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A confesión de parte...

LA SERENA (Enviado especial) -- El análisis que hace el periodismo de los partidos suele distar bastante de la lectura que hacen los protagonistas, ya sea por un resultadismo extremo o una mala visión desde afuera, o bien por falta de autocrítica de los protagonistas.

Claro que hay excepciones. Lo sucedido después del agónico Argentina 2-2 Paraguay es una de ellas. Alcanza con escuchar la opinión de varios integrantes de la Selección para entender lo que pasó.

"Nos llenamos de dudas", reconoció Gerardo Martino en la conferencia. El Tata explicó que los condicionó la disposición ofensiva de un necesitado Paraguay en el segundo tiempo, con Haedo Valdez y Santa Cruz por adentro. Fue el propio entrenador el que se mostró preocupado por "los dos extremos" en los que jugó el equipo en el debut de la Copa América. En el complemento fue muy evidente la pérdida del control.

Los delanteros dejaron de ejercer una presión alta, se perdió posesión, se apostó al golpe por golpe, el equipo se hizo largo por un mal retroceso y esa fragilidad terminó por confirmarse en el 2-2 de Lucas Barrios.

"Nos apuramos y queríamos definir rápido las jugadas", resumió Lionel Messi, quien anotó el segundo de penal. En el arranque, mientras Paraguay estaba replegado, la Albiceleste llegó al 2-0 con paciencia, toques y la conexión de Pastore y, sobre todo, Banega con los puntas. Ese es el camino a seguir.

"Nos relajamos en el segundo tiempo. No podemos tener la euforia de ir siempre para adelante", consideró Sergio Agüero, autor del primero. Los ingresos de Tevez e Higuaín tal vez acrecentaron esa verticalidad. Y la entrada de Biglia, a 10 minutos del final, no llegó a entregar el equilibrio buscado.

"Tenemos que mejorar mucho. Mucho". La frase, dicha con bronca, pertenece a Javier Mascherano, quien también subrayó los problemas antes descriptos al abandonar el estadio La Portada de La Serena.

Las dos caras fueron muy evidentes. Durante los primeros 45 minutos, para Argentina reinaba la calma por rendimiento y resultado. De hecho lo que más se escuchó fueron los gritos de los jugadores. Como si se tratara de una práctica y no un encuentro de la Copa América. Realmente llamativo.

En el complemento cambió la historia. Si bien la Albiceleste llegó mucho más, le faltó efiacia. Antony Silva cerró su arco y Paraguay se agrandó al punto de modificar el desenlace de un encuentro que parecía totalmente liquidado.

Suele decirse que viene bien un cachetazo a tiempo. No todo está perdido. Queda la tranquilidad de que Argentina no fue un desastre, como se quiere instalar, y que sus intérpretes hicieron una buena lectura del empate.

Esta vez bastó con escuchar sus voces para entender por qué pasó.