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Una cuestión anímica

BUENOS AIRES -- Es trillado adjudicarle al aspecto anímico una incidencia determinante. Y este factor es precisamente el que explica la derrota insípida de Racing en su excursión a Paraguay.

Acaso resulta accesible reforzar el entusiasmo de un equipo que sale a jugar una final. Estimular el apetito ante una competencia a todo o nada. Pero se presenta bastante más difícil convencer a los jugadores que ya tienen la clasificación en el bolsillo de que se concentren en el partido que tienen por delante y lo disputen con el nervio que merece cualquier compromiso profesional.

El equipo de Diego Cocca necesitaba un punto, apenas un punto, ante un rival al que había goleado en Avellaneda, para asegurarse un lugar en los octavos de final. De fallar en esa instancia, su segunda chance la tenía (la tiene) una semana más tarde, en casa, ante el debilísimo Táchira, esto sin contar los resultados ajenos que podrían allanarle el camino. Por lo tanto, ante un público de escaso fervor, que se allegó en mínima expresión al Defensores del Chaco, se volvió complicado para los visitantes enfocarse en los deberes.

Quizá el estandarte de la relajación haya sido Alvarado, que sumó una colección de pases mal hechos. Otro registro inapelable fue la escasa movilidad de Bou y Milito, pauta del ritmo general. Quizá Castillón, porque es un futbolista hiperactivo y porque lucha por ganarse un puesto en discusión, aplicó algo de pasión a los movimientos. Fue un caso raro.

Para colmo, Guaraní no se recortaba como dominador. De modo que la inercia cansina pudo haber continuado hasta que las velas no ardieran. Pero, inesperadamente, Santander hizo una genialidad y ocurrió lo que todos sabemos.

La clasificación de Racing no peligra, es evidente. Pero dejó pasar una oportunidad de testear al equipo, de exigirlo, de medir sus reales posibilidades. El partido en Asunción fue un viaje ocioso. Una pérdida total de tiempo. Un retroceso.

Los equipos deben estar preparados para afrontar finales sin que la responsabilidad ni la presión de la escena los achique. Del mismo modo, los técnicos tendrían que esmerarse en mantener la temperatura de sus dirigidos, su énfasis por lanzarse a la victoria, en esos encuentros que poco se diferencian de los entrenamientos, pero que no son entrenamientos.

Si una circunstancia favorable mella las condiciones de un equipo es tan preocupante como su disminución en situaciones de suma exigencia. Hoy fue un partido que no altera el mapa de la Libertadores, competencia en la que a Racing se le abrió hace rato la puerta hacia las instancias cruciales. Pero otro día quizá se trate de un juego donde los puntos son vitales y en el que una siesta por exceso de confianza o falta de incentivo podría redundar en una pérdida cuantiosa.

Que Racing se haya acostumbrado a una felicidad infrecuente no significa que el plantel no merezca un seguimiento minucioso en la cuestión anímica. Por lo visto en Paraguay, es tan imperioso como en los tiempos de vacas flacas.