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El monstruo vuelve a sacar las garras

El estado de vigilia es peligroso para el entorno cuando el que está alerta es un monstruo de la envergadura de Golden State Warriors. La criatura no pegó ojo mientras se hizo el dormido durante los Juegos 2 y 3 ante unos Memphis Grizzlies victoriosos que supieron encontrar su punto débil. Y de ahí a la extensión más dinámica de la mole californiana, la más certera, la galardonada con el premio de lo premios individuales de la liga, Stephen Curry, que tampoco estuvo en su quinto sueño a pesar de firmar actuaciones por debajo de lo que nos tiene acostumbrados.

El síndrome del Jugador Más Valioso, quizás, un pequeño momento de reflexión física... ¿quién sabe? Todo volvió a la normalidad el lunes, con un gran actuación de su jugador estelar y una victoria en el Juego 4 (101-84) que dejó la serie empatada a dos.

Si los Warriors fueron capaces de despertar de un letargo de ojos abiertos y sentidos despiertos fue porque Curry se movió como pez en el agua en una duela que hizo suya. Y nos recordó a la versión anterior a las dos derrotas, cuando campeó a sus anchas por las canchas de todo el país. El armador venía de certificar unos números alejados de su normalidad en los dos fracasos de su equipo (4-de-21 en triples y 15-de-40 en tiros de campo) y en el Juego 4 se resarció para que la monstruosa maquinaria de los Warriors echara a andar.

Curry volvió a ser protagonista y emergió del lodo con 33 puntos y ocho asistencias. Contó con mejores oportunidades y su capacidad de decisión fue precisa como un reloj suizo. Cuando encontró posiciones abiertas, el base supo elegir con criterio. Que hay que lanzar de tres, se lanza (convirtió cuatro triples, la misma cantidad que en los dos partidos anteriores combinados); que hay que habilitar a otro compañero, adelante; que es mejor acercarse más al aro para asegurar el lanzamiento, por qué no.

Y así revolucionó con nueve puntos en transición, casi el doble que la media de los tres primeros encuentros de la serie, también se hizo fuerte en las penetraciones, conducción y eslalons, donde alcanzó 22 puntos de sus 33 unidades. Pero si hubo un aspecto en el que los Warriors fueron capaces de encontrar la senda, ese fue su capacidad para abrir espacios. Está siendo el fuerte ofensivo para mermar las capacidades de unos Grizzlies que no encontraron la manera de contener el potencial de Warriors en el perímetro y las variantes que nacen de ese tipo de jugadas.

La diferencia en este sentido entre los Juegos 2 y 3 con respecto al de este lunes fue abismal. En los dos anteriores, Golden State combinó 7-de-19 en lanzamientos de tres puntos (36.8 por ciento), mientras que el la última cita fueron capaces de lograr 10-de-18 (55.6 por ciento). Los triples están determinando la serie y no hay más que ver la productividad en este sentido en las victorias (32.5 ppj desde el arco) y en las derrotas (12.5 ppj). Klay Thompson también se encontró más cómodo en su hábitat natural tras lograr nueve puntos en triples (3-de-6).

Cerrojo en la pintura

El monstruo californiano también sacó los dientes en defensa. Fueron capaces de contener a los Grizzlies a un porcentaje de efectividad del 39.8 por ciento, en la que fue la primera vez en los ocho juegos que llevan disputados esta postemporada donde logran mantener a su rival por debajo del 40 por ciento. Para que las opciones de los Warriors permanecieran intactas y recuperaran la ventaja de campo hacía falta echar el cerrojo en la pintura, la que es la mayor virtud de los Grizzlies y el lugar donde más daño han hecho con la presencia de un Marc Gasol y Zach Randolph capacitados para absorber gran parte del juego de su equipo.

Vaya si lo intentó Memphis en la zona, hasta en 56 ocasiones probaron suerte, la tercera mejor cifra de toda la temporada; sin embargo, tan solo pudieron anotar un 39.3 por ciento de esos lanzamientos (en los tres juegos anteriores llegaron al 48.2 por ciento), es decir, 44 puntos de los que 31 fueron obra de las dos torres interiores (la menor cifra combinada entre ambos de la eliminatoria). En conjunto fue la peor marca de la campaña en efectividad en la pintura.

El plan defensivo de Steven Kerr fue el de concentrar a sus hombres en ese lado de la duela con el fin de contener a Gasol y Randolph, que tanto daño habían hecho en las victorias pasadas. Dejaron a los jugadores perimetrales de los Grizzlies campar a sus anchas alrededor del arco, y ni Tony Allen (0-de-3), ni Courtney Lee (0-de-3) fueron capaces de anotar ningún triple. Vince Carter (1-de-3), Jeff Green (1-de-2) y Mike Conley (2-de-5) hicieron su parte, pero no fue suficiente para maquillar el 4-de-18 en triples que logró el equipo al completo.

Memphis acabó sufriendo demasiado por culpa de tener la pólvora mojada en el perímetro (los Warriors sólo trataron de contener seis de los 18 lanzamientos de tres) y después de que su juego interior fuera mermado por los californianos. Hasta 10 bloqueos sumó Golden State, todos ellos en la pintura (sumaron 11 en los tres juegos anteriores) con un Andrew Bogut (tres) y Draymond Green (dos) especialmente acertados en esta esfera. Cuando Bogut contuvo a sus rivales a 3-de-15 (20 por ciento) bajo el aro.

Y así resurgió la mole, esa 'cosa' que habita en la Bahía de San Francisco y que ríe cuando le encuentran las cosquillas. Ahora la acción vuelve a su feudo, a esa olla a presión llamada Oracle Arena que vuelve a tener la sartén de la intensidad en su mano.