<
>

El Manchester City no pude darse el lujo de perder a Agüero

LONDRES -- Ayudado por un pase maravilloso de David Silva en White Hart Lane el domingo pasado, Sergio Agüero no tuvo que interrumpir su paso mientras se movía hacia la pelota. Fue el pase perfecto, pero lo que sucedió después fue gracias al delantero perfecto. Agüero ni siquiera miró hacia arriba antes de patear entre el inquieto Hugo Lloris y el poste más cercano para sellar una victoria por 1-0 del Manchester City sobre los Spurs.

El balón pegó en la red antes de que el portero francés siquiera tuviera tiempo de completar su inmersión. Fue el arte sublime a una velocidad vertiginosa, y el hizo que pareciera un paseo por el parque. Un poco como tratar de encontrar un avión de combate en un cielo azul claro cuando ya has escuchado la explosión sónica y tus ojos se mueven desesperadamente para ponerse al día con tus oídos y tu cerebro, así es como se debe haber sentido Hugo Lloris.

Fue un gol que resume muy bien lo que es Agüero: equilibrio, velocidad para alejarse de su marca, velocidad de pensamiento, capacidad innata para definir, potencia, precisión y definición.

Y, sin embargo, hubo un momento en el segundo tiempo que tal vez lo resumió aún mejor. A medida que el reloj avanzaba a los 61 minutos, el pequeño delantero persiguió un balón en profundidad hasta el borde del área. Bloqueado por tres defensores, se los sacó de encima y, mientras que un jugador tiraba de su camiseta, comenzó una carrera al arco con cuatro defensores detrás de él. Con un pase a Fernandinho, se lanzó al interior para la devolución, recogió una pelota complicada inmediatamente y tocó a la derecha del arquero, antes de hacer un tiro fraccionadamente desviado al poste.

La oportunidad se había creado de la nada. El gol, si lo hubiera marcado, hubiese sido oro puro de Agüero. Lo que otros pueden ver como una causa perdida o un momento para sostener la pelota y esperar refuerzos, Agüero lo trata como un reto personal directo.

Claramente, no hay mejor delantero de la Premier League en el momento, a pesar de que las nominaciones de la PFA fueron para Harry Kane del Tottenham y Diego Costa del Chelsea. Pregúntele a cualquier entrenador de la Premier League a cuál de los tres les gustaría tener liderando su primera línea y los 20 seguramente responderán con el nombre del argentino.

El récord de goles de Agüero desde su llegada al Etihad en el verano de 2011 es nada menos que magnífico: logró 30 en su primera temporada (incluyendo dos en su debut en la Premier League ante el Swansea City y el inolvidable gol ganador contra el QPR que tiró la casa abajo el último día de la temporada). Las lesiones lo perjudicaron en su segunda temporada con el club, pero superó ese trance con un remate para ganar en la semifinal de la FA Cup contra el Chelsea, que hizo que el City avanzara hacia la final, en última instancia sin éxito, contra el Wigan.

La temporada pasada otros 28 golpearon el fondo de la red, el mismo total al que ya ha llegado esta campaña con otros tres partidos por jugar. Es absolutamente impensable imaginar al City presentando la misma amenaza sin él. Mientras que los rumores de transferencias están en marcha con la idea de que Yaya Touré pasará al Inter de Milán, nadie se atreve a hablar de algún interés en Agüero. Él es, sin excepción, el único jugador que el City no debe perder este verano.

El conjunto de habilidades que pone sobre la mesa es incomparable: Agarrado al piso y con la fortaleza en unas piernas que podrían ser de un caballo mongol, parece casi imposible separarlo de la pelota. Esa potencia y su bajo centro de gravedad, aliado a un estrecho control de la pelota, hacen que el observador casual recuerde a su legendario compatriota, Diego Maradona. El paquete embriagador de habilidad y fuerza bruta también pertenece a Agüero; una moderna reencarnación del físico de su compatriota y su capacidad de mantener la posesión en medio de los embates más horrendo de los defensores oponentes.

La velocidad que tiene para separarse de su marca, cuyos primeros milisegundos transcurren dentro de su mente, le permite dejar por muertos a sus rivales. Una vez capturado, de ser esto posible, despojar el balón de sus pies danzantes, por medio de falta o algún recurso limpio, no es nada fácil. Una brisa helada te hace cosquillas en las mejillas. Se ha ido, acompañado por el rugido del público.

Pero la historia no termina aquí. Mira cualquier momento de juego holgado en el mediocampo y verás al llamado delantero superestrella, participando, corriendo hacia atrás, e involucrándose en la bruma de pases de un toque que construyen una nueva posesión para su equipo. Los goles no le llegan servidos al máximo goleador de la liga. Agüero participa plena y energéticamente en la creación de las ocasiones que a menudo culminan en goles convertidos por él mismo.

El fútbol es un juego en equipo. Algunos jugadores se elevan por encima de esto ubicarse en otro nivel. Pero hay otros, y son muy pocos, que logran destacarse sin dejar de ser una parte integral del conjunto. Es por esto que el Manchester City haría bien en mantener a Agüero lejos de las miradas indiscretas de los posibles pretendientes este verano.

Simon escribe para Down the Kippax Steps y el programa del Manchester City. Síguelo en Twitter @bifana_bifana.