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La suerte de un Barça sin su guía

BARCELONA -- Dos de Benzema, otras dos de Bale, un larguero de Cristiano Ronaldo... El Madrid, seguro, lamentará las ocasiones que perdonó en el Camp Nou para poco menos que despedirse de la Liga, descolgado a cuatro puntos como quedó del Barça tras un partido en el que se le torció la puntería de mala manera.

El equipo de Ancelotti se plantó en Barcelona a la espera de saber qué propondría Luis Enrique y en cuanto descubrió que el entrenador azulgrana redoblaba su apuesta de entregar el mando a sus delanteros y volvía a aparcar el protagonismo del rondo sentenció que entre Kroos y Modric debían darle el criterio al juego merengue. Y lo hicieron, tanto el alemán como el croata, apoyándose en Isco, esperando a Marcelo y buscando a Cristiano y Benzema, trabajador infatigable, delantero majestuoso... Y goleador más que discreto para sus condiciones.

"Habrá días que ese vértigo le supondrá un problema al Barcelona" avisó el viernes Martí Perarnau, periodista de gran prestigio en el entorno azulgrana y que no esconde sus dudas respecto al cambio protagonizado en la filosofía de juego del equipo. Ese día pudo sufrirlo en el Clásico, cuando Neymar anduvo sin rumbo y a Messi le costó horrores encontrar el suyo.

"Es humano" se escuchó en la tribuna de prensa al hablar de Messi. Ni un reproche, ni una crítica. Simplemente una realidad. Leo, casi siempre mayúsculo, entró en el partido con el ánimo encendido y se estrenó con un fenomenal caño, pero desde ahí y hasta el final tuvo una trascendencia muy limitada en el juego azulgrana.

"No Messi, no party" bromeó otro periodista, sin dar cuenta de que a su lado Neymar pareció un soldado sin rumbo ninguno, que se perdió en muchas jugadas sin criterio y que llegó a fallar un gol cantado a la media hora que pudo ser terrible de no aparecer en la segunda mitad Suárez. Y es que aquella inocente 'cesión' a Casillas desembocó en una contra magistral que le sirvió para empatar, y soñar, al Real Madrid.

La guerra de los cracks acabó en combate nulo puesto que por mucho que Cristiano marcase, perdió el Madrid y se marchó a la capital de España con la sensación de que tiró la Liga de forma inverosímil. Cristiano tuvo más presencia que Leo, pero Leo ganó el partido.

Quizá, en frío, sería oportuno que en el Barcelona alguien hiciera examen de conciencia y viera hacia donde va ese equipo que hizo del rondo un arte no hace tanto tiempo y que se ha abandonado a lo que manden sus delanteros. Messi fue en el pasado la guinda del pastel y hoy es el pastel al completo y suena a mala noticia para un barcelonismo que se agarra a su fantasía para seguir en la brecha.

Cuando no aparece esta fantasía... Nace el sufrimiento. Y un día se gana, como este, y quizá dos y hasta tres. Pero no siempre.