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La victoria por sobre el estilo

BUENOS AIRES -- Muy pocas veces veremos a Josep Guardiola variar el esquema táctico del equipo al que dirija, pero este miércoles es más que probable que el diseño del Bayern de Múnich no tenga la apariencia de un 4-3-3 al uso.

Pep adora ese dibujo sobre plano, sin embargo, a causa de las importantes bajas con las que viajó el cuadro bávaro a Barcelona para enfrentar al Barça en el partido de ida de la semifinal de la UEFA Champions League, el planteo acaso vire hacia un 4-1-4-1.

La intención de Guardiola es incordiar a Messi. Reducir a la mínima expresión su ámbito de influencia. Tapar las vías de conexión entre el centro del campo y los socios de Leo en ese monstruo de tres cabezas que conforma junto a Luis Suárez y Neymar Junior en la delantera azulgrana.

El entrenador que ayudó a Messi a darle un nuevo sentido a su carrera futbolística al cambiar su posición en el terreno de juego y facilitar que se convirtiera en el máximo goleador de la historia del fútbol de todos los tiempos, hoy se ve en la disyuntiva de tener que destruir su mejor invento.

Sensible, comprometido, profesional, ambicioso, sagaz, detallista, tenaz, a Pep, capricorniano de ley (18 de enero de 1971), le puede resultar traumático el 99 por ciento de las cosas que sucedan sobre el césped del Camp Nou este miércoles. Si su Bayern gana, porque sabe que no sólo le habrá clavado un puñal al equipo de su vida, a su gente, y a su país, sino que incluso quizá sienta la victoria como un harakiri demasiado amargo. Si pierde con ese grupo tan especial que ha construido en el Bayern, porque acaso perciba la derrota como un castigo cruel hacia la gente que le confió la tarea de cambiar la concepción del juego que ha tenido el cuadro bávaro durante toda su historia.

Consecuencia de haber llegado a Múnich como un Mesías obligado a atrapar e instaurar una etapa de excelencia interminable. El único resultado que puede tener efecto balsámico en este entrenador que no come y apenas bebe algo de agua los días de partido, es el empate. Hablamos de un tipo que sufre su profesión mientras la abraza, la dignifica y la venera. Y es que el amor, muchas veces duele.

Guardiola apunta a colocar este once en el patio de la que siempre será su segunda casa: Manuel Neuer; Rafinha, Jerome Boateng, Mehdi Benatia, Joan Bernat; Xabi Alonso; Thiago Alcántara, Javi Martínez, Bastian Schweinsteiger, Thomas Müller; Robert Lewandowski.

El polaco Lewandoski ha convertido 9 goles en sus últimos 11 partidos, y se anuncia que saldrá a la cancha con una máscara de carbono a causa de que aún no está totalmente recuperado de las fracturas de tabique nasal y mandíbula que sufrió en el choque por la semifinal de la Copa de Alemania frente a sus excompañeros de Borussia Dortmund. Un par de 'caricias' han estado a punto de dejarle fuera de combate.

A Pep se le han caído varios soldados. La mayoría, oficiales de alto rango. Arjen Robben, Franck Ribèry, Sebastian Rode, David Alaba, Holger Badstuber y Tom Starke. No obstante, el técnico de Santpedor, impregnado hace muchos meses de ese talante alemán que no conoce de resignaciones y es capaz de ir a la guerra en ojotas, no se excusó en su charla previa al choque. Desenfundó.

Rezuma conocimiento Guardiola, y transmite confianza a los suyos, que andan convencidos de que por muy imparable que resulte Messi, podrán molestarle lo justo para evitar que les zapatee un malambo en la cabeza como ocurrió el 8 de abril de 2009 cuando Leo fue clave para echar a los bávaros de la Liga de Campeones al liderar un 4-0 en el Camp Nou, en la ida de los cuartos de final de la competición 2008-09.

El único as que apunta a guardarse Pep en un banco sin casi polvo de estrellas es Mario Götze, quien últimamente deambula de capa caída por la cancha. Lejos de su mejor imagen, y abrumado por el status de nueva celebridad. Marcarle el gol decisivo a Argentina en la final de la Copa del Mundo Brasil 2014 hizo de él, a sus 22 años, un semidiós en Alemania. El punto es que todos esperan que frote la lámpara cada vez que entra en juego, pero ha extraviado el repasador para hacerlo.

Apuntan que Guardiola tiene dos obsesiones en esta semifinal incandescente. Una, extraer los poderes de Messi. Otra, trasladárselos a Gótze. Pep sueña con que le suceda algo parecido a lo que le ocurrió a Joachim Löw, seleccionador alemán, cuando recurrió al púber Mario para disputar los últimos minutos de la frenética prórroga decisiva frente a la selección argentina. "Salí a la cancha, te llegó la hora de demostrar que sos mejor que Messi". Götze marcó EL gol y, por las dudas (¿por cábala también?), apunta a empezar el partido otra vez sentado. Ahora, al lado del gurú catalán.

Por si fuera poco todo, la eliminatoria incluirá un duelo fratricida entre los hermanos Thiago y Rafinha Alcántara, hijos de Mazinho, fenomenal lateral derecho campeón del mundo con Brasil en Estados Unidos 1994, que también vivió la cara amarga del fútbol al quedar fuera de Italia 1990 frente a Argentina con el recordado gol de Caniggia que parió el himno popular "Decíme qué se siente".

Thiago, sensacional organizador de juego de Bayern, que acaba de dejar atrás dos años funestos de lesiones graves y rodillas frágiles. Rafinha, trabajador del centro del campo de Barcelona, que aguarda por tener mayor cantidad de oportunidades en el primer equipo. Papá Mazinho lo tiene claro. "Sólo un jugador puede cambiar por sí solo el destino de un partido, y es Messi. Thiago puede aportar mucho, pero no llevar el equipo solo".

Manuel Neuer, último competidor de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo en la pelea por el Balón de Oro FIFA, también tiene claro lo que está por venir. "En el terreno de juego, lo importante es demostrarle al rival quien manda, y nosotros viajamos a Barcelona para ganar". El también arquero de selección alemana cuenta que "mi estilo de juego ha evolucionado con Guardiola, y no dejo de progresar bajo sus órdenes. ¿Cómo juega el Bayern? Somos 11 jugadores los que participamos en la construcción del juego".

Respecto a Messi, con quien librará un interesante pulso dentro de unas horas, señala "tuvimos tiempo para hablar unos minutos en la ceremonia del Balón de Oro y, realmente, es uno de los jugadores más discretos y humildes. Ha realizado una carrera excepcional y le respeto mucho por todo lo que ha conseguido".