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Buffon, ocaso de un dios bianconero

BARCELONA -- “Amamos a Gentile, a Scirea y a Conte. Aplaudiremos siempre a Causio y nunca olvidaremos que con nosotros jugó Platini. Y Zidane, Boniek o Laudrup, al que respetaremos por lo que fue en el fútbol. Pero Del Piero y Buffon están por encima de todos. Ellos son Juve”. Así explica un tifossi la consideración que tiene por los dos jugadores probablemente más idolatrados hoy en la Juventus. Uno de ellos, Buffon, guardará la portería bianconera el sábado. Y este tipo no es un cualquiera.

Berlusconi le puso un cheque en blanco, Moratti le prometió pagarle 10 euros más que el máximo que nadie le ofreciera y Arsene Wenger le propuso seguir su carrera en la Premier. Y Buffon dudó. El verano de 2006 comenzó con la Juventus rompiéndose en pedazos y nadie le habría echado en cara que siguiera el ejemplo de Zambrotta, Thuram, Cannavaro, Emerson, Vieira o Ibrahimovic, que escaparon de un club al que también abandonó Capello y que pasó a ser maldito en toda Italia.

Pero Gianluigi Buffon se quedó en la Vecchia Signora. Dicen que durante la concentración previa al Mundial, hubo una reunión privada entre los futbolistas del club. Del Piero fue el primero que proclamó que si la Juve le pedía que se quedase, ni se plantearía marcharse y que jugaría en la Serie B porque se sentía en deuda con el club. Al discurso de ‘Pinturicchio’ contestó Buffon. “Nos quedamos” vino a decir el portero, apoyado por Camoranesi y ante el silencio de los demás… Porque ellos ya habían tomado una decisión.

Zambrotta ya había acordado su fichaje por el Barcelona y Cannavaro, que acabaría levantando el trofeo en Berlín como capitán de la azzurra, tenía decidida su marcha argumentando que a su edad no podía permitirse el lujo de jugar en Segunda División.

A partir de aquel día, el universo Juventino, el mundo bianconero, colocó a Buffon a la altura de Zoff, sino por encima. Desde aquel verano de 2006 dos personajes son innegociables en el corazón de la hinchada: Del Piero y Buffon. Y si la grandeza del primero está adornada con la Champions que conquistó en 1996, al segundo le falta apenas este título para alcanzar la eternidad.

Hincha del Genoa, Buffon fichó a los 13 años por el Parma como centrocampista ofensivo. La lesión simultanea de los dos porteros del equipo juvenil y la admiración que había despertado en él Thomas N’Kono durante el Mundial de 1990 le convencieron para ponerse bajo los palos y allí se quedó para siempre.

Otra lesión, de Luca Bucci, le empujó a debutar en la Serie A con 17 años y frente al Milan y a jugar la siguiente jornada ante la Juventus, convirtiéndose en apenas dos partidos en la sensación de la Liga. A partir de entonces Buffon ya comenzó a ser considerado el sucesor de Toldo. Y al cabo de cuatro temporadas, en julio de 2001, se convirtió en el portero más caro de la historia del fútbol, cuando la Juventus pagó por su fichaje 53 millones de euros al Parma.

DE OLD TRAFFORD A BERLÍN

Ganador del Scudetto en su primera temporada con la Juventus, en la siguiente, la 2002-03, Buffon fue providencial para que el equipo que dirigía Marcello Lippi alcanzase la final de la Champions en Manchester. Gigantesco en la vuelta de cuartos de final frente al Barcelona en el Camp Nou, en la vuelta de semifinales, en Delle Alpi, le atajó un penalti a Luis Figo para que la Juve eliminase al Real Madrid. En Old Trafford la fortuna dio la espalda a su equipo puesto que si Buffon rechazó en la tanda definitiva los lanzamientos de Seedorf y Kaladze, Trezeguet, Zalayeta y Montero erraron los suyos.

Antes, el 22 de abril de aquel 2003, Buffon disfrutó en el Camp Nou en la misma medida que lamentó Luis Enrique, entonces jugador del Barça, la ocasión perdida por el equipo azulgrana que hasta tres años después, en 2006, no disputaría una final. Enlazados los plazos, fue un mes antes de que estallase el Calciopoli, que se derrumbase la Juve y que comenzase una carrera nueva para el portero italiano.

Al cabo de doce años volverá el meta a escuchar esa música única en una final. Lo hará después de una carrera que le quedó marcada una tarde de verano, en Berlín, cuando llamó a su abogado para confirmarle que se quedaría en la Juve a pesar de todo. Celebró el título Mundial con la decisión de atar su futuro a su club. Y liberado después de haber sido señalado como protagonista en la red de apuestas clandestinas.

El 16 de septiembre de 2006 acudieron 15.958 espectadores al estadio olímpico de Turín para presenciar el primer partido como local de la Juve en la Serie B frente al Vicenza. Ganó el equipo de Deschamps por 2-1 con goles de Trezeguet y Del Piero. Y ellos fueron, junto a Buffon, Camoranesi y Nedved los más aclamados por la hinchada, que premió así su fidelidad inquebrantable.

Gianluigi Buffon regresa al estadio Olímpico de Berlín en el ocaso de su carrera y dispuesto a mostrar que en esta época llena de premios y consideraciones todo lo que ha cosechado ha sido merecido. Y soñando con sumar a su palmarés el único gran trofeo que le falta, probablemente el más deseado por cualquier niño.