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Bombardean La Bombonera

El equipo Xeneize jugará a puertas cerradas Foto Baires

BUENOS AIRES - Todos saben, trabajo a metros del mítico estadio de Boca Juniors, archifamoso a nivel mundial, temido y admirado por muchos clubes e hinchas del Planeta. Creo que hasta el Barça, manifestó una vez que les costaría ganar en La Boca.

Boca Juniors, como bien lo dice su historia, siempre gana por buen fútbol y por prepotencia de trabajo. Eso está claro. Por esas cosas del destino, tuve que ir a la cartonería donde trabajo a la madrugada. Me subí en mi bicicleta e hice uno de los grandes recorridos visuales que hay en el mundo. Agarré Corrientes a toda velocidad, la calle desierta, pedalié por detrás del Obelisco y enfilé por la 9 de Julio hasta la avenida Belgrano y de ahí directo a La Boca. ¡Qué hermosa es Buenos Aires!

Ah, la ciudad a la madrugada, habitada por seres insomnes, solitarios, poetas, artistas que buscan con desesperación y esmero una veta para desarrollar su arte. Taxistas divorciados, vendedores de extrañas sustancias y de whiskies importados. Fumadores compulsivos, novelistas atolondrados en busca de una escena que les permita comenzar un gran relato. Aunque a muchos les parezca loco, hay muchas mujeres bonitas, de distintas edades y gustos populares o super sofisticados.

Me sentí como un Dios encima de mi bicicleta, pedalear por el centro de la Avenida Almirante Brown despidiendo a mis espaldas el imponente Parque Lezama. Saludar a los vendedores de torta fritas que pululan enfrente del Hospital Argerich que tiene los mejores médicos. ¡A todos los médicos de los hospitales públicos, les mando un fuerte saludo!

Llegué a la cartonería y vi que estaban las luces prendidas, las persianas levantadas, la máquina impresora de volantes de electricidad y plomería con que hacemos nuestros libros funcionaba a todo tren. ¿Qué pasaba? ¿Quién estaba trabajando en la carto a esa hora?

Entré y había una señora con un gran sombrero de forma cónica, largo, parecía una bruja.

"Cucu, están bombardeando la cancha de Boquita..." Me dijo agitando los brazos y señalándome a mi espaldas donde se ubicaba el enorme armatoste de cemento y pasión. Obviamente me di vuelta y vi que había muchas luces y bengalas sobre el cielo del estadio. ¿Qué estaba sucediendo? Pensé de inmediato en algún festejo desmedido.

- Cucu, (aportó info la bruja) seres desconcidos están bombardeando el estadio con todo tipo de pirotécnia.

- ¿Y para qué hacen eso?

- Por eso te llamé, para que averigués. ¿No sos acaso escritor de novelas policiales?, bueno, acá tenés un buen caso para investigar...

Me acerqué al estadio y no podía creer lo que le estaba pasando a la Bombonera, miles de rayos de colores y fuego caían sobre el césped, sobre la tribuna. Como si un Dios estuviera enojado con el club. Intenté desenvolver una gran manguera de incendios pero una vez que lo hice, descubrí que no había agua para combatir el rarísimo arsenal que caía del cielo.

No podía creer, en ese momento, que algo así estuviera sucediendo, ante la ignorancia de todos los vecinos que dormían a esas horas de la madrugada. Pensé, "así a veces se incendian los conventillos en la noche y ni nos damos cuenta hasta el otro día". Las bombas caían sobre el césped y largaban un extraño humo que no pude soportar. Me picaban los ojos y casi no pude respirar. Me vi envuelto en esa humareda, en medio de la cancha, la mítica Bombonera de mis amores, sin público, sin jugadores, sin hinchas, sin pelota, sin árbitro, sin sueños. Sólo yo y los miles de cohetes, bombas o bengalas que gente desconocida arrojaba sin pudor.

Sentí que me desmayaba, me picaban los ojos y me faltaba la respiración. Seguramente iba a morir en medio de la cancha, solo, sin juego, sin fútbol, sin nada.

Me desesperé y sentí que mi esposa me golpeaba una mejilla, en mi cama. Todo había sido una pesadilla demasiado real.