitidez. Entre los equipos curtidos en la máxima categoría -ni hablar de los que disponen de un presupuesto holgado- y los novatos, la diferencia es notoria.

Colón celebra un empate como local, luego de pedir la hora durante buena parte de la noche, porque sabe que no existe paridad con su oponente. Que el resultado es magnífico. Otro tanto sucede con Unión frente a un equipo alternativo de River. Se podría decir lo mismo de Sarmiento de Junín, que arañó un punto luego de sufrir en Liniers frente a este Vélez de transición.

La brecha existe y se palpa apenas rueda la pelota. Ahora bien: con batalla, maña o algún novedoso mecanismo que narcotiza a los rivales, los equipos más endebles suelen ingeniárselas para que el resultado, en muchos casos, esconda las asimetrías. Si la cosa sigue así, la tabla pronto registrará en pie de igualdad a clubes que son incomparables.

Los partidos mencionados tuvieron desarrollos inexplicables. River estaba para golear, le llegaba a Unión con enormes facilidades. Y rifó chances sin cesar. Los santafesinos, con un mínimo repunte, obtuvieron un empate que parecía una utopía solo media hora antes.

Algo semejante le ocurrió a Boca y, por citar otro extraño ejemplo de conducta bipolar, a Racing frente a Temperley. El equipo de Cocca habló solo durante todo el primer tiempo y jugó en forma brillante. En el segundo tiró la toalla por razones desconocidas. Protegió el triunfo pero se dejó apurar con poco. Lo corrieron con la vaina.

¿Es un problema de definición, de escasez de goleadores, lo que hace a los dominadores despilfarrar puntos seguros? ¿Se relajan demasiado? ¿Están pensando en otra cosa, en otra copa? Quién podría asegurarlo. Sí es evidente que, con sacrificio de verdad y algo de lucidez para exprimir las pocas oportunidades que elaboran, los clubes chicos mantienen la línea de flotación, maquillan la matriz despareja del campeonato.

No hay goleadas, no hay categóricas victorias. Todo suena más homogéneo de lo que en realidad es.

Mejor así que asistir a los torneos de dos o tres (en Alemania compite directamente uno solo) que se usan en Europa.