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Ramírez, a fuerza de corazón

Ramírez vuelve a ser campeón mundial, como en 2009 Ramón Cairo para ESPN.com

BUENOS AIRES -- El pequeño estadio de La Ñata en Benavidez, provincia de Buenos Aires, estalló de emoción. Unas tres mil personas comenzaron a festejar antes de que se conociera el fallo oficial de la pelea, y no era para menos. No había dudas de que el local, Víctor Emilio Ramírez, le había ganado con claridad -y mucha justeza- al inglés Ola Afolabi. Y no por una cuestión de localía, sino por su corazón, su entrega y su coraje.

Era el comentario, prácticamente unánime: si Ramírez (ahora con 22-2, 17 KO) respondía a anteriores actuaciones, sus posibilidades de victoria corrían serios riesgos. El argentino se había mostrado como un rival de gran peligro, pero solamente -o de manera especial- en los cuatro, primeros asaltos. Luego, comenzaba una merma que podía ser su peor debilidad.

A su vez, Ola Afolabi (ahora con 21-4-4, 10 KO) parecía tener el estilo justo: gran habilidad defensiva, buen trabajo de contragolpe y tremenda absorción al castigo. En la medida en que fueran transcurriendo los asaltos, tenía mayores posibilidades de imponer su mejor boxeo y su mayor cantidad de recursos.

Ramírez, a quien Daniel Scioli -gobernador de la provincia de Buenos Aires, candidato presidencial- bautizó hace ya muchos años "El Tyson del Abasto", es un peleador sanguíneo y temperamental, pero a veces esa característica termina volviéndose en su contra, porque cae en desbordes emocionales.

Su historia ya ha sido narrada: hace unos años Daniel Scioli, fanático del boxeo, puso un gimnasio en el barrio consagrado por Carlos Gardel, el Abasto. Y, cuando conoció a Ramírez, se dijo a sí mismo que iba a ayudarlo a ser campeón mundial. "Si Luis Ángel Firpo entrenó en el Abasto, éste va a ser campeón", nos dijo hace muchos años, cuando nadie salvo él y la familia Ramírez sabían que Víctor era boxeador...

Todo bien, pero a la suerte hay que ayudarla. Osvaldo Rivero se convirtió en su promotor y Ramírez llegó al campeonato mundial en 2009, aunque con una muy breve duración.

Luego vino una inactividad que es mejor olvidar. El viernes, ante una multitud delirante, Ramírez subió al ring con la presión de ganar o ganar ante un boxeador lleno de mañas e inteligencia. Y, cuando Afolabi consiguió imponer su mejor boxeo en el quinto, pareció que se iba a dar la lógica.

Hasta ese momento, Ramírez había sacado golpes desde todos los ángulos ante un boxeador pasivo, preocupado solamente en la defensa. ¿Iba a aguantar Ramírez tanto despliegue? Aunque parecía que no, la respuesta fue sí.

"Hubo que tener un entrenamiento impecable, y lo tuvo, pero además puso todo su corazón", dijo luego Carlos Martinetti, quien además de ser el técnico de Ramírez es desde hace casi dos décadas, el entrenador personal de Scioli.

Martinetti -que fue un fino boxeador que supo ser fondista en el Luna Park- admitió que el temor generalizado era propio: "No sabíamos qué podía pasar cuando fueran pasando los rounds y no pudiera noquear".

Afolabi, con una larga izquierda y una derecha de manual, de abajo hacia arriba en el contragolpe, se hizo de los rounds quinto, sexto y séptimo. Parecía que, finalmente se iba a cumplir el planteo que todos habían esperado.

"Me entrené como nunca y sabía que no podía aflojar nunca", admitió Ramírez, cuando terminó la pelea. Y así fue. El combate se volvió cambiante, con ventajas para uno y otro. Y, cuando parecía que el argentino comenzaba a quedarse sin resto, allá por el noveno round, resurgió de su propio cansancio, al mismo tiempo que Afolabi demostraba que, además de tener una mandíbula de hierro, también estaba cansado...

En suma, un combate que quedó totalmente sellado en el asalto número 11, cuando tras un golpe bajo -uno de los varios conectados por "Kryptonita", como lo llaman al inglés radicado en los Estados Unidos- el referí Peter Podgorski, de los Estados Unidos, le descontó dos puntos.

Ya era una ventaja imposible de revertir, y aunque Afolabi ganó el último asalto, no podían existir dudas de quien había impuesto el ritmo de la pelea y de quién había hecho más para ganar.

César Ramos de Puerto Rico y Alejandro López, de México, le dieron 115-111 mientras que Ricardo Duncan, de Panamá votó 116-111. Nuestra tarjeta fue de 115-112 para Ramírez, quien en este momento pasa a ser el tercer campeón mundial argentino, junto a Juan Carlos Reveco, mosca WBA, y Jesús Cuellar, pluma interino WBA.

"Fue una muy buena pelea, porque además Afolabi es un boxeador muy fino, pero tuvo demasiados quedos y Ramírez no aflojó prácticamente nunca", nos dijo Aníbal Miramontes, supervisor IBF.

Y sí, el "prácticamente nunca" es cierto y compartimos, porque entre el quinto y el séptimo Ramírez lució ahogado -Afolabi conectó tremendos golpes al cuerpo- y dio la sensación de que le pesaba demasiado el trajín de la pelea.

Pero logró superar la instancia y luego, en base a fuerza y coraje, terminó doblegando a un boxeador de fino boxeo, pero también de rendimiento muy desparejo.

Ganó "El Tyson del Abasto" y el sueño de volver a ser campeón se ha hecho realidad, aunque sea una corona Interina. Ya conoció el sabor de la gran victoria el 17 de enero de 2009, cuando se consagró campeón OMB por KOT 9 ante Alexander Alekseev en Dusseldorf, Alemania. Ese mismo año la perdió ante Marco Huck en Halle, Alemania.

El campeón oficial es el cubano Yoan Pablo Hernández, quien por una lesión, se mantiene inactivo. Cuando éste se encuentre en condiciones, deberá medirse con el argentino para dirimir quien es el campeón regular. Pero hoy es hoy. Y mientras afuera comenzaba a amenazar nuevamente la lluvia, Ramírez, en el estadio, elevó los brazos al cielo.

Seguramente comprendió que nada es del todo imposible en la vida, mientras se trabaje y se luche en busca de un sueño.