Jordi Blanco | Corresponsal 9y

El Barça B o el derrumbe de la cantera

BARCELONA -- Mientras el primer equipo lucha a brazo partido con el Real Madrid por conquistar el título de Liga, en el Barcelona se mira con desespero hacia el Miniestadi, donde el Barça B malvive hundido en la última posición de la Segunda División, y con preocupación hacia la cantera, donde los diferentes equipos de la base han sufrido en los últimos tiempos un derrumbe difícil de explicar. Y de asimilar.

El equipo de Vinyals volvió a perder este domingo en Soria frente al Numancia y la victoria del Racing ante el Lugo le descolgó ya a cinco puntos de la salvación, lo que convierte la salvación en una misión titánica, después de no conocer la victoria desde el 31 de enero.

Eusebio Sacristán se convirtió el nueve de febrero en el primer entrenador destituido de la historia del filial del Barcelona. Tras clasificarse la pasada temporada en tercera posición en el mejor curso de su historia, el segundo equipo azulgrana que apenas ha ganado siete de los 33 partidos disputados y acumulando siete derrotas y cuatro empates en las últimas once jornadas vive con Jordi Vinyals, al frente, una situación límite.

"No hay cultura de club, no existe sentido de pertenencia, no hay compromiso de equipo. Los jugadores, hoy, ven su etapa en el Barça B como un simple paso hacia el primer equipo o a otros destinos en que confirmar su carrera y no se sienten identificados como en el pasado" denunció hace pocas semanas un ejecutivo del club.

El mismo club, sin embargo, ha dado pie a esas sensaciones con su política deportiva y a través de acuerdos particulares que animan a esta realidad. Futbolistas como Halilovic, Munir, Adama o Sandro tienen bajo contrato asegurado su pase al primer equipo la próxima temporada y no pocos de sus compañeros ya comenzaron el curso con los ojos puestos en otros clubs.

Incluso los que ascienden desde el juvenil lo hacen con el convencimiento de un paso efímero por el segundo equipo y jugadores como Samper o Grimaldo, señalados como excelentes proyectos de futuro, sufren un presente que pone en peligro una proyección que siempre se les contempló en la cantera.

Pero es que más allá del filial, el juvenil, por primera vez en muchos años, ha quedado relegado a una posición invisible por detrás del Espanyol, el Cornellà y la Damm. El club blanquiazul, líder de la Liga, dedica a la cantera apenas $1.7 millones de euros, una décima parte que el Barcelona, pero mantiene no solo sus estructuras, sino, también, una filosofía que en el club azulgrana ha perdido todo su peso.

"Se ha apartado el concepto, se ha perdido el método. Se busca el resultado por encima de la formación, no se practica el juego de posición como siempre se hizo y se fichan jugadores en edades avanzadas, sin la cultura del Barça y cuyo resultado acaba siendo tan malo para ellos como para el club" apuntó un ex entrenador de la cantera, alucinado por los cambios en el mando de los últimos tiempos que han provocado este bajón.

En su momento todo el funcionamiento de la base estaba supervisado por Josep Benages, personaje con un ojo clínico en la captura de jóvenes valores y que fue apartado del plano a la llegada de Rosell a la presidencia. A partir de ahí, en los cinco últimos años los cambios han sido una constante y la agresiva política del club en una captación que se globalizó ha convertido La Masia en una auténtica torre de Babel que provocó la sanción de la FIFA por su irregular forma de contratar jugadores.

Desde la eclosión de Busquets y Pedro en 2008, el flujo de canteranos al primer equipo ha sufrido un freno que comienza a observarse como preocupante. Bartra, Montoya o Sergi Roberto son apenas secundarios, Rafinha hizo un curso acelerado en el Celta para ganarse un puesto; Tello, Cuenca o Thiago entendieron que lejos tendrían mejores oportunidades y a los últimos en alumbrar, Munir como destacado, no se les contempla un futuro mejor.

Mientras, desde Gran Bretaña el seguimiento sigue asustando. Contratos de $ 200,000 euros por un juvenil son capaces de cortar cualquier ambición en azulgrana como ocurrió con Bellerín, hoy titular en el Arsenal, y muchos otros que juegan en categorías inferiores en diversos clubs ingleses con salarios que multiplican por 20 los $10,000 euros que les ofrecería el Barcelona.

Ante esa realidad, crece la sensación de que la labor de la cantera entra en una espiral tan peligrosa como desconocida. Y que la triste realidad que vive el Barcelona B, que ha jugado las últimas cinco temporadas en Segunda División, es el mejor ejemplo de todo ello.

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