<
>

En conventillo a Rancagua

Ilustración Sebastián Domenech

RANCAHUA (CHILE) - Y un día el conventillo volvió a volar...

“¡Pero, Cucu, Cucu, Rancagua, es la ciudad de los poemas de Pablo Neruda!” “¡Entonces vamos a conocer Rancagua!”

Y el conventillo poblado de inmigrantes de Buenos Aires, salió desde Santiago de Chile, directo hacia Rancagua. Cercana al Océano Pacífico, todo en Chile está cerca el Océano, llegamos a una ciudad preciosa, de casas bajas, con muchos cerros y montañas alrededor.

Brasil acababa de ganar de puro milagro en el último minuto y Colombia todavía jugaba con Venezuela, hace varias horas que el combinado cafetero trataba de convertirle un gol a su par del Caribe. Pero los venezolanos estaban incontrolables.

El conventillo se posó a un costado del estadio de Rancagua, cerca de los postes de luz del estadio. La vista no podía ser mejor. Una cámara de seguridad seguía las jugadas de los jugadores muy cerca, casi sobre la cabeza de los mismos protagonistas.

Eso nos enfureció y comenzamos a tirarle piedras a la cámara para derribarla. ¡Esto es fútbol! No se necesita seguridad a este extremo. Colombia atacaba, pero la Vino tinto, jugaba mucho mejor. Por momentos parecía que las camisetas estaban cambiadas. Desde un sector de la cancha, Peckerman se volvía loco porque sus jugadores estaban demasiado “tímidos”.

-¿Qué le pasa a James Rodriguez, Cucu?, me preguntó la Cucuza del Cerro.

- Debe estar cansado de un viaje tan largo desde España, le dije.

- En el Real Madrid lo deben agotar de tanto jugar al fútbol. Pero quien nos quita el placer de ver fútbol a tan poca altura, me dijo la Cucuza.

- Además, a esta altura, me atrevería a decir que Venezuela puede ganar la Copa.

- No es un poco apurado...

- Para nada, Cucuza, nunca vi jugar a un equipo con la valentía y el toque de la Vinotinto.

- No estárás exagerando un poco...

- Para nada, hoy vapulean con claridad a una desconocida selección colombiana.

- Y bueno, tal vez llegue la hora de que el fútbol venezolano pase a mayor instancias en estas competencias...

- Por supuesto, este seleccionado dará muchísimo de que hablar...

Y era verdad, estar tan cerca de las grandes estrellas mundiales fue toda una experiencia. En el balcón tomamos mate y pronto se hizo la noche. Hasta que llegó el gol de Venezuela y lo gritamos todos. El conventillo entero es venezolano al fin de cuentas, simpatizamos con el momento histórico del deporte venezolano.

Al final, nos elevamos rumbo a otra ciudad y los jugadores venezolanos nos saludaban con la mano en alto, pensando que nos había mandado un comandante o algo así. Pero no. Somos hinchas puros.

Y nos fuimos, no si antes, saludar a esos héroes del Caribe que habían realizado una gran hazaña al ganarle al pálido equipo colombiano. Falta mucho, pero quién le saca lo bailado a Venezuela y, al fin de cuentas, el fútbol es una cuestión de resultados.

¿Por qué Venezuela no podría llevarse la Copa para el Caribe? Sería inédito pero para nada impensado.