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Barcelona en Francia

Lionel Messi y Sergio Agüero se cruzarán en los octavos de final de la Champions Getty images

RENNES -- Quizás por esas vueltas de la vida que nadie comprende me encuentro por una breve estadía en Rennes, Francia.

Rennes es una de las ciudades mas lindas y atractivas de Europa. Es la región de los bretones, gente muy buena, afectiva y de pocas palabras. Imagino que Francois Rabelais era de esta zona. A quienes todavía no lo leyeron, vale recomendarles su fantástico libro de Gargantúa y Pantagruel.

Por esas otras cosas de la vida que tampoco entiendo, fui a dar un taller de libros cartoneros a un barrio popular, ¡más de 45 nacionalidades diferentes! Yo soy argentino, así que la mía sería la nacionalidad 46.

Feliz, al borde del éxtasis, comiendo rica comida bretona, no sé quién tuvo la idea de que juguemos con los niños un picadito de fútbol en la calle. Creo que el señor de semejante idea fue el director de cine que estaba haciendo un documental sobre todo lo que pasaba, un brasileño de nombre impronunciable.

Por supuesto, que todos posaron sus miradas en mí y me preguntaban sobre Maradona, sobre Messi y sobre el Barcelona. Ser argentino es sinónimo de dos cosas para el resto del mundo, de tango y de fútbol.

Y jugué un rato con niños que hablaban todos distintos idiomas, pero por un momento, tal vez el único momento de nuestras vidas, nos entendíamos y estábamos felices compartiendo el entusiasmo de correr detrás de una pelota.

Parece una estupidez, pero me di cuenta que el fútbol está re bueno, que es una actividad importante. Jugué con niños de África, y otros lugares desconocidos y todos jugaban muy bien. El barrio completo, como si estuviera en el barrio de La Boca, allá en mi querida Buenos Aires, se detenía a vernos jugar. Uno lanzaba un centro y me gritaba en un idioma lejano que vaya a cabecear, otro con un gesto de la cara, me indicaba que armemos una pared.

Comunicación y afectividad total. Después, en el tren de vuelta, me contaron que los chicos estuvieron felices de jugar al fútbol con un argentino que de alguna manera imaginaria representaba algo de Maradona.

Por todos los medios traté de explicarles que Barcelona no era Argentina, si no España. Pero no había caso, todos me señalaban y se reían: "Barcelona, Argentina; Barcelona Messi y Mascherano". Me di cuenta que a los argentinos, en Europa, nos identifican con el equipo Barcelona. No sé bien por qué, será por Messi. Pero más allá de esto y asumiendo la cosa, me gustó eso de que Barcelona es, de alguna manera, Argentina.

Hace muchas décadas, cuando todavía no se había inventado el fútbol moderno, Argentina jugaba al fútbol como Barcelona, a puro toque.

Ya era de noche, el tren atravesaba los bosques franceses directo hacia mi departamento de la rue Victor Hugo, donde me hospedo, frente al Parlamento. La niña que me servía de guía, había aprendido español en Madrid y tuvo un novio catalán hincha del Barsa.

- Cucu, ¿sabés que está jugando el Barcelona contra el Manchester City?

- ¿En serio? ¡A esta hora!

- Yo tuve un novio fanático del Barsa, ¿me aceptarías que vayamos a verlo juntos a un bar irlandés?

- Irlanda está cerca de Inglaterra, ¿no?

- Sí, Cucu, pero no pasa nada, acá la gente es tranquila. Gracias a mi novio me hice del Barsa.

- Y yo, le dije, gracias a esos chicos y a vos, me terminaré haciendo fanático del Barsa.

- ¡Bien, Cucurazo!

Lo que pasó en el bar se los cuento mañana, o pasado mañana, en el próxima entrega.