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Nueve por dos

BUENOS AIRES -- Marcelo Gallardo prueba algunas piezas no habituales en su once titular para el primer choque con Boca. El miércoles incluyó a Driussi en el extremo izquierdo del ataque, un lugar débil en el tablero de River que el DT busca reforzar. Y el jueves ensayó con Gonzalo Martínez.

En otros puestos, las cosas parecen seguras. Por ejemplo, en el centro del ataque, donde Teo Gutiérrez, más por prestigio acumulado que por los antecedentes inmediatos, conserva su lugar.

Sin embargo, las últimas actuaciones de Cavenaghi, que lo llevaron al selecto grupo de los 10 principales goleadores de la historia de River, lo colocan como un firme competidor, que incluso cuenta con las preferencias del público.

Al colombiano no se le puede discutir la jerarquía. Es un futbolista completo: inteligente en el área, de gran dominio cuando sale de la zona caliente, goleador, buen cabeceador.

Acaso en la breve columna del déficit haya que asentar su conducta inestable (con propios y extraños) y cierta displicencia a veces irritante, que lo hace ausentarse de los partidos, caer en posiciones adelantadas de aficionado o ensayar lujos inoportunos.

Cavenaghi no es tan distinto. Tiene buen manejo y panorama, pero resulta más picante en el área, a la hora de definir.

Quizá la fortaleza de Teo sea la inversa. Un ítem en el que ninguno saca ventaja es en la velocidad. Ambos requieren metros para carretear.

Hablamos de dos grandes futbolistas. El advenimiento del clásico quizá incline el corazón de los hinchas hacia Cavenaghi. Un jugador de la casa, tan profesional como comprometido con la camiseta, parece una referencia más sólida ante el enemigo histórico.

Más acá del fetichismo, su historia lo ha convertido en un estandarte, con notorio predicamento sobre los compañeros, y ese auxilio anímico sí cuenta en las paradas difíciles.

Aunque menos identificado con la camiseta de River, Gutiérrez no le va en zaga en cuanto a personalidad. Ya dio muestras de buenos rendimientos en los clásicos. Es de esos futbolistas que convierten la presión en goce.

Se supone que, por mayores recursos para la construcción de juego allí en la zona de desenlace, Teófilo está un peldaño sobre su competidor, en especial con una defensa central dura como la de Boca, que es necesario abrir macerando el juego.

Si River tuviera la profundidad de otros tiempos por las bandas, acaso Cavenaghi podría aportar su radar de goleador para captar los envíos al área. Pero el equipo de Gallardo ha perdido penetración por los costados y ese es uno de sus problemas cruciales.

Para el DT no se trata de un dilema porque ya eligió. Y es quizá la única región de la cancha donde se puede dar el lujo de contar con dos opciones de primer nivel.