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Talentos emergentes

BUENOS AIRES -- Es difícil tomar como medida de su actualidad los amistosos que la Selección acaba de jugar en Estados Unidos. En principio, uno de los rivales, El Salvador, no excedía la exigencia de un entrenamiento. Por lo tanto, el equipo del Tata Martino jugó relajado, casi distraído.

Por otra parte, la gran cantidad de variantes (y la ausencia de Messi) alejaron a la Selección de su versión titular. Se tornó un equipo fluctuante, que apostó más al rodaje de ciertos futbolistas que a consolidar mediante el ensayo una formación definitiva. Y en ese plan -el de probar jugadores para verificar su talla o su capacidad de acoplarse sin crisis a un equipo que convive desde hace años- vale reparar en algunos nombres emergentes de la hasta hoy segunda línea:

-Javier Pastore: por él pasó la imaginación del equipo. Hábil para encarar, certero en el pase, está para saltar a la cancha entre los once más confiables y reclamar la tarea de organizador.

-Roberto Pereyra: confirmó lo que despunta desde la citación inicial. Es un auxilio óptimo, siempre disponible, sobre la banda. Veloz, de buen manejo y mirada panorámica.

-Facundo Roncaglia: Firme en la marca y muy participativo en gestión ofensiva. En una línea que todavía no se acomoda definitivamente, emitió las señales más alentadoras. El puesto es de Pablo Zabaleta, se sabe. Pero el ex Boca no le va en zaga.

-Carlos Tevez: Nada nuevo sobre su talento. Sí certificó que su regreso al plantel no genera disoluciones y que está dispuesto a la flexibilidad laboral. Le tocó ser enganche y lo hizo muy bien. Sus destrezas son todo terreno y en esto cuentan tanto el pie sensible cuanto la voluntad de integración y servicio.

-Federico Mancuello: Gran debut del jugador del momento en la liga argentina con golazo incluido. Se ganó en buena ley la consideración del entrenador. Quizá no le sobran los recursos (¿o es que ya lo aprendió todo y de veras se convirtió en un crack?), pero compensa con pragmatismo y astucia. Adosado a la raya, sin embargo, aporta menos que con libertad de movimientos.

En cuanto al funcionamiento, se dijo que persisten los errores en la última línea. Es curioso, porque resulta difícil achacarle fallas en el uno contra uno, pero el conjunto tiende a perder estabilidad y coordinación, por ejemplo en el gol de Ecuador.

A la defensa tampoco se la ve del todo convencida ni segura de jugar cada pelota en la salida como le gusta a Martino.

Por lo demás, al ataque "posicional" al que aspira el DT todavía le faltan unas sesiones de práctica y una prédica más insistente. El equipo intenta presionar, plantarse en campo rival en lugar de esperar, pero no lo hace con la debida continuidad.

Además, la pasmosa precisión en velocidad de sus delanteros -y eso que Messi no jugó- sigue fluyendo mejor en las acciones de contraataque. Esa comodidad de los hombres clave quizá sea más determinante en el lenguaje del equipo que cien discursos del entrenador.

A dos meses de la Copa América, la Selección baraja un recambio promisorio mientras ajusta detalles en busca de una (nueva) identidad.