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BUENOS AIRES -- James Rodríguez lo volvió a hacer. Como en la Copa del Mundo de Brasil 2014 la noche en la que le marcó un doblete inmortal a Uruguay, el genio que vino de Cúcuta rompió la resistencia de Diego Godín en el estadio Santiago Bernabéu, y armó la jugada que selló el pase del Real Madrid a las semifinales de la UEFA Champions League. Clasificación agónica frente al Atlético de Madrid, pero justa, merecida, del conjunto blanco que se propone rebatir la maldición del teorema que indica que, con el formato actual, el equipo campeón de Europa no podrá volver a ganar la orejona por segunda vez de forma consecutiva. Esta vez fue una maniobra a dos toques. James recibió la pelota de Cristiano Ronaldo sobre la derecha, controló el balón de forma que pareció detener el tiempo para sí pero no en derredor suyo, y construyó una memorable pared con su socio portugués. Perfecta. Tan simple como exuberante, para darle tiempo y espacio a Cristiano Ronaldo a regalarle el gol a un Javier 'Chicharito' Hernández necesitado de gloria y hambriento de autoestima. James volvió a desairar a Diego Godín en esa acción inverosímil a dos toques. Igual que aquel 28 de junio de 2014 en Río de Janeiro, cuando el bravo defensa charrúa salió en primer plano en las dos mejores fotos del partido. Con los ojos bien abiertos. Jugando con su desesperación. Semblanza de aquella noche en el estadio Maracaná, cuando autografió con la pierna zurda aquella volea furibunda en el minuto 28 que se convirtió en el mejor gol del campeonato. Y un rato después, a los 50 minutos, cuando sentenció la eliminatoria de octavos de final contra la celeste tras ser asistido de cabeza por Juan Guillermo Cuadrado. Lo cierto es que James Rodríguez y no otro jugador, fue el sudamericano destacado este miércoles de partidos de vuelta por las semifinales de la Liga de Campeones de Europa. ¿Capricho? En absoluto. El exjugador de Porto y Mónaco tuvo la continuidad que le faltó a otros cracks en el juego durante la eliminatoria. Protagonizó las mejores jugadas de ataque del Real Madrid y jamás dejó de intentar alguna manera, de desandar algún camino nuevo, que le permitiera a su equipo derribar el muro colchonero. Tenaz, creativo, ambicioso, el colombiano es feliz haciendo jugar a sus compañeros. En sus inicios como futbolista de Real Madrid, el entrenador cometió un error grande con él al pretender que jugara de la misma forma que Ángel Di María. James está capacitado para desbordar, pero por sorpresa y en determinadas condiciones. No a base de velocidad. El salto de calidad lo dio después de ser liberado del corsé táctico que le representaba tener que ubicarse como extremo fijo. Ahora aparece por cualquier sector de tres cuartos de cancha, y sus esporádicas desapariciones de la escena son calculadas. Cuando James detecta el espacio libre, presenta mayor voracidad de la que es capaz un niño pequeño para deglutirse un paquete de caramelos casi sin masticar. Titiritero de un ataque de ensueño, el extalento de Envigado y Banfield cargó con la responsabilidad de fabricar juego en ausencia de Luka Modric, y se inventó varias jugadas de mérito. Sólo le faltó un remate que realmente lastimara a fondo al Atlético y aumentara sus cifras goleadoras en su primera temporada como madridista (14 goles en 37 partidos disputados). Luego, su labor de campo fue excepcional. Real Madrid está en las semifinales de la Liga de Campeones de Europa, y en buena parte se lo debe a este colombiano de 1,80m y 77 kilos, madridista de corazón, que a sus 23 años amenaza con hacer época. De Colombia llegó Don Alfredo Di Stéfano en 1953. Aquella historia dejó grandes herederos. Quizá el más brillante de todos es el que hoy, 62 años después, luce la 10 merengue.
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