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Brasil, después de la pesadilla

BUENOS AIRES -- Normalmente, Brasil se presenta en cada competencia como aspirante a campeón. Quizá en la inminente Copa América, sus credenciales no sean tan espléndidas y, por lo tanto, las expectativas hayan mermado.

A pesar de que el nuevo entrenador, Dunga, ha tratado de disipar –hasta ahora con éxito¬– los restos diurnos de la pesadilla mundialista, el 1-7 padecido ante Alemania todavía pesa en la memoria colectiva y ha enturbiado las impolutas credenciales que el gran líder futbolístico de Sudamérica ostentaba.

Tras la debacle del Mineirao, los propios brasileños pusieron en duda su potencial. Sospecharon que la gran usina de talentos se había secado y nada sería igual. Tremendismo que surge en la derrota.

Pero, aplacado el pesimismo radical, cabe señalar que la pobreza de Brasil en 2014 se debió básicamente a las decisiones más que discutibles (algunas de ellas insólitas) del entrenador Scolari. Y que tal vez no sea una buena idea renunciar a la pródiga tradición verde y amarilla (como pretendía Scolari, como sugirieron muchos después de la goleada), sino profundizarla.

Eso sí: tampoco se puede negar que Brasil atraviesa una transición. Que, salvo Neymar, epicentro del equipo, patrón genial y generoso, no hay jugadores con talla de crack. Acaso resulte una señal que en el plantel figure Robinho, de 31 años –joven aún pero lejos del esplendor–, exponente de la última generación de artistas de la pelota, de puro ADN brasileño. Y viejo conocido de Dunga.

Todo un gesto, si consideramos que Dunga, cuando asumió en su anterior mandato, tras el Mundial 2006, se planteó cambiar la frescura playera y el plantel de estrellas por una disciplina que poco tenía que ver con el carnaval. “No renuncio al juego bonito –dijo en su momento–, pero también es bonito un equipo organizado”.

Quien de pantalones cortos levantó la copa mundial en 1994 conquistó, ya como entrenador, la Copa América 2007 (3-0 a Argentina en la final) y la Copa Confederaciones en 2009. Pero el Mundial de Sudáfrica le resultó esquivo y se tuvo que ir.

A sabiendas de que la renovación es una herramienta indispensable para recuperar la autoestima, el DT –cuyo escaso carisma tal vez no ayuda para garantizar el respaldo popular– sólo dejó en pie a seis de los futbolistas que participaron del descalabro del último Mundial: Jefferson, Thiago Silva, David Luiz, Fernandinho, Willian y Neymar. Es cierto que otros tres de los sobrevivientes de 2014, Marcelo, Luiz Gustavo y Oscar, no formarán parte del grupo que viajará a Chile a causa de lesiones. Y a último momento Dunga convocó a Fred, uno de los más cuestionados tras la debacle.

Hasta ahora, la campaña del nuevo Brasil es impecable. Ganó los ocho amistosos que disputó, algunos ante rivales de fuste como Argentina y Francia. Y demostró por lapsos un juego sólido y la autoridad de un equipo que efectivamente se ha reconvertido.

En la defensa, donde Brasil lucía bastante seguro hasta que se topó con un equipo realmente ofensivo, Dunga hizo retoques. Quedó de lado Dani Alves, a pesar de su notoria mejoría en Barcelona, y por el lateral derecho estará Danilo, el defensor que acaba de pasar al Real Madrid.

Las antiguas columnas inamovibles del centro de la línea de cuatro, Thiago Silva y David Luiz, ahora serán sometidos a competencia. Y es muy probable que Miranda, zaguero del Atlético Madrid, se quede con el puesto de David Luiz. Marcelo hubiera permanecido de no haberse lesionado, pero en lucha palmo a palmo con Filipe Luis.

En la mitad de la cancha, la idea del DT es equilibrar marca y dinámica, sin resignar jerarquía. Luiz Gustavo, el volante del Wolfsburgo, es quizá el referente del punto de cocción del mediocampista moderno que satisface a Dunga, con lo cual será interesante ver cómo suple su ausencia el entrenador.

En esta zona, donde también alternan Fernandinho, Douglas Costa, Elias, Willian y ahora se suma el voluntarioso Casemiro, otro todoterreno del Porto, no se recorta un socio natural de Neymar. Más bien parece un sistema ágil para que la pelota circule sin propiedad hegemónica.

El parceiro ideal de Neymar sería Robinho, si Dunga se animara a hacerlos compartir la línea de ataque, algo que dista mucho de ser una certeza. El delantero del Barça, por su parte, dispone de la libertad para surcar la cancha según sus pálpitos, aunque suele desenvolverse volcado sobre la izquierda, como en su club. Sus compañeros potenciales son Firmino y Philippe Coutinho.

Brasil, que encabeza el Grupo C, debutará en la Copa América el 14 de junio ante Perú. Luego se medirá con Colombia y cerrará la primera etapa frente a Venezuela.

Hasta entonces, Dunga tendrá tiempo de ajustar detalles y evacuar dudas, tanto en la concentración, que se iniciará el 1 de junio en Teresópolis, como en los dos amistosos previos a la competencia oficial. El 7, el rival será México, y el 10 le tocará a Honduras.

Todo indica que, más que reforzar su reconocido perfil estético, Brasil intenta pasar a una etapa donde el lucimiento no es tan valorado como la eficacia. En lugar del vértigo de un equipo montado sobre grandes improvisadores, busca la previsibilidad de una organización estable. Veremos cómo le va.