Carlos Bianchi 9y

Un Barcelona realista ganó el clásico

BUENOS AIRES -- Un superclásico como Barcelona vs. Real Madrid siempre genera enormes expectativas. A veces las cumple, otras no; en el caso del partido del domingo, podemos decir sin lugar a dudas que tuvo muchos de los condimentos que lo convierten en especial.

Por empezar, el resultado siempre estuvo en duda: cuando Real Madrid fue mejor, no lo supo concretar en el marcador. Cuando Barcelona pasó al frente, contó con oportunidades para hacer un destrozo total, pero como no lo hizo, el empate fue una posibilidad hasta el pitazo final.

Otro de los elementos que hace de este clásico un partido como pocos es la enorme calidad individual de todos los futbolistas que entran al campo de juego. Pudimos ver jugadas de lujo como el caño en velocidad de Messi a Kroos, el cambio de pie de Marcelo o el taco de Benzema para asistir a Cristiano Ronaldo para el empate parcial.

Este último es un claro ejemplo de que el lujo en sí puede no ser un ejercicio de lucimiento personal y nada más, sino la mejor manera de resolver una jugada que puede terminar siendo definitoria. Mejor ejemplo aún, aunque no haya sido tan vistoso, fue el control de Luis Suárez para luego marcar el gol de la victoria.

El control en un movimiento, que le pone la pelota en el lugar justo, vale al menos medio gol. Porque para luego poder impactar hacia el rincón lejano, Suárez no podía perder tiempo en un segundo movimiento, que le hubiera permitido a los centrales bloquearle la posibilidad de disparo.

Eso sí, hay un grave error de concepto de parte de Pepe que le facilita las cosas al uruguayo. Cuando el delantero centro queda entre los dos marcadores centrales, el más lejano no puede ir tan adelante a buscarlo. Esa es la función de su compañero, en este caso Sergio Ramos. Con Pepe fuera de posición, a Suárez le quedó el callejón justo para colar su remate.

De cualquier manera, la jugada fue un fiel reflejo de cómo se está plantando el nuevo Barcelona, de una manera mucho más realista y sin tanto énfasis en la posesión. El pelotazo de 40 metros para el uruguayo es un recurso al que no hubiera apelado aquel fútbol horizontal que vimos en las últimas temporadas.

En ese sentido, Barcelona supo aprovechar las oportunidades que le dio su rival, como tantas veces había sucedido, pero con los papeles cambiados, en los últimos años, cuando el blaugrana tenía la pelota más y mejor pero el daño lo hacía el Madrid.

Más allá de la elección de sistema por parte del técnico, hay una ausencia que sirve para explicar por qué Barcelona juega así y es la de Xavi. Como he dicho más de una vez, a Iniesta siempre se lo llamó "el cerebro" de este Barcelona, pero para mí Xavi siempre fue el arquitecto, o hasta por sacrificio, el maestro mayor de obras que mantenía la estructura en pie.

Su manera de acercar la pelota y de ofrecerse una y otra vez para la devolución lo convertía en un pivote presente en todos los sectores, en el juego de corto y mediano alcance. Sin él, Barcelona ya no se repite tanto en el circuito corto y se anima a cambios de frentes más pronunciados o al pelotazo hecho y derecho. El mismo Iniesta, como Rakitic o Mascherano cuando ocupa el mediocampo, son jugadores con otras virtudes pero sin el mismo control de la pelota y de los tiempos.

De cualquier manera, esto es una observación antes que una crítica. Muchas veces hablamos de que el énfasis en el monopolio de la pelota convertía al Barcelona en un equipo predecible. Ahora, con otros jugadores en el medio y, sobre todo, cuando pone centrales naturales, consigue esa repentización de que antes carecía. Y a la vez, le permite a delanteros como Suárez y Neymar contar con el espacio como para desequilibrar.

Prueba de ello es que se terminó llevando el triunfo ante un rival que le hizo un muy buen partido y que pagó muy caro no haber aprovechado su momento. Barcelona terminó aprovechando al máximo una pelota parada y la jugada de Suárez que ya describimos, ya que ninguna de sus máximas figuras, Messi y Neymar, tuvo un partido destacado.

Eso sí, una vez en ventaja, Luis Enrique apostó por mayor control... Y por eso justamente ingresó Xavi, para bajarle el ritmo a un partido en el que seguir apostando al vértigo podía permitirle al Real Madrid disfrutar de más chances de empatarlo.

El resultado final, sin embargo, no le quita méritos al planteo de los de Ancelotti, que fueron protagonistas en terreno rival. Consiguieron, sobre todo durante el primer tiempo, sacarle la pelota al Barcelona y frustrarlo una y otra vez.

Entre Modric, Kroos e Isco se las ingeniaron para gana batalla del mediocampo, con un Benzema que se acoplaba para colaborar en la circulación y para alimentar a quienes quedaban más de punta, Gareth Bale y Cristiano Ronaldo. Si el francés hubiera acertado un par de veces o si el gol de Bale hubiera sido dado por válido (no lo fue, pero fue una jugada de difícil decisión), el resultado hubiera sido otro y hubiera estado bien.

Por eso, Madrid debe irse contento, no con el resultado pero sí con el desarrollo: si hubiese sido más eficaz y su rival no hubiese sido Barcelona, se hubiera llevado la victoria.

Pero ahora que recuperó la confianza en su juego, puede seguir aspirando a pelear en los dos frentes, por más que los cuatro puntos de diferencia con solamente diez partidos por jugarse parezcan demasiado. De aquí a tres semanas, cuando choque por primera vez con sus vecinos del Atlético, tiene tiempo para seguir consolidándose.

Felicidades.

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