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Se apaga la buena estrella de Bielsa

AP

PARÍS - La buena estrella del entrenador del Olympique de Marsella, el argentino Marcelo Bielsa, se apaga al mismo ritmo en el que su equipo ha dejado de deslumbrar y los malos resultados le han apeado de la lucha por los títulos.

Alabado hasta el culto en la primera parte de la temporada, el técnico ha pasado a una situación de casi olvido, al tiempo que su continuidad en el banquillo marsellés la próxima temporada está más que comprometida.

Poco queda del Olympique que pretendía disputar el título al todopoderoso París Saint-Germain en el segundo semestre del año pasado asentado en los métodos calificados de revolucionarios que trajo consigo el técnico de Rosario.

Sin una plantilla potente, todos los observadores coincidían en que la fortaleza que mostró el Marsella en los primeros compases del año respondía a la mágica receta del "loco" Bielsa.

Todos los focos comenzaron a escudriñar su trabajo, multitud de entrenadores se pasaron por la ciudad deportiva del Olympique para conocer un método que contrastaba con lo que hasta entonces conocía Francia.

El técnico se metió también en el bolsillo a la afición porque puso a trabajar a la plantilla, que en un principio se acomodó a las duras sesiones del rosarino.

Sabedor de que el elogio debilita, Bielsa multiplicó los llamamientos a la prudencia y, desde el puesto de líder en la clasificación, aseguró que el camino hasta el final era todavía largo.

La marcha del equipo comenzó a torcerse coincidiendo con el cambio de año. El Marsella encontró entonces a los grandes rivales de la liga y, pese al juego vistoso que proponía, quedó tocado.

Perdió el liderazgo y solo pudo mantener unas semanas más la ilusión de que era capaz de competir por el campeonato.

Los meses de marzo y abril fueron terroríficos y el equipo se desgarró. Sonaron las primeras voces críticas procedentes del interior del vestuario y apareció un Bielsa cerrado en si mismo.

Llegó a confesar que había dejado que los jugadores se autogestionaran, puesto que no creían en sus métodos. La situación se degradó y los resultados empeoraron.

El equipo es ahora cuarto a cinco puntos del podium y su plaza está amenazada por el Saint-Etienne, que tiene los mismo puntos, y por el Girondins de Burdeos, que está a cuatro.

La prensa marsellesa que le aduló comenzó a criticarle. Afloraron estadísticas que dejaban en mal lugar su programación, que afirmaban que el técnico exprimía demasiado a los equipos en la primera vuelta y llegaban sin jugo a la segunda.

Con el Marsella ganó el 44 % de los encuentros de ida y, a falta de tres para el final de la vuelta, el porcentaje de triunfos es del 30 %. Unas estadísticas que coinciden exactamente con las que firmó en el Athletic de Bilbao entre 2011 y 2013.

La estocada definitiva se la dieron sus colegas, que eligieron a los finalistas para el premio del técnico del año y que se olvidaron del argentino. Al galardón optarán Laurent Blanc (PSG), Hubert Fournier (Lyon), Christophe Galtier (Saint-Etienne) y Jocelyn Gourvennec (Guingamp).

"Es paradójico alabar durante seis meses el juego ofensivo del Marsella, el espectáculo propuesto, la bocanada de oxígeno que supuso y al final no reconocer a su entrenador", se quejó el presidente marsellés, Vincent Labrune.

A Bielsa le queda una única roca de salvación, el inquebrantable aliento de una grada fiel y bulliciosa, una de las más numerosas de Francia, que le ha elegido como ídolo.