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Valioso en un grupo excelente

Se impuso la lógica en la elección de Stephen Curry como Jugador Más Valioso de la NBA esta temporada. La carrera por el galardón fue cosa de dos: del vencedor, que viene a ser el mejor jugador del mejor equipo hasta el momento, y de James Harden, que tiró del carro de Houston Rockets para convertirlo en serio aspirante al título, con permiso de Golden State Warriors en la Conferencia Oeste.

Ambos formaron parte del draft de 2009 en el que Blake Griffin fue elegido en primer lugar, Harden en tercero y Curry en séptimo. Qué bien salió aquella clase (quiten de la ecuación a la segunda elección, Hasheem Thabeet). Se trata de la tercera ocasión en la historia de la NBA en la que dos jugadores de la misma promoción acaban en los dos primeros puestos del JMV. Salieron bien esos caballos de Kentucky, esos púgiles de la duela que ha firmado una temporada para enmarcar. Sólo uno podía llevarse la gloria y la lógica quiso que Curry saliera triunfante.

Sobran los argumentos para su elección. Ser el líder anotador de un plantel que con 67 victorias se convirtió en el décimo tercer equipo de la NBA en lograr dicha cifra o más merece un premio como el que ha recibido. Pero que conste, no lo hubiera levantado de no ser por el éxito del proyecto de los Warriors, por el trabajo del resto de sus compañeros y de un Steve Kerr que ha sabido dar en la tecla. Curry debería estar ampliamente agradecido a todos ellos, porque fueron los que lo rodearon los que le hicieron mejor.

En ese abono ha florecido un Curry que ya venía de completar campañas exquisitas. Lo ha hecho en un grupo que además de tener el mejor récord de la liga antes de entrar en unos playoffs y no haber perdido en ninguno de los cinco encuentros que ha disputado en lo que va de postemporada (cuatro contra los Pelicans de Nueva Orleans y el primero de las semifinales de conferencia ante Memphis Grizzlies) ha logrado mantener el mejor margen de anotaciones, ha liderado la liga en eficiencia defensiva y es el segundo en eficiencia ofensiva.

En este contexto ha brillado el base de los Warriors, en una realidad marcada por la excelencia en la que con 23.8 ppj ha sido el máximo anotador de los suyos, con 7.7 apj, el máximo asistente y donde también ha liderado con un 28.0 en eficiencia de jugador. La temporada pasada, Curry registró mejores cifras individuales (24.0 ppj y 8.5 apj), pero a pesar de ser determinante durante la temporada regular, no hubo quórum en el grupo en aras a llegar a lo más alto. Ahora sí, y más allá de los números, Curry ha liderado a los mejores hasta el momento. Por eso ha ganado.

En 10 ocasiones, el JMV salió de una de esas 13 franquicias con un récord igual o mayor a las 65 victorias. Si a día de hoy los Warriors son el serio candidato para llegar a lo más alto es porque han completado la mejor campaña de la historia con un plantel que llevaba con las ganas de triunfar por bandera desde hacía varios años, que ha visto la evolución de sus jugadores en el marco de un proyecto sólido y configurado para que sea duradero, y que ha encontrado en Kerr al coach adecuado para potenciar todas sus virtudes y minimizar las carencias.

Y ahí, en un conjunto potenciado por jugadores como Klay Thompson, Draymond Green, Andrew Bogut, Andre Iguodala, Harrison Barnes, David Lee, Leandro Barbosa... todos han contribuido y han sacado a la superficie mediática a un líder de efectividad incuestionable. Curry anotó cinco o más triples y brindó la misma cantidad de asistencias en 24 partidos. De lejos le sigue Harden con ocho encuentros logrando dicha marca.

Uno de los ejemplos de la versatilidad del base de los Warriors lo encontramos en su finura desde el perímetro. Rompió el récord que tenía de más triples anotados en una temporada. El año pasado había alcanzado los 272 triples, superando los 269 que alcanzó Ray Allen en la 2005-06. Este año, Curry anotó 114 lanzamientos exteriores más (286). Cuando no tenía opción deleitó a los aficionados con pases magistrales, con penetraciones para enmarcar y una visión de juego privilegiada. En el recuerdo queda aquella temporada 1986-87 de Magic Johnson en la que alcanzó el JMV y venció las Finales con Los Angeles Lakers. Curry es el único armador que está demostrando estar a la altura del exlagunero.

Y por encima de su labor en la duela está su humildad. Ninguna salida de tono, una actitud casi tímida en sus intervenciones, un disfrutar callado más que a voces. Curry es de esos jugadores que chequean su teléfono antes de entrar en la ducha tras los partidos, de los que contestan los mensajes y observa la repetición de alguna de sus jugadas. Se gusta en silencio, en la soledad del Jugador Más Valioso y, quién sabe, si del próximo campeón de la NBA.