Jordi Blanco | Corresponsal 9y

Barça gasta su comodín en Sevilla

BARCELONA -- El Barça gastó su comodín en el Sánchez Pizjuán, en un partido que pasó de poder golear a empatar con un sufrimiento enorme, después de una segunda mitad en que bajó inexplicablemente su tensión ofensiva, en que el entrenador dio un paso atrás indisimulado y que acabó pagándolo con un empate que no le permitirá más errores.

Del todo a la nada, el líder transitó por Sevilla en todas las velocidades. Completó una primera mitad mayúscula, adornada por dos golazos de Messi y Neymar en apenas media hora, enloqueciendo a un rival superado en todos los órdenes. Vertical a la vez que combinativo, mandón y orgulloso, el Barça tenía la victoria en el bolsillo... y la dejó escapar.

Errores en el remate, especialmente de un Suárez fallón, y un extraño golazo de Banega, que sorprendió a Bravo, devolvieron al partido al Sevilla y condujeron el juego al descanso con un ajustado 1-2 que en nada hacía justicia, por cuanto el equipo de Luis Enrique pudo haber sentenciado de sobras el triunfo.

Difícil de argumentar, de explicar qué pasó después. El Barcelona regresó al césped sin la misma tensión del primer acto, los de Emery apretaron los dientes, le fueron a buscar y queriendo esconder la pelota más que buscando el tercer gol, el líder se acabó por hacer un lío al que en nada benefició el entrenador, sacando del plano a Neymar para dar entrada a Xavi.

Si con ello Luis Enrique quería dar una señal de control, lo que hizo en realidad fue descontrolar a los suyos. No porque Xavi no entrase bien en el campo, sino porque el equipo en pleno dio un paso atrás y el Sevilla, ya sin disimulo, fue a por él.

Una contra acabó con el empate de Gameiro, la locura en la grada del Pizjuán por el empate y la sensación habitual en el entorno azulgrana de haber tirado por tierra su papel de favorito.

Así es la personalidad íntima del Barça, desde siempre, y nada la hace cambiar. Mientras el Real Madrid habla de ganar y remontar, el entorno del Barça tiembla temeroso de un desplome. Restan siete jornadas por disputarse y tras la visita europea a París, el Valencia se presentará en el Camp Nou amenazando el liderato.

Dos caras en un mismo partido, errores en el remate, insuficiencia en el centro del campo y poco tino en la defensa acabaron por convertir en decepcionante una noche que se adivinaba enorme. El Barça gastó el comodín que tenía en la clasificación y ya no podrá volver a fallar.

A partir de ahora podrá verse hasta qué punto es capaz de soportar la presión el equipo de Luis Enrique. Porque a partir de ahora, cualquier error será, sería, trágico.

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