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Barcelona, cada vez más independiente de Messi

Barcelona llegó a su séptima semifinal de la Champions League en apenas ocho temporadas tras vencer al Paris Saint-Germain con un convincente marcador global de 5-1. Curiosamente, ninguno de los goles convertidos en los cuartos de final fue anotado por el cuádruple ganador del Balón de Oro Lionel Messi, lo cual, aunque suene un poco chocante al principio, en realidad es una noticia fantástica para los catalanes.

Bajo Luis Enrique, los gigantes de Camp Nou se han convertido en un equipo más dinámico que no necesariamente necesita tener un control infinito de la pelota para superar a sus rivales. Las transiciones directas en ataque y una preferencia desinhibida por los pases verticales a espacios abiertos dada la más mínima oportunidad les han permitido convertirse en una versión diferente del modelo tradicional del Barça.

Durante el último par de años, los hinchas del Barcelona se han dado cuenta de que aquellos que no se adaptan a la naturaleza siempre cambiante del deporte sencillamente no pueden prolongar su éxito. A pesar de que el club estuvo en la contienda por el título de La Liga hasta el último partido, la temporada de Gerardo Martino fue una de las más decepcionantes de los catalanes en los últimos tiempos.

Aunque siempre habrá Culés nostálgicos que recuerden la exitosa era de Pep Guardiola con envidia, lo cierto es que el fútbol moderno ha avanzado, los grandes jugadores de ese momento han envejecido y, quizás más importante aún, sus rivales básicamente ya habían encontrado la manera de contener sus esfuerzos: Enfocarse en desactivar la influencia de Messi como falso nueve rodeándolo con varios defensores disciplinados y agresivos, y luego reducir los espacios en la línea de fondo detrás de él y esperar por la oportunidad de hacerles daño mediante el contraataque o con jugadas de balón parado.

En 2013, Messi tuvo muchos problemas por dolores musculares, pero a pesar de los temores por su salud a largo plazo, el nro. 10 de Argentina siempre logró reintegrarse al equipo antes de lo previsto, a veces por una combinación de presiones del cuerpo técnico, y en general debido a su deseo de volver a la acción y ayudar a un equipo que prácticamente no tenía vida sin él.

Gerard Piqué explicó antes del partido de cuartos de final de la Champions ante el Paris Saint Germain: "Cuando las cosas no van bien, hay que usar a Messi. Aunque esté medio cojo, su presencia en el campo de juego es suficiente para levantarnos y elevar nuestro juego en general".

Eso es un vivo ejemplo de la Messidependencia. Cuando el éxito de un colectivo es tan dependiente de las actuaciones de un solo miembro del equipo, es evidente que todo el sistema tiene más probabilidades de desmoronarse si el rendimiento de dicho individuo se ve afectado.

Aunque su relación no siempre ha sido tan fluida como a uno le gustaría, nadie puede negar que Luis Enrique ha quitado un gran peso de responsabilidad de los hombros de Messi. Seguro, la actitud del asturiano hacia su jugador estrella podría haber sido más discreta a veces, pero los diversos cambios introducidos desde que asumió el cargo en Camp Nou el verano pasado han permitido que el nro. 10 volviera a brillar.

Afortunadamente, aquellos tiempos en que los Culés sólo podían celebrar el éxito individual de Messi están cambiando, lento pero seguro. Aunque tener un jugador blaugrana con 91 goles convertidos en un año calendario es una hazaña histórica que ninguno de nosotros, simples mortales, podríamos tener el privilegio de volver a ver, el hecho de que el tridente de Messi (46), Neymar (30) y Luis Suárez (19) ya haya anotado un total combinado de 95 goles esta temporada es mucho más preferible desde el punto de vista colectivo.

Neymar ha crecido enormemente durante su segundo año en Camp Nou, y duplicado su sumatoria de goles con al menos 10 partidos más por jugar antes del receso de verano. Corriendo constantemente hacia los defensores, su capacidad de impulsar el ataque del Barça ha transformado el espíritu de este equipo. Sin lugar a dudas, el esfuerzo más decisivo de La Pulga para involucrar a sus compañeros adelante ha impulsado la presencia del joven brasileño en el equipo -- y creado una nueva amenaza peligrosa para los defensores contrarios en el proceso.

Aunque la inmensa suma de €81 millones que el Barcelona invirtió para fichar a Luis Suárez inquietó a muchos en un primer momento, la forma en que el uruguayo se ha adaptado a su nuevo entorno y mejorado la ofensiva del equipo ha sido espectacular. El actual ganador de la Bota de Oro ofrece un enfoque ofensivo fuerte e implacable adelante que genera espacios que otros pueden aprovechar de una manera que ningún delantero blaugrana ha podido desde la salida del legendario Samuel Eto'o. Su compostura y su calidad frente al arco, sobre todo ante grandes oponentes, tampoco están nada mal.

Luis Enrique optó por usar a Suárez como delantero del equipo desde el mismo momento que fue elegible para jugar -- lo cual inevitablemente significó el movimiento de Messi a la banda derecha. Si bien es cierto que a Messi le llevó varias semanas afianzarse plenamente en las posibilidades que su nueva/vieja posición le ofrecía, estar más alejado de los defensores centrales contrarios inesperadamente le dio más libertad para conectarse con sus compañeros, para involucrarse con más regularidad, y, en última instancia, para convertirse en una amenaza ofensiva mucho más impredecible al tener más tiempo para explorar espacios a explotar.

Es evidente que los directivos del Barcelona han invertido mucho estas últimas temporadas para reforzar la ofensiva del club. Sin embargo, está claro que tanto Neymar como Suárez entienden que su trabajo consiste en complementar el juego de Messi, no reemplazarlo. A pesar de su estatus dentro de la elite del fútbol, las tres estrellas sudamericanas siempre han priorizado el éxito colectivo sobre sus intereses individuales -- una mentalidad inteligente hábilmente orquestada bajo la atenta mirada de Luis Enrique.

Messi sigue siendo el líder espiritual del equipo. Pero, afortunadamente, ahora tiene varios compañeros dispuestos a dar un paso al frente y asumir la responsabilidad en los momentos cruciales. ¿Podría el Barcelona haber llegado a las semifinales de la Champions League la temporada pasada sin que Messi anotara un solo gol en sus últimos cuatro partidos? Probablemente no.

¡Que el actual impulso positivo continúe!