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La Pulga pica, Suárez liquilda

BARCELONA -- Traspasado David Villa al Atlético de Madrid en el verano de 2013, la llegada de Neymar se entendió distinta desde el entorno y desde el vestuario del Barcelona. Ney, alumbrado por muchos, probablemente antes de tiempo, como el sucesor de Pelé en el fútbol brasileño, no llegó al Camp Nou para convertirse en un gregario para Messi, sino en una suerte de acompañante en la genialidad.

Y Leo precisaba a su lado un '9' sacrificado, un jugador que le arrastrase defensas, abriera espacios, fijara centrales, pelease por él. Y un año después llegó Suárez. Y el círculo se cierra con un resultado que incluso se diría sorprende a la propia empresa.

Messi ha encontrado en Luis Suárez aquello que buscó en su día Guardiola con Ibrahimovic, lo que no acabó de alumbrar con Eto'o o se quedó a medio camino con Villa. Bota de Oro europeo la pasada temporada y presentado como el paradigma del egoismo en un goleador, el uruguayo se ha adaptado como un guante a la realidad del Barcelona.

Entendió rápido su nuevo rol (aquí habría que nombrar a Zubizarreta) y buscando tanto el bien común como la brillantez del ídolo aparcó su sed para ofrecer su esfuerzo.

"Sin que se entienda mal, es como un gregario de Messi" apuntó hace unos días Vicente del Bosque, seleccionador nacional español y que define a la perfección el papel del delantero uruguayo.

Apenas aterrizar en Barcelona y conocer a sus nuevos compañeros, Suárez buscó la aprobación de Messi. Compartiendo mate en el vestuario y buscándole en el césped, aprendiendo los movimientos de la Pulga para integrarse lo antes posible a su juego, el charrúa se esforzó en reinventarse como futbolista de banda a la vez que mantenía innegociable su espíritu de lucha.

Porque Suárez, a la hora de presionar, corre por él, por Leo y por Neymar si es necesario.

Los estudios estadísticos muestran que recorre una media cercana a los nueve kilómetros por partido, lo que es una distancia muy destacable en un delantero que en el Ajax o el Liverpool vivía principalmente del gol.

Por otro lado, su capacidad física ayuda a que la disminución en la trascendencia del centro del campo azulgrana sea más llevadera.

En una vuelta entera de Liga (debutó en el Bernabéu) Suárez ha marcado 7 goles que, fríamente, se entienden como pocos para su currículum, pero en este tránsito de cinco meses no solo se ha ganado esa confianza absoluta de Messi tanto dentro como fuera del campo, sino que tiene la consideración absoluta del club y de sus hinchas, agradecidos por su esfuerzo sin límites tanto como por la calidad que ha acabado por demostrar.

"Necesitaba, sin pedirlo, llenar el escenario. Y lo consiguió con ese gol al Real Madrid" coinciden en el vestuario a la vez que Luis Enrique tira de ironía para recordar que "por eso pagamos lo que pagamos por él".

La imagen definitiva es la que muestra Messi en el terreno de juego al celebrar un gol. ya sea suyo o de Suárez, Leo acude al encuentro del uruguayo y escenifica la comunión existente entre ellos. Una imagen de efusividad que no se llegó a observar con Ibrahimovic, pocas veces con Villa y no demasiadas con Eto'o.