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La NFL se aleja de la imparcialidad en su tratamiento de los delitos

MÉXICO -- La NFL ha extendido su alcance para lidiar con problemas personales que cada día se conocen más sobre los jugadores, implementando medidas como la contratación de elementos especializados para tratar temas como la prevención de la violencia doméstica.

Desde que las acusaciones legales contra Ray Rice, Adrian Peterson y Greg Hardy tomaron espacio bajo la luz pública, la liga se vio obligada a renovar sus lineamientos y políticas para determinar sanciones a los jugadores mientras su situación jurídica era resuelta. El marco del cual derivaron estas acciones se puede identificar en el tratamiento que el comisionado Roger Goodell dio del caso Rice y por el cual le llovieron críticas.

En primera instancia, Goodell suspendió dos partidos a Rice y sólo reaccionó de forma severa hasta que un video del corredor golpeando a su prometida dentro de un elevador fue filtrado. El caso ya es familiar para muchos y trascenderá como uno de los puntos de inflexión para la NFL hacia el futuro, como el parteaguas que arrojó una nueva filosofía de prevención en la mejor liga deportiva del mundo.

Los mensajes mezclados y la contradicción no vieron su punto más alto con el caso Rice. Aunque la aproximación de la directivos cambiará por siempre sobre los casos de violencia doméstica, resulta sorpresivo que los delitos "menores", los cuales suelen fungir como trampolín para fechorías de mayor gravedad, pasen bajo el radar de la liga mientras las investigaciones o procedimientos jurídicos siguen su curso.

Esta semana, el corredor de los Baltimore Ravens --suplente de Rice en el 2013-- Bernard Pierce, fue arrestado por conducir bajo el influjo del alcohol. El Baltimore Sun detalló que Pierce fue detenido por la policía tras conducir a 55 millas por hora en una zona de 30 millas por hora cerca de la Interestatal 695 en el Condado de Baltimore. Citando documentos de la policía del área, el periódico reportó que el oficial detectó un aroma a alcohol y Pierce no aprobó una serie de pruebas de sobriedad, siendo arrestado. Los documentos también señalan que Pierce se quedó dormido en una banca metálica y un oficial de policía debió sacudirlo para que respondiera preguntas.

De ser sentenciado por el incidente, Pierce enfrenta una suspensión de dos partidos bajo la nueva política de abuso de sustancias aprobada por la NFL el año pasado. Los Ravens lo cortaron casi inmediatamente.

Lo curioso en torno al corredor de tercer año es que ni siquiera pasaron 24 horas de su arresto, cuando los Jacksonville Jaguars reclamaron sus derechos para integrarlo a la plantilla. La NFL no emitió comunicado ni emprendió acciones --de forma pública-- para atacar el arresto de Pierce y el jugador ya tiene nuevo hogar en Florida.

De acuerdo con datos del FBI en su documento "Crimen en Estados Unidos: 2013", cada día las personas manejan en estado de ebriedad casi 300 mil veces, y el Instituto Nacional contra Abuso de Drogas reportó en el 2011 que la mitad de los conductores que perdieron la vida en accidentes y arrojaron positivo por drogas en su sistema, también habían consumido alcohol.

Sin afán de elaborar una disertación contra el abuso de sustancias --lo complicado sería exponer una apología-- sólo se pretende arrojar luz sobre la disonancia que la NFL genera al mantenerse al margen de los delitos que su discreción determina.

Peterson ganó la apelación de la Asociación de Jugadores de la NFL (NFLPA, por sus siglas en inglés) ante un juez federal para ser reinstalado tras la suspensión indefinida por abuso de menores. (Castigó a su hijo de cuatro años con violencia y fue denunciado). De inmediato, la liga apeló la decisión y mantuvo inactivo al corredor. Los cargos contra Hardy fueron retirados previo a su juicio ante jurado y, nuevamente, la liga lo arrojó a la lista de exenciones del comisionado en lo que desarrollan su investigación paralela, no obstante que están en un callejón sin salida por la negativa oficial del acceso a las evidencias.

El asunto tiene un aroma a política. Al ser el tema de mayor atención para la liga durante el 2014, circunstancias como la de Pierce, o los corredores Le'Veon Bell y LeGarrette Blount, quienes fueron arrestados en posesión de marihuana a mediados del 2014, se filtraron entre las grietas del "debido proceso" y nunca vieron un brazo de poder desde las altas esferas directivas. Incluso, después de ser cortado por los Pittsburgh Steelers, Blount firmó con los New England Patriots y danzó hasta el campeonato del Super Bowl. Y, aunque los cargos contra Blount fueron retirados y Bell podría ver el mismo desenlace, siguen siendo sujetos a un veto de la liga. Un veto tardío, en comparación a los escándalos citados.

¿Cómo espera la liga prevenir casos de violencia doméstica si la línea de lo permitido se vuelve flexible con delitos por alcohol y drogas?

En otras palabras, ¿por qué Goodell se excedió en su alcance contra Rice, Peterson y Hardy, mientras otros elementos de su misma liga gozan de total aceptación mientras se define su situación legal?

Allí es donde la polémica se traza con aroma político. Urgido de la aceptación bajo la lupa de la opinión pública, Goodell ha sido complaciente con el clamor del momento. Y aunque le costó una de las etapas más dramáticas de su gestión millonaria, su tratamiento de la violencia doméstica y reacción para el ejercicio de la prevención, le devolvieron cierta autoridad moral ante patrocinadores y aficionados que, como todo público, tienen acciones y memoria cortas.

De ninguna manera pretendo lanzar una norma para medir qué delitos son más graves que otros, ni sobreponer las características del abuso de sustancias a las de la violencia intrafamiliar, pero creo que muchos podemos estar de acuerdo en que ambas pueden vincularse. La NFL obró bien en su renovación de la política de drogas y conducta personal, pero fue muy tarde. El escenario donde la batalla contra el alcohol y las sustancias prohibidas tenga que alcanzar un punto de escrutinio público para que la liga vuelva a ser enfática y rompa paradigmas, parece el más viable.

¿O ya nos olvidamos de Josh Brent y Jerry Brown? ¿Qué espera la NFL? Por lo pronto, el exhorto es que se acaben las contradicciones. Hay vidas humanas involucradas todos los días.